Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
verdadero signo de que el verano se acaba es la aparición de artículos sobre el
llamado "síndrome postvacacional". No falla. Hay otros indicadores,
claro, pero este no falla. Se puede dar por clausurado el "verano",
que no hay que confundir con el verano.
El
"verano" es un conjunto de tópicos que se repiten año tras año y que
podemos leer en los medios rodeados de noticias de todo tipo, de las económicas
a las bélicas, de las políticas al famoseo. Las noticias de "verano"
son indicadores, marcadores de una "estación social". Las del
"síndrome postvacacional" son unas de su cierre y hay otras de su
apertura.
En
20minutos nos encontramos con uno de esos textos sobre el síndrome:
Con la llegada de septiembre, muchas personas se enfrentan a la vuelta a la rutina laboral tras disfrutar de sus merecidas vacaciones de verano dentro o fuera de España. Es en este momento cuando suele aparecer el popular síndrome postvacacional, un conjunto de síntomas físicos y emocionales temporales que dificultan la readaptación a las obligaciones y al ritmo habitual.
Aunque se suele hablar de "depresión postvacacional", los expertos aclaran que en realidad no se trata de una depresión como tal. "Bajo mi punto de vista, no se debería llamar depresión. Depresión es una enfermedad mental, y el desajuste emocional que la mayoría de las personas padece después de sus vacaciones no cumple los criterios suficientes para considerarse una depresión", explica Júlia Pascual, psicóloga y directora del Centro de Terapia Breve Estratégica para 20minutos. Por ello, se considera más adecuado el término síndrome postvacacional.*
Uno de los hechos más curiosos y específicos sobre el síndrome es que los artículos suelen dedicar un espacio amplio a mostrar cómo muchos expertos niegan su existencia o difieren en su denominación, clasificación, etc. Esto, además de ocupar espacio informativo, permite mostrar el síndrome sin complejos, ¡allá los expertos con sus disputas!
Las recomendaciones suelen ser muy parecidas: tómeselo con calma, no se deje llevar de golpe por las tareas con las que se encuentra, esto dura poco, hasta que le coges el ritmo, el verano es ya pasado...
Los artículos que nos hablan del síndrome postvacacional nos acompañarán en las próximas semanas. Lo harán junto a otros sobre el coste de la "vuelta al cole", las rupturas de los ligues de verano de los famosos, cómo perder esos kilitos cogidos en el verano, etc.
El síndrome postvacacional es uno de esos ejes temáticos estacionales, los verdaderos marcadores del verano. Es el cierre de un paréntesis que se abre a mediados de junio con los textos con consejos sobre cómo evitar quemarse al sol, los bañadores de moda y dónde encontrarlos, las playas más prometedoras e "inexploradas", el número de banderas verdes, etc. Son los que marcan que "informativamente" ya estamos es ese momento cultural llamado "verano", que tiene incluso "himno", la denominada "canción del verano", algo que convertía al francés Georgie Dann en "rey" temporada tras temporada.
Pero lo de la "canción" necesitaba sus "templos" y sus "devotos" y en eso, me temo, sí que han cambiado los tiempos. Creo que parte de culpa la tienen los medios, empeñados en ridiculizar y reírse del pasado, un deporte con muchos adeptos dada las distancias generacionales cada vez más amplias en esto y muchas otras cosas. ¿No es motivo de risa ver a cientos de personas bailando "Los pajaritos" en una pista playera? Por supuesto, lo era antes y ahora, con la diferencia que antes también se reían los que bailaban y ahora solo se ríen de ellos. ¿Qué decir de la "Macarena" o del "aserejé", que han quedado como infranqueables himnos veraniegos generacionales? Toda buena canción de verano de antaño tenía que estar acompañada por un baile que permitiera saltar a la pista y hacer el ridículo en bloque. El verano nunca era individual, sino de pandillas, de gentes que esperaban doce meses para volver a encontrarse y hacer las mismas o nuevas tonterías.
Tras leer diversas definiciones, me asalta una duda: ¿el síndrome se produce por lo que dejamos de hacer, por el pasado veraniego, o por el contrario por lo que tenemos por delante, el trabajo que nos espera? ¿Echamos de menos playas, música, barbacoas, risas y cervecitas o nos asusta y disgusta lo que tenemos por delante: jefes, horas extra, malos sueldos, clientes groseros...?
Leí hace tiempo que en Japón ocurre al contrario, había que obligar a la gente a irse de vacaciones. Más de uno habrá levantado su ceja escéptica. Los japoneses sufrían de algo que podríamos llamar el "síndrome post laboral", el que produce al salir de sus fábricas y oficinas y dirigirse al abismal mundo del levantarse sin saber qué hacer. ¿Serviría esta diferencia para clasificar a los países?
España añade una peculiaridad: no se pasa del "trabajo" al "descanso", sino del "trabajo" al "descanso frenético". Muchos vuelven al ambiente apacible del trabajo después de una vacaciones ninja. Puede que se acorten, pero algunos las intensifican hasta extremos peligrosos. Algunos, desgraciadamente, no vuelven.
Veo estos días a jóvenes y mayores luciendo moreno y pasándose el teléfono para mostrar las fotos del verano, testimonios de lugares y personas, de risas y despedidas. No sé si se lo han pasado bien o solo disfrutan contándolo. ¡Hacemos tantas cosas —como Don Juan— solo para poder contarlas después! ¡Seguro que muchos dicen tener el "síndrome postvacacional" solo para que se note que han estado de vacaciones!
* "Cómo superar el síndrome postvacacional según los expertos: trucos para adaptarse a la vuelta a la rutina" 20minutos 30/08/2024 https://www.20minutos.es/salud/actualidad/depresion-postvacacional-trucos-expertos-afrontarla-4790277/
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