Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Se
quejaba hace unos días la periodista Almudena Ariza en un tuit del silencio e
indiferencia que rodea a la situación de la mujer en Afganistán. Desde que se
les dio el poder a los talibanes, las decisiones de estos retrógrados terroristas
oficiales no han dejado de escandalizar por su rotundidad. Los talibanes son
una puerta abierta al horror con un objetivo preciso: las mujeres. Son la encarnación
de algo que no debería existir, que no representa religión sino cárcel moral y
real, una condena absoluta.
Los
talibanes son la demostración de los orígenes patriarcales de las religiones,
de su terror disfrazado de virtud. Mientras otras han conseguido espiritualizarse
y humanizarse, el islam de los talibanes es un anacronismo contra el tiempo y
la historia, es una gigantesca farsa autoritaria que no merece ser respetada ni
por las personas que dentro del islam han entendido que la virtud y el pecado
son otra cosa.
En
RTVE.es leemos las nuevas medidas desarrolladas en su carrera por lograr el
paraíso en la Tierra:
"De acuerdo con esta ley, el Ministerio -para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio- está obligado a ordenar el bien y prohibir el mal (...) y también es responsable de la paz y la fraternidad entre la gente", ha indicado el portavoz del Ministerio de Justicia, Barkatullah Rasooli, en una declaración publicada este viernes por el canal afgano Tolo News.
En el artículo que se refiere al hiyab, la norma establece como necesario que las mujeres se cubran el rostro y el cuerpo para evitar "causar tentación", y evitar el sonido en público o de la voz en alto de mujeres, incluyendo cantar, recitar, o hablar frente a micrófonos, ya que se considera falta de "modestia". Asimismo prohíbe a los conductores transportar mujeres adultas sin un tutor masculino legal.
"La implementación de la sharia y el hiyab es nuestra línea roja. No podemos negociar con nadie sobre estos asuntos", ha dicho en una reunión con las autoridades el ministro de la Virtud y el Vicio, Mohammad Khalid Hanafi, según Tolo.*
Ni vista ni escuchada, las mujeres afganas se "esfuman" de la mente de los únicos que cuentan, los varones. Si hay algo que preguntarse sobre este "machismo místico" es por qué al paraíso se accede a través del "martirio" del terrorismo y no es entra en él por la presencia de las mujeres. ¡Extraña visión del mundo! Es un radicalismo que aplaude el matar y aplaude encerrar a las mujeres en el silencio por su perversidad congénita.
No hay mujeres que sean "buenas". Solo la mujer invisibilizada, silenciada, encerrada... es factible porque, de otra manera, invade la mente del hombre, del varón, que en su debilidad congénita, se deja arrastrar hacia el vicio por su sola visión o sonido.
La mujer no debe salir sola; debe estar sometida a la vigilancia constante de un guardián. Sola es un peligro, porque en su naturaleza está causar el mal, lo quiera o no, simplemente con que se la contemple. No es necesaria su voluntad; es simplemente su existencia. Su voz, su olor, la visión de cualquier parte de su cuerpo... su recuerdo son causas del mal, de la perdición del varón, el gran desastre, el paraíso se quedaría sin guerreros. ¿Y que se haría entonces con las "huríes" de premio? Terrible paradoja sean mujeres el premio a haberlas aborrecido, denigrado, encerrado. Eso sí, vírgenes y bellas, las cheerleaders de la otra vida.
De esta forma quedan establecidos los dos polos: la debilidad del varón y la maldad intrínseca de la mujer. El varón olvida sus obligaciones y la mujer le hace olvidarlas. El recuerdo de "Eva" está muy presente. Con ella nos echaron del paraíso. ¡Ya ha llovido!
La queja de Almudena Ariza es cierta. Aunque los medios sí dan noticias, solo profundizan en lo que esto supone en contadas ocasiones. Es el peligro de haber normalizado un comportamiento que algunos irresponsables llaman tradiciones. No hay que confundir las "tradiciones" con las "malas costumbres". Esto no es "diversidad cultural", sino barbarie a secas. Todo lo que hace daño al otro de esta forma selectiva es simplemente malo.
Ahora se condena su voz, su caminar sola, su sola visión en una calle. El mundo (masculino) debe olvidar su existencia pública y doblegarlas en privado. Es un muy mal ejemplo en esa competencia por la virtud que se establece entre países y grupos fundamentalistas.
Con estos escritos llamamos a que no olvidemos a las mujeres afganas y en especial a que acojamos a las que escapan. Hay que ayudar a que existan esas mujeres rebeldes y a que su rebeldía tenga sentido, que obtengan la mejor formación para cuando regresen y tengan que sacar ellas al país de la oscuridad y la ruina. Serán ellas, sin duda, las únicas capaces de hacerlo. Son mujeres como esas atletas que ha participado en los Juegos Olímpicos repudiadas por su propio país y de las que apenas hemos escuchado nada entre tanta fanfarria. ¿Qué ha sido de ellas? Sus medallas son de otro orden.
¡No olvidemos a las mujeres afganas, no las convirtamos en rutina informativa, en "tradición" cultural o en rareza exótica!
The Conversation 2023 |
* "Los talibanes prohíben el sonido de la voz de mujer en público y marcan el hiyab como obligatorio en Afganistán" RTVE.es / EFE 23/08/2024 https://www.rtve.es/noticias/20240823/talibanes-prohiben-sonido-voz-mujer-publico-marcan-hiyab-como-obligatorio/16225200.shtml
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