jueves, 14 de febrero de 2013

La explicación del chorizo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Comenzaba —en 1977— Fernando Savater el capítulo titulado "La política como opio del pueblo", incluido en la obra Para la anarquía y otros enfrentamientos, con el siguiente comentario: «Creo que fue Valéry quien dijo que la política es el arte de impedir que la gente se dedique a los problemas que realmente le preocupan. Esto no es una boutade, sino una descripción en profundidad.» (27)* Debemos creer a los políticos cuando nos dicen que se preocupan por nuestros problemas y no por los suyos. Debemos, sí. La cuestión, a la que había llegado Savater desde su anarquismo de bonhomía, es que los políticos son el problema porque son el "Estado" y el Estado es el "poder". Señalaba Savater:

En resumen, la política mantiene la escisión entre los especialistas en controlar y los obligados a padecer control, entre profesionales de la libertad y la justicia y quienes gozarán de éstas por participación espectacular en el relumbrar teórico y administrativo de los primeros [...]
[...] De algún modo, todos somos más o menos políticos, pues en el Estado no se puede ser otra cosa: pero en la medida en que hagamos activa nuestra desconfianza de la política, podemos llegar a conocer momentos revolucionarios. (31)



Hoy la desconfianza es absoluta y el espectáculo bochornoso. Comencé señalando la fecha del escrito —1977, puede ser seguramente algo anterior, publicado en prensa quizá— para tratar de pensar en él, en la distancia recorrida y en el resultado del tiempo transcurrido. Hemos citado el primer párrafo del texto y también su final; entre medias, reflexiones sobre la identidad básica de los políticos por encima de sus diferencias, marcada por su interés, el suyo propio. Ellos controlan. Pero el "problema" hoy no es el Estado, sino los políticos, no como sus "representantes" sino como sus "depredadores".

Asistimos todos los días a nuevos capítulos del espectáculo, como un vía crucis, de recorrido doloroso y dolorido, que nos entra por el oído, la vista y el olfato, este último debido al olor nauseabundo que despiden unos y otros en su gresca justificativa. Ofenden con lo que hacen y con lo que no hacen, demostrando que han sido incapaces de frenar un deterioro, cuando no de provocarlo, por su poco sentido del Estado, algo que al Savater de entonces le hubiera parecido una ingenuidad, y hoy seguramente una necesidad.
Sorprenden todas estas historias de sueldos, finiquitos e indemnizaciones en personas que se presentan como miembros de partidos políticos a los que Savater llamó, creo que ajustadamente, "profesionales de la libertad y la justicia". Ni lo uno ni lo otro. La expresión tiene calado y representa la perversión de los ideales —los que sean— en favor de otro tipo de principios que son los que les definen como "casta" profesional, preocupada por sus propio  negocio. Los partidos son "empresas"; es lo que admiran y es como se sienten. Y nosotros, los ingenuos "consumidores" de los que nos dan y nos dicen: carne de caballo y burro en las lasañas del día a día.


La ausencia de un discurso de principios reales, la incapacidad de argumentar siquiera sobre los principios constitucionales que nos regulan, pervirtiéndolos con verborrea y ropajes de escuela de negocios, disfrazándolo de modernidad de hipermercado, donde te han convertido un país con historia en una "marca", de la que se encuentran muy orgullosos y con la que recorren el mundo haciendo degustaciones, para deleite de futuros visitantes, inversores o blanqueadores, es muy triste, desoladora. No son políticos, son meros visitadores comerciales, que viajan con muestras y folletos y exigen hoteles de cinco estrellas, como les han tenido que recordar a algunos.
Han echado de la política —asqueados— a cualquier persona que tenga algo que aportar, algo que decir, algo más allá de los discursos manidos y retóricos, aprendidos en los talleres de comunicación pre electorales, escritos por periodistas avispados que les aplauden desde la columnas ruinosas de una prensa que vive del rifirrafe de los políticos, apalancados por empresarios y banqueros desaprensivos que les han adulado y a los que ustedes han perseguido encamándose con los peores.
¿Qué han hecho ustedes con "sus" partidos y que han hecho "sus" partidos con nosotros? ¿Qué alternativa nos dejan si tenemos que salir corriendo de unos para encontrarnos con otros? ¿Es eso "política"? Creo que no.

