Joaquín Mª Aguirre (UCM)
¡Qué
tiempos aquellos en los que Loquillo y los Trogloditas cantaban eso de
"¡Yo para ser feliz quiero un camión!", que se contentaban con llevar
tatuajes en el pecho e ir en camiseta! ¡Qué tiempos! Hoy, con camión o sin
camión, todos van tatuados y con camisetas para todos los gustos, pero la
felicidad es esquiva.
Ayer
fue el Día internacional de la Felicidad. ¡Qué cosas! Pero te despiertas a las
6, enciendes tu televisor para ver qué pasa en el mundo y te cuentan cuatro cositas de fuera y un montón de marrones
de dentro, la última (por ahora) afecta al sagrado Fútbol, que va de camino al
trullo por paquetes. Nos dicen que a Rubiales "el del pico" le ha
pillado fuera, pero que cuando regrese le llevan del aeropuerto a comisaría.
¿Felicidad, qué es eso?
Algo
debe ser porque se le aplican subida y bajadas anuales, puede ser medido a
través de indicadores. En RTVE.es no dice que trae cuenta ser finlandés, a
pesar del frío y que España, a pesar de ser el paraíso donde los demás pueden
venir a ser felices, no le sacamos provecho y seguimos cayendo, en dirección
opuesta.
Cada 20 de marzo se celebra el Día Internacional de la
Felicidad y, como cada año, la ONU ha dado a conocer qué países son los que
parecen disfrutar de un mayor bienestar global. Su estudio evalúa una
amplia gama de factores que van desde la esperanza de vida y los ingresos hasta
la libertad y la corrupción y que presenta resultados tanto predecibles como
sorprendentes. Finlandia vuelve a coronarse como el país más feliz del
mundo mientras España cae al puesto 36.
Bután, un pequeño país en la parte oriental de la
cordillera del Himalaya, fue el primero en priorizar en la década de 1970 el
valor de la felicidad nacional sobre los ingresos nacionales. Dicha iniciativa
acabó calando en el resto del conjunto mundial, por lo que en 2013 la ONU
aprobó una resolución para conmemorar la felicidad como un objetivo humano
fundamental. Al mismo tiempo, desde el 2012 se lleva publicando el Informe
Mundial de la Felicidad, creado por la Red de Soluciones para el Desarrollo
Sustentable (SDSN), para apoyar dicha meta.
Esta radiografía mundial recoge encuestas de 143
países, centrándose este año en analizar la felicidad en diferentes
etapas de la vida. El documento destaca que, en contraste, hay países que
muestran aumentos significativos en las evaluaciones y subraya el caso de
Serbia, en el puesto 37, y de Bulgaria, en el 81, que han escalado
respectivamente 69 y 63 puestos desde la edición de 2013.
Los encuestados valoran los factores del 0 (siendo la peor vida posible) al 10 (la mejor) por medio de la Escala de Cantril que mide la satisfacción vital. Posteriormente, los científicos analizan las respuestas con el objetivo de clasificar a los Estados según el nivel de felicidad. En total se tienen en cuenta seis factores: apoyo social, ingresos, salud, libertad, generosidad y ausencia de corrupción.
En estos meses hablamos de muchas cosas que alejan nuestra felicidad de los puestos de la tabla que la mide. Sabemos, eso sí, que en España se puede ser feliz si tienes mucho dinero, una vez enterrado es fatal tópico de que "el dinero no trae la felicidad" que, como propio de país de pobres servía para consolarnos. También aquello del "pobre, pero honrado" se enterró entre comisiones y pelotazos, entre chanchullos. El cementerio está lleno de personas honradas, que diría un sabio popular. Las cárceles, en cambio, no suelen estar llenas de personas ricas, aunque algunos están viviendo la experiencia.
