sábado, 10 de agosto de 2024

Lo de Puigdemont

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

No sé cómo llamar a "lo de Puigdemont". No me refiero a lo ocurrido —sea lo que sea— en estas últimas horas. Me refiero al conjunto, a sus límites porosos, indefinidos, a la zona oscura del esperpento, un género muy "español", incluyendo a todos aquellos que, por no sentirse españoles, lo son más que nadie por aquello de los extremos que se tocan.

Intente explicarle a un extranjero "lo de Puigdemont". Pronto se dará cuenta de que si habla otro idioma le faltan palabras. Si es realmente bilingüe descubrirá otro fenómeno que los neurocientíficos abordan en sus experimentos: que la mitad de su cerebro que piensa en español o en catalán responde de una manera distinta a la otra. Es un fenómeno extraño, pero real. Lo que a usted le parecía más o menos claro en una lengua, ya no le parece tanto cuando usa la otra parte de su cerebro habitada por la otra lengua. 

Incluso le puede pasar que pensando en la misma lengua, unas horas de distancia le hagan pensar de una forma distinta sin que apenas se haya dado cuenta de ello. Lo de Puigdemont es raro, inexplicable y cambiante.

Ahora es cuando necesitamos del arte para comprender. Todos esos destellos que componen "lo de Puigdemont" alcanzarían una forma "comprensible", una totalidad, bajo la forma de una película, de una novela, de una obra sobre un escenario, incluso bajo la forma de una novela gráfica.

La maravilla del arte es que usted no necesitara entenderlo, solo darle la forma adecuada. ¿Cuál es esta? ¡Vaya usted a saber!  Ese un proceso que marca el misterio del arte. El artista no necesita comprender, sino que la compresión nos llega después al público que de repente "entiende". Es cierto que cada uno a su manera, pero entiende. No siempre entenderán lo mismo, pero discutirán sobre ello. ¿Se acercarán a algún tipo de "verdad"? Eso era antes. Pero lo veremos a través de nuevos cristales. Así, "lo de Puigdemont" entrará en una nueva dimensión, la estética.

Me han dado mucha pena los "Mossos" y sus explicaciones. En este estado "pre estético" no han llegado a ser los "malos de la película", sino simplemente los "tontos de la película". Creo en su "inocencia", en los dos sentidos de la palabra, el de "inocente vs culpable", y el de "¡inocente, inocente!", que es el de la "inocentada". Necesitaba alguien a quien engañar y alguien a quien responsabilizar, vamos, un "falso culpable" en términos de thriller.

A los mossos, trufados de traidores, de jefes inocentones, de responsables irresponsables... los mandaron entre todos a la silla de los acusados, bajo el recién lavado dedo acusador. La explicación más coherente, desde su inocencia, es que no esperaban que un "señor" que ha ocupado la presidencia de la Generalitat tuviera ese comportamiento. ¡Tal cual! Esa quizá es la clave del asunto, que ellos valoran el cargo y esperan honorabilidad mientras que los políticos hacen justo lo contrario. Que un tipo como Puigdemont haya llegado hasta lo que ha llegado (sea esto lo que sea) ya nos dice lo erróneo de la forma de pensar de los mossos.

Como policías se centran en los hechos. Sin embargo, esos hechos son solo los oficiales, que son equívocos y tendenciosos. "Lo de Puigdemont" no es lo anticipado, sino lo inesperado, lo no dicho, una mentira detrás de otra. ¡Pobres mossos!

Cuando "lo de Puigdemont" dé el salto estético, cuando alguien sin prejuicios se encargue de darle forma narrativa (¡se imaginan un musical!), se dará cuenta que tiene que recurrir a múltiples de puntos de vista, a una especie de "Rashomon", de Kurosawa, o de "Atraco perfecto", de Kubrick. No puede ir a buscar la "verdad", sino el juego de mentiras. De esta manera "lo de Puigdemont" permitirá algún tipo de conocimiento, aunque sea epifánico, como un destello surgido del conjunto incomprensible. Será una labor delicada, de relojero suizo antes de los relojes digitales.  Uniendo las piezas acabará saliendo una "forma"; pero ¿quién sabe si están todas?

Habrá que ver todo aquello que pretenden alejar de las miradas para que nos centremos en las verdaderas víctimas, los mossos que se fiaban de un ex presidente fugado, de un presidente de vacaciones y de un presidente catalán negociando. Habrá que ver cómo "lo de Puigdemont" no se explica ni desde la investidura de Sánchez ni de la de Illa, sino solo por la especial obcecación con los hechos de los mossos, marcados de por vida con este sambenito.


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