Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hoy,
primero de febrero, se cumple el segundo aniversario de la aparición de este
Blog. Las primeras entradas se habían escrito unos días antes con motivo de la
Revolución del 25 de enero en Egipto. Esas primeras páginas fueron escritas con
la preocupación por mis amigos egipcios en mente, tratando de comprender y
hacer comprender lo que les ocurría en la distancia. Hoy la amistad sigue
siendo uno de los principales motores de su escritura.
La
escritura es un acto implícito de amistad, una forma de establecer contacto con
no se sabe muy bien quién; es la esperanza de no estar solo. Piensas en esos náufragos
y prisioneros, en esos solitarios que se recogieron en la escritura. Si existe
la expresión "vivir para contarlo", también es justa la expresión contraria:
"contarlo para vivir". Hay muchas formas de vivir la vida y una de
ellas es escribirla.
"Pisando
charcos" es un acto gratificante de escritura, de dar formas a ideas y percepciones,
la fusión de ambas en unas cuantas páginas diarias. Escribo, luego existo.
Existo para ti, que lo lees, que te encuentras conmigo de forma ocasional a
través de estas palabras. Existes para mí, como presencia intuida al otro lado
del océano de la nada, como playa de llegada en un naufragio cíclico. Tras la
lucha diaria, los sinsabores, desengaños y alegrías ocasionales, la escritura
es punto de llegada, reposo. También yo me encuentro en ella, me rehago.
Escribes
igual que el gallo canta, porque sale el sol, porque un nuevo día comienza y
alguien, en cualquier lugar del mundo, enciende su ordenador y lee lo que has
escrito minutos, horas o meses después. Y se divierte, emociona o duda contigo,
como tú lo has hecho, repitiendo el mágico acto de fusión que supone aceptar en
nuestras mentes, durante unos instantes, las palabras de otro. A los que se han
dejado llevar por ellas un rato, desde cualquier rincón del planeta, gracias.
Pisas
charcos porque hay lluvia, porque te han dicho que no lo hagas, porque no
puedes dejar pasar la ocasión, porque disfrutas; porque no te gustaría dejar de ser niño y poder
seguir sorprendiéndote con lo que ocurre ante tus ojos cada día. Se escribe con
alegría aunque el mundo te produzca tristeza, aunque su espectáculo no sea
gratificante. Y es que el acto de escribir es en sí mismo una compensación
optimista, un acto de esperanza necesario que muestre sorpresa, alegría, indignación, humor, compasión, piedad..., la negación del silencio indiferente, de la apatía del bostezo.
De nada. Y gracias a ti por seguir pisando charcos.
ResponderEliminarFirmado: un lector de la otra orilla del océano de la nada ;-)
Desde la orilla de acá, gracias. Un saludo, JMA
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