domingo, 3 de febrero de 2013

La mancha (relato)

Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Cuando Sara regresó del bosque, ya no era la misma. Los miedos que durante años la habían acompañado en sus recorridos se materializaron en la agresión que la llevó al borde de la muerte. Nunca pudo explicar quiénes fueron sus atacantes y las palabras se retiraron de su boca como lo hizo su sonrisa.
—Mejor que no hable —dijeron en su casa.
Sara se convirtió en el mudo acompañamiento, en la sombra de aquel pueblo. No sabían si se había quedado muda o, simplemente, había perdido las ganas de hablar como había perdido las ganas de reír. Hasta el sonido de sus zuecos de madera parecía haberse retirado. Pronto se acostumbraron a verla aparecer de improviso, rodeada de un silencio que la envolvía en sus desplazamientos por las calles. Los que recordaban su risa, pronto se olvidaron de ella. Hasta se olvidaron de su nombre y su presencia comenzó a molestarles, convertida en el recordatorio permanente de que en aquel pueblo, en aquellas mismas casas en las que se vivía afablemente, también se recogía el mal cada noche.


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