Joaquín Mª Aguirre (UCM)
¿Qué
gana un antivacunas con que la gente no se vacune? Es una pregunta sencilla.
Hay otros negacionismos que tienen relativa trascendencia, como el
creer que el ser humano no ha llegado a la Luna, que la Tierra es plana o es hueca. Sus
efectos son relativos y afectan más que nada a su precepción del mundo, le
dotan de unos cimientos negativos para rechazar el mundo. Pero con los
antivacunas pasa algo más.
En la sección "Una mirada europea", de RTVE.es, en la que se recogen diversos artículos publicados en medios de la Unión Europea, nos encontramos uno publicado en Francia por la AFP, con el título "La desinformación sobre las vacunas se extiende en medio del brote de sarampión en EE.UU.". En el texto se indica:
En medio de uno de los mayores brotes de sarampión en Estados Unidos en casi una década, los activistas antivacunas están promoviendo falsas afirmaciones de que las vacunas son ineficaces para frenar la propagación del virus o que podrían causar la enfermedad. Sin embargo, las inmunizaciones han ayudado a mantener a raya la enfermedad en Estados Unidos durante décadas, y suponen un riesgo mínimo para la mayoría de las personas, afirman los expertos médicos.
"Según @BrianHookerPhD, el actual 'brote' de sarampión en Texas es un brote inducido por la vacuna. A los principales medios de comunicación les encantaría culpar a los no vacunados de este brote, pero las pruebas apuntan en la dirección opuesta", dice un 20 de febrero de 2025 X post de Children's Health Defense, un grupo de defensa antivacunas presidido en su día por el secretario de sanidad estadounidense Robert F. Kennedy Jr.
Otra publicación del 25 de febrero de Sherri Tenpenny, una osteópata que a menudo difunde información errónea sobre la salud, dice: "Vuelve la histeria del sarampión, pero no caigas en la campaña del miedo. Un sarpullido y fiebre no justifican la vacunación masiva con inyecciones de riesgo."*
Lo que ocurre en los Estados Unidos y que es exportado a otros países a través de estos activistas no es casual. Es otro indicador de cómo la política ha sido reconducida hacia otros derroteros, hacia los márgenes sociales y culturales, hacia derroteros impensables que emergen como parte de un plan más extenso, el del negacionismo en todas sus variantes.
La base del negacionismo es el miedo, la conspiración, la inversión de los términos hasta el momento aceptados. Supone llevar al centro lo que estaba en los márgenes. Lo solitario se hace gregario gracias a ese mecanismo de agregación que son las redes sociales, un instrumento perfecto para acceder directamente. Esto ha aumentado la agresividad en lo marginal, que se ha ido desplazando poco a poco hacia el centro encontrando allí públicos masivos cada vez más embrutecidos por esta intoxicación informativa selectiva.
La actual sociedad de la información, por usar un término habitual, vive inmersa en flujos que la zarandean, la desconectan de otras posibilidades y la envuelven con esas nuevas "realidades" que se crean para ella.
Las nuevas formas de comunicación son envolventes y disolventes. Rompen los lazos y desconectan, por un lado; por otro, crean unas nuevas conexiones que van estableciendo un nuevo marco interpretativo. Ese marco se fundamenta en las agresiones, en el miedo que producen. Miedo es la inmigración (la Teoría de la Gran Sustitución como amenaza); miedo es el feminismo igualitario, que pervierte el orden natural de origen divino; miedo es la fusión de ambos: las "Cat Ladies" son mujeres que no quieren tener hijos y con ello permiten el avance de los hijos de la inmigración. No es casual que Donald Trump quiere anular la nacionalidad por nacimiento en territorio norteamericano, un derecho hasta el momento.
Los antivacunas usan igualmente el miedo: estas causan males que dice evitar; forman parte de las conspiraciones de grupos que quieren hacerse con los Estados Unidos, advierten. No es casual que haya fundamentalistas islámicos que hayan tratado de evitar las vacunas de la polio o contra otras enfermedades alegando lo mismo, solo que responsabilizando a Occidente.
La simple mención de que se haya nombrado a Robert F. Kennedy Jr., un activo antivacunas, Secretario de Sanidad en la administración Trump, es una declaración de intenciones y un ataque a la racionalidad, además de a la salud pública.
Los problemas, como se aprecia, no están solo en los "aranceles". Hay muchas formas de agresión y habrá que vigilar para evitar la expansión de estas doctrinas que tendrán una poderosa incidencia si no se anulan con comunicación eficaz.
Creo que no estamos preparados para comprender que eso que nos parece ridículo y distante, "cosa de norteamericanos", puede asentarse entre nosotros con fuerza. Disponen de medios y financiación, de apoyos suficientes para conseguir sus objetivos.
Con Trump en la Casa Blanca, con sus políticas sanitarias en manos de los antivacunas, es fácil que aquí se animen y crezcan al sentirse respaldados y con éxito.
En España presumimos de ser uno de los países con más confianza en las vacunas. Pero, cuidado, esto puede cambiar. Y lo hace entre los jóvenes, según los datos. Son los más fáciles de convencer por ser los menos informados y tener la sensación de que son invulnerables. Esto permite la aceptación acrítica de doctrinas antivacunas, envueltas en otras consideraciones de radicalidad creciente. Es donde también se está dando un mayor crecimiento de ideas antidemocráticas. No es casualidad. Todo forma parte del paquete.
* "La desinformación sobre las vacunas se extiende en medio del brote de sarampión en EE.UU." Una mirada europea RTVE.es / AFP 3/03/2025 https://factcheck.afp.com/doc.afp.com.36YX9NM
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