— Kwame Anthony Appiah (2024) Las mentiras que nos unen. Repensar la identidad. Ed. Taurus, Barcelona, 322 pp.
Hay muchos motivos para la lectura de este libro. Su actualidad es absoluta porque trata de nosotros. O quizá sería mejor decir de lo que llamamos “nosotros”, puesto que se trata de una construcción, quizá de la que todo parte. El título ya nos aclara la orientación.
Appiah (1954), llamado en ocasiones el "Sócrates posmoderno", es un acreditado filósofo y profesor dedicado al estudio de la construcción de la cultura y de las identidades. Hijo de una escritora y estudiosa del arte británica y de un padre diplomático y jurista de Ghana, ha tenido ocasiones para cuestionar la identidad. Se reedita esta obra —publicada en ingles en 2016— tras su primera salida española en 2019.
Lejos de un estilo académico, la obra es fácilmente asequible para un lector medio yendo de forma natural de la idea al ejemplo para facilitar la comprensión,
No es casual que las obras sobre las identidades se hayan multiplicado en las últimas décadas. Son estas las que se ha construido para navegar por un mundo moderno, más pequeño, acelerado, cambiante, intercomunicado.
La obra de Appiah es muy reveladora en muchos aspectos. Se centra en aquellos focos de identidad más fuertes: creencias, nacionalidad, clase, color (“raza”) y cultura. En gran medida, ese “nosotros” que construimos a nuestro alrededor se fundamenta en esas raíces señaladas, elementos diferenciales que nos permiten situarnos y situar a los otros respecto a determinados supuestos.
Appiah ilustra sus ideas de forma clara, recurriendo a los datos históricos permitiéndonos ver cómo se forman las identidades en el tiempo y en el espacio, las identidades que nos diferencian dentro y fuera del grupo, de las religiosas a las económicas, de las raciales a las religiosas. Nos muestra cómo esas identidades construidas conforme a unos principios intentan se convertidas en “esencias”, un mecanismo fundamental, pues convierte en “verdad” eterna lo que era construcción reciente, fijando raíces milenarias o atemporales.
El autor recurre a una combinación de elementos coloquiales, personales, históricos y teóricos para hacernos llegar las ideas básicas sobre las identidades:
Hay un viejo chiste sobre un náufrago judío que está en una isla desierta. Durante décadas, construye tres edificios. Cuando lo encuentran, sus rescatadores le preguntan qué son. “Esta es mi casa; esta es la sinagoga a la que voy; y esta -dice por último- es la sinagoga a la que no voy.” (68)
La "identidad", nos viene a decir a lo largo de la obra, supone tanto elementos positivos o afirmativos (qué "soy", cómo "me percibo"), como negativos (qué "no soy", cómo me "diferencio" de los otros). De esa mezcla sale el "nosotros" que se reivindica frente a los "otros" distintos a los que se define por oposición.
Las consecuencias personales, sociales e históricas de esto son muchas y a veces trágicas. La aparición de cada vez más elementos que se consideran distintivos atribuyéndoles una esencialidad construida crean situaciones que los populismos manejan de forma constante, como podemos ver en el aumento del racismo y la xenofobia, los conflictos de orden religioso y de clase. Todos ellos se hace en nombre de unas "verdades" que convierten en esencias lo propio y lo que aplicamos a los demás.
El apaleamiento de un mendigo, la construcción de un nacionalismo (Make America Great Again! MAGA) que pide disparar a los que se acercan a las fronteras, "construir un muro" o que pide "plomo" en las fronteras de España, la fabricación de las élites, etc. son fenómenos con los que nos encontramos cada día en las noticias y cuyas raíce podemos rastrear en la obra de Appiah.
La obra se detiene en el análisis de esos apartados señalados anteriormente y que son los fundamentos de lo que hoy se maneja de forma contundente para construir una "realidad" cuya consistencia se basa en el "poder" real de imponerse. La propia biografía del autor sirve para explicarnos situaciones y su formación, lo que le da autenticidad a muchas reflexiones.
La lectura del libro de Appiah durante la celebración de los Juegos Olímpicos de París ha sido una fuente de ejemplos sobre la idea de identidad, de la sexual (ej. el caso de la boxeadora argelina) a los discursos sobre la identidad nacional en un medallero repleto de nombres y rostros de origen diferente. Españoles de todos los colores contradicen los discursos de odio xenófobos. Lo mismo ocurre con otros muchos países, por ejemplo con las mujeres afganas, que han de optar entre ser "mujeres afganas" y no competir o competir y dejar de "ser afganas", desprovistas de su identidad por quienes la delimitan a la fuerza.
"Las mentiras que nos unen" es altamente recomendable para todos aquellos que son conscientes de cómo se articulan las identidades. El esencialismo es la falsificación de lo creado convirtiéndolo en eterno, sin principio ni final. Appiah nos muestra cómo lo "eterno" puede tener solo unas décadas o unos pocos cientos de años. Son mentiras que nos unen, ideas a las que nos unimos y que nos forman y deforman distinguiéndonos de los otros.
Joaquín Mª Aguirre (UCM)
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