Se quejaban en el telediario matinal de RTVE del "caso Alves" de que va a estar en la calle cuando deposite su millón de fianza, lo que decían las entrevistadas que suponía mandar el mensaje de "una justicia para ricos". Pues, sí, de eso tratan las fianzas. Pagas, sales; no pagas, te quedas. Por ahora, Alves no tiene dinero, pero será cuestión horas.
Recuerdo que en este blog tratamos en 2013 la idea de Bután sobre la felicidad como cuestión de estado. Aquí no se vive la felicidad, solo se vende para aquellos que pueden pagarla y levantar un muro que como hacían con el joven Buda les aísle de la visión de un mundo, más que imperfecto, corrupto.
La diferencia entre la "imperfección" y la "corrupción" es muy importante. La imperfección está en las cosas; la corrupción, en cambio, está en nuestra voluntad tanto de ejercerla como de permitirla. Comprender que el mundo puede ser imperfecto es cuestión de madurez y una ocasión de progreso. La corrupción es entender que el mundo debe ser de ricos y poderosos, establecer una diferencia que no está en el mundo sino en nuestros bolsillos y cuentas bancarias, aquí y en el extranjero. Es felicidad en un grado grosero y restringido. El corrupto se regodea en privado; el feliz tiende a compartir su felicidad.
Con un micrófono delate de la cara, los entrevistados por RTVE manifiestan sus deseos de felicidad, el estado en que se encuentran. No sé cuánto tardaron en encontrar a los optimistas, a los que dice lo contrario de lo que los datos nos cuentan tanto en su versión "felicidad" como en todas esas otras parcelas que son también objeto de medida.
Nos dicen respecto a España:
España continúa acumulando varios años de caída: pasó del puesto 22 en 2012, su mejor posición hasta la fecha, al 36 en la actualidad. Sin embargo, el informe sí destaca las claras diferencias que existen por franjas de edad, ya que si solo se tuviera en cuenta las respuestas de personas mayores de 60 años estaría en el puesto 29. En el caso de los menores de 50 años se desplomaría hasta el puesto 55.
Esto no va por barrios, sino por edades. A lo mejor, la felicidad de los mayores de 60 es por no haberles pillado lo que destruye las posibilidades de "felicidad" de los jóvenes. Esto lo hemos dicho aquí muchas veces a lo largo de los años: España ha sacrificado una generación (va para dos) haciendo caer sobre ellos las crisis de todo tipo, del empleo a la vivienda, de los bajos ingresos a la caída de la natalidad. Las leyes creadas han favorecido esta situación y han desprotegido a esa generación. Hoy es la "normalidad", la lucha de generaciones en vez de la lucha de clases. En este contexto, la corrupción florece como forma de abrirse paso.
Es muy revelador que sea este país ya de viejo el que nos sostenga en el puesto 36 y nos impida caer a ese 55 que es el que marca el sentido de la (in)felicidad de los menores de 50 años. Esos son los años que tienen ya los que han vivido este sacrificio generacional desde su juventud.
Estamos haciendo un país del "búscate la vida" y del "vale todo" y eso es malo para el conjunto. Hemos dejado de pensar en el país real y vivimos con la mente puesta en uno imaginario, publicístico, de colorines. Tras esto está la dura realidad de este país angustiado, que asiste atónito y aburrido a un rosario de casos de caídas en cadena de los que querían un Ferrari para ser felices. Muchos lo consiguieron y ahora van cayendo como fichas de dominó, uno tras otro.
Nos quieren vender "felicidad", señal de que hay demanda. Lo hacen con comida, con viajes, con yoga, música... con todo lo que se pueda vender. Y la gente prueba; quizá algunos lo consigan. Habrá que ir a Finlandia a preguntar por qué son tan felices. Mientras tanta, seguimos descendiendo.
* "Finlandia vuelve a coronarse como el país más feliz del mundo y España cae por cuarto año consecutivo" RTVE.es 20/03/2024 https://www.rtve.es/noticias/20240320/finlandia-pais-mas-feliz-mundo-espana-cae-onu/16024374.shtml
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