¿Qué debemos sentir los españoles cuando leemos en el comienzo de un artículo de The Economist?:

A CHORIZO is a spicy Spanish sausage, best accompanied by a glass of Rioja, though often sliced and served in a doughy bocadillo, or sandwich. Chorizo is also slang for a swindler or cheat. At protests against Mariano Rajoy’s government demonstrators have taken to waving loaves aloft and shouting: “There isn’t enough bread for so many chorizos!”**

¿Quizá deba ser José Andrés, que se maneja bien en inglés, quien les explique la "política" española? ¿Qué debemos sentir nosotros? ¿Cómo explicar que no hay un solo partido, ni uno solo, que no esté implicado en escándalos y tapujos? Sé que en todos los partidos hay personas honestas que viven la doble vergüenza del espectáculo bochornoso. Es de los honestos que les queden, de su capacidad de cortar sin debilidad el cáncer que tienen en sus organizaciones, de quien depende casi todo. Este es el resultado de décadas de aplausos fervorosos a los líderes y de silencios a las críticas; la excusa era que cualquier crítica o debate fortalecía al contrario y cualquier cosa antes que eso, claro. El que se mueve no sale en la foto. Este es el resultado: la parálisis, el inmovilismo, la podredumbre.
Solo se podrá hacer esto anteponiendo el respeto a la ciudadanía por encima de los intereses acumulados durante décadas en las que la clase política se entronizó sacando más que dando. sirviéndose más que sirviendo. Nosotros tenemos claro lo que esperamos de los políticos. ¿Y ustedes? Un país no es "serio" porque ustedes lo repitan. Es serio porque no hace falta decirlo.


La única forma que tiene la clase política, todos los partidos, de reivindicarse es el ejercicio quirúrgico, por doloroso que sea y por alto que haya que cortar. Todo lo demás es traicionar su función democrática y a la democracia misma dejándonos en el vacío absoluto, en la ausencia de algo a lo que agarrarnos. No se puede vivir ni en la utopía ni en la demagogia. Ya no vale el movimiento pendular del que han vivido ante la insatisfacción creada por sus fracasos. No se puede hablar de democracia cuando votas asqueado. Creo que todos esperamos lo que es difícil que ustedes puedan ofrecer. Seguimos esperando.

The Economist cierra el artículo citado, uno de los varios que dedica a nuestra situación, señalando:

A recent poll gave the two big parties, which have run Spain for the past three decades, only 46% of the vote. The political settlement Spaniards agreed on as they emerged from dictatorship in the 1970s gave huge power to the parties to solidify democracy. This may have backfired. “Having created the monster, we are being devoured by it,” says Antonio Argandoña at IESE, a business school.
In 2011 the country’s legion of indignados took over city squares, shouting: “They don’t represent us”. They have even more reason to be indignant now.**

Ese monstruo creado por ustedes y alimentado por nuestra indiferencia, inocencia, confianza, partidismo ciego o una mezcla de todo ello junto, es el que nos está devorando. Nosotros, los administrados, nos merecemos algo mejor. Me gusta pensar que sí, que esa retórica de "libertad" y "justicia" es algo más que palabras en su boca y música en nuestros oídos.
Efectivamente, en el Estado, todos somos más o menos políticos, como decía Savater. Mea culpa.

* Fernando Savater ([1977], 1984). "La política como opio del pueblo", en Para la anarquía y otros enfrentamientos. Biblioteca de Política, Economía y Sociología nº 3, Orbis, Madrid.
** "Another Blow" The Economist  9/02/2013 http://www.economist.com/news/europe/21571441-ruling-conservative-party-shaken-damaging-corruption-scandal-another-blow






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