sábado, 29 de marzo de 2025

Acoso: ¿qué sociedad queremos?

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

No sé muy bien si tenemos un modelo de persona y de sociedad o simplemente navegamos entre palabrería y malos ejemplos. Esto adquiere especial significación cuando se tratan casos dados en lo que llamamos "infancia", un constructo, un concepto en el que volcamos una serie de ideas preconcebidas que la realidad cuestiona cada día.

El caso del maltrato, acoso, agresión contra el menor con parálisis cerebral, convertido en objeto de mofa por sus compañeros agresores es algo más que un "caso". Son unos hechos que deben llevarnos a la reflexión sobre muchas cosas, para eliminar los tópicos sobre la "infancia", como un estado o totalidad.

Podemos pensar muchas cosas, como qué es un "centro escolar" y cuál es su "función formativa", qué modelo de persona saldrá de allí, qué experiencia de convivencia se adquiere. Podemos pensar en cuáles son los valores que traen los alumnos desde sus casas, si es allí donde adquieren eso que les permite atacar, burlarse de otros compañeros sin sentir ningún remordimiento o sentido de la maldad cometida. Podemos pensar en las reacciones de las familias ante los hechos incuestionables y la enseñanza de qué todo vale o que eso pasa por permitir que "personas discapacitadas" vayan a los centros. Podemos pensar en los centros y su incapacidad para evitar llegar a estas situaciones; podemos pensar en la insuficiencia personal y presupuestaria, una queja frecuente. Podemos hacerlo también sobre el absurdo de los tratamientos legales en estas situaciones y la extensión de la idea de que los menores son "inimputables", por lo que pueden hacer lo que quieran sin consecuencias, algo derivado de una serie de ideas preconcebidas sobre la infancia que quizá habría que revisar con seriedad, a la vista del aumento de los delitos. Podemos pensar sobre los modelos de violencia que se transmiten a través de los medios, de un clima de enfrentamiento que puede convertir la violencia en algo cotidiano y en espectáculo, ejemplificado en las relaciones políticas, sociales, deportivas...

Sí, podemos pensar en muchas cosas. Algunas se evitan deliberadamente porque nos llevan demasiado lejos; otras, sencillamente se ignoran. Pero los actos están ahí, incómodos, inquietantes porque sabemos que no son resultado de un mal día, sino una constante que crece.

En 20minutos se nos ofrecen datos sobre situaciones de este tipo, del acoso a las personas con discapacidades:

Hace unos días conocimos otro terrible caso de acoso escolar a un alumno con discapacidad, en esta ocasión a un adolescente con parálisis cerebral cuyos compañeros grababan y golpeaban mientras él estaba sentado en su silla de ruedas.

El caso se dio a conocer en el programa de Ana Rosa, y, tras pedir Jesús Martín Blanco director general de Derechos de las Personas con Discapacidad, a la fiscalía que actuara, se espera que esté pronto en manos de la justicia.

Sin embargo, y a la espera de que se resuelva este caso, cabe recordar que el caso [de] este alumno cántabro no es mucho menos una excepción, pues el 80% de los alumnos con discapacidad ha sufrido acoso o bullying en algún momento, porcentaje que se eleva hasta el 92 % en la educación ordinaria, como el instituto en el que está matriculado este alumno. En la educación especial en cambio, el porcentaje de alumnos que sufren acoso no llega al 3%, “cualquier forma de violencia o discriminación hacia las personas con discapacidad es intolerable. Desde ambas entidades creemos que es imprescindible seguir trabajando para construir entornos educativos seguros, respetuosos e inclusivos para todas las personas”, aseguraban desde Aspace al saltar la noticia.* 


El caso es, ni mucho menos, una excepción a la vista de los datos que se nos cuentan. Más bien parece una norma por las cifras, una situación cuya "normalización" asusta y nos lleva de nuevo a las grandes preguntas del comienzo, a las básicas: ¿qué sociedad estamos construyendo, qué tipo de personas estamos (de)formando?

En estas páginas hemos sostenido y lo seguiremos haciendo que la "infancia" no es un pasado que se deja atrás, sino una etapa de iniciación al futuro, que el maltratador en la infancia lo será de adulto con gran probabilidad sino es corregido, si no toma conciencia de la maldad de su acción.

Las cifras de violencia y la gravedad de los delitos aumentan a la vez que las edades descienden. Nos lo repiten con datos y nos lo muestran como casos en los medios cada día. La violencia, el acoso, el maltrato, etc. va aumentando y son cada vez más jóvenes. Violaciones en grupo, apuñalamientos, etc. ya forman parte de la experiencia infantil.


Estamos ya viviendo en una sociedad distorsionada en la que estos casos saltan a los medios (¿existe lo que no está en los medios?) o dejan de hacerlo por lo cotidiano. La creación de grupos, asociaciones, ONGs, etc. y su manifestación en calles y centros escolares, la publicación de informes, etc. no logran frenar todo esto en medio de la maraña de problemas que la política, el deporte y los casos fabricados expresamente para consumo de los medios tratan de atenuar.

Hay demasiado ruido mediático para atender a los grandes problemas sociales, tanto de hechos como de principios. Estos casos nos obligan a ponernos delante del espejo, ante una imagen poco favorecedora, necesitada de maquillaje.

 

* "8 de cada 10 alumnos con discapacidad ha sufrido acoso, 9 de cada 10 en la educación ordinaria" 20minutos 29/03/2025 https://www.20minutos.es/noticia/5695617/0/9-cada-10-alumnos-con-discapacidad-ha-sufrido-bullying-9-cada-10-ellos-educacion-ordinaria/

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