Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La
Sexta comentaba ayer el silencio en los Oscar, Lo que muchas veces es un espacio
de reivindicación de causas y críticas había mostrado un extraño silencio en
unos tiempos especialmente revueltos. Lo que se esperaba movidito quedó en
nada.
Las
explicaciones dadas a este silencio, según explicaban en la cadena televisiva
se debería a una serie de advertencias a los profesionales mediante el envío de
cartas, la selección de presentadores de bajo perfil político (hablaban
directamente de "apolíticos") y otros tipos de formas de asegurarse
una gala sin incidentes ni sorpresas. Temían, nos decían, que de hacer lo
contrario, podían tener respuestas negativas no solo a la gala en sí, sino a
las películas cuyos elencos se mostraran críticos.
Una
nueva muestra de cómo están las libertades en el llamado "país de la
libertad". Los memes sobre una avergonzada estatua de la libertad han
proliferado.
Hace
unos días hablábamos aquí de las reacciones en el Washington Post, donde Jeff
Bezos y sus directivos habían ordenado también líneas "tranquilas"
alejándose de la crítica presidencial. Gran parte de los periodistas y
directivos había amenazado con irse.
Cada
vez se va percibiendo más el clima de amenaza con el que los que apoyan a Trump.
La Casa Blanca se está encargando de mantener un entorno mediático cada vez más
cerrado y restrictivo.
Ayer
escuche lo que aquí llevamos repitiendo tiempo: Trump se ha rodeado esta vez de
"ejecutores" y no de asesores, como la primera vez que trataban de
disuadirle de que realizara determinadas acciones que consideraban nefastas por
lo que podía suponer. Los que ahora rodean a Trump son sumisos o fanáticos. De
esta forma se asegura que puede hacer lo que quiere sin que nadie le frene.
Si a
esto se le suma en silencio que va ganando en los medios que acaba controlando,
las perspectivas para los Estados Unidos no son buenas, por más que muchos las
acepten encantados y hablen de "patriotismo".
Sin
freno y sin crítica, queda un Trump desatado, público de sí mismo, que puede
acusar a Zelenski de "buscar la III Guerra Mundial" y quedarse tan
ancho, cortando la ayuda militar en seco, como acaba de hacer, además de dar
facilidades y bendiciones a Putin. Puede
hablar sin rubor de que la mejor garantía para Ucrania es que pase a ser una
posesión económica norteamericana.
Sin
nadie que le diga nada, sin nadie que le frene, el mundo reacciona incrédulo
ante los nuevos Estados Unidos de Donald Trump, un mundo silenciado en el que
solo resuena las estridencias presidenciales y de algunos de sus acólitos
políticos, económicos y mediáticos.
¿Tendrán
que recurrir muchos estadounidenses a informarse de lo que realmente pasa en su
país, de las consecuencias de las acciones presidenciales, a través de la
prensa extranjera, como ocurre siempre en las dictaduras? Pues ese empieza a
ser el panorama.
Lo
visto en Ucrania y en Gaza, las dos guerras abiertas que involucran a los
Estados Unidos, muestran la arbitrariedad estando del lado del genocida en un
caso y dejando abandonado al que no quiere ceder sus tierras o recursos ni a
empresas ni a invasores.
El
silencio que busca Trump es para que voz sea lo único, una visión interesada y
unilateral que acabará desatando una reacción anti norteamericana ganada a
pulso, día a día, con cada acción, cono cada insulto, con cada desprecio.
La silenciada ceremonia de los Oscar es solo un ejemplo de lo que Trump está haciendo en otros sectores, como los despidos en las administraciones, los recortes a los programas que pueden albergar gente contraria, etc.
Ahora es cuando comienzan a ponerse a prueba las instituciones y las mentes críticas.
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