martes, 12 de abril de 2022

Las guerras de la desinformación

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Nuestra conversión en una Sociedad de la Información, es decir, un espacio mediatizado surcado por múltiples y diversos flujos de informaciones, con una explosión de emisores interactivos y la externalización de las memorias, como elementos principales, aunque no los únicos, ha dejado al descubierto una debilidad específica, la desinformación tendenciosa. Entre la ignorancia, un mal claro, y la sobre información está la cuestión de la calidad de la información. Sirve de muy poco tener mucha información si esta no tiene la calidad y veracidad necesarias para que esta sea realmente beneficiosa.

La información beneficiosa es la que nos permite decidir con el máximo grado de libertad e independencia. Pero esto es un desiderátum, algo que apenas se cumple porque en la realidad la información crea un espacio conflictivo, un espacio de lucha de informaciones con el objetivo de seducirnos, de convencernos de su bondad. La bondad de la información es presentarse como "veraz", "desinteresada" y "objetiva". Sin embargo, las informaciones tienen siempre un "sesgo", la marca de quien las selecciona, filtra, modela y envía, y buscan un determinado resultado que se traducirá en determinadas acciones y decisiones por parte de que la recibe.

El elemento con el que se ha resuelto —en parte— este problema es la libertad de prensa, la posibilidad de que existan diversos medios que puedan recoger las diferentes formas de pensar, de mirar el mundo e interpretarlo. La solución es imperfecta, pero mejor que la que determinados espacios políticos asumen, la visión única, la propaganda convertida, por única, en verdad oficial. En determinados especias culturales, la "verdad" es una potestad del poder: el poder no dice la verdad, sino que es verdad aquello que se dice desde el poder. Ese poder puede provenir de la verdad de un libro divino o de un partido único que se identifica con el pueblo de forma paternalista. El resultado es el mismo: una verdad oficial y la condena de todos aquellos que la critican o niegan.

La desinformación es una forma de sembrar el desconcierto, la duda sobre lo que se escucha, ve o lee. Vivimos en sociedades mediáticas, es decir, en aquellas en las que los individuos poseen un conocimiento adquirido desde los medios y un menor conocimiento basado en la propia experiencia. Es decir, gran parte de lo que "sabemos" nos viene a través de la confianza en los otros, en experiencias ajenas.

El País 19/11/2027

La desinformación es consciente, interesada, planificada. Frente a las naturales limitaciones del conocimiento —la imposibilidad del conocimiento absoluto— nos manda un mensaje que nos hace dudar, que intenta hacer que perdamos la seguridad en nuestras fuentes oficiales. Se mueve en los límites de lo creíble para poder penetrar con más facilidad en las mentes.

La facilidad que nuestra sociedad tecnológica y mediática tiene para recibir y enviar información hace que la desinformación prolifere en intensidad y precisión. Es una auténtica guerra de informaciones, como la que estamos viendo hoy en el caso de la invasión rusa. Rusia ha estado utilizando mecanismos de desinformación internos y externos. Los primeros son los que se producen en los regímenes autoritarios y con poder de clausura informativa. El régimen de Putin ha cerrado las vías de acceso a la información, que han quedado restringidas a las oficiales, las que establecen aquello que es "verdad" y penalizan y silencian cualquier otra opción informativa. De esta forma, solo existe la verdad gubernamental. Los que salen a la calle tratando de hacer que sus conciudadanos sepan lo que ocurre, son detenidos. El caso de la periodista rusa que sale con una pancarta de denuncia en un noticiario oficial de máxima audiencia nos muestra el grado de represión al que se puede llegar. "Os mienten" es un mensaje lo suficientemente claro.

Las escandalosas cifras de ciudadanos rusos que apoyan la invasión de Ucrania creyendo que están liberándola de nazis, gais y corruptos son el resultado de esta forma interna en la que la propaganda se convierte en desinformación.

Rusia no es, evidentemente, el único país que hace esto. Hay ejemplos múltiples en los que las restricciones informativas y la imposición de un programa oficial de reinterpretación de la realidad sirven como apoyo del poder y herramienta para perpetuarse. Es estas páginas virtuales hemos dado cuenta de la progresiva reducción de la información en Egipto tras la Primavera Árabe y, poco después, con el cierre informativo que ha supuesto el mandato del general Abdel Fattah Al-Sisi, autor del "no-coup". La desaparición de periodistas críticos, el cierre y la compra de medios críticos han servido para crear un clima cerrado en el país. En unos pocos años, no existen en el país más voces que las que el gobierno acepta. Se ha equiparado la información en las redes sociales con las restricciones a los medios, por lo que un comentario en una página de una red social se considera como la publicación de un artículo en un diario. La excusa era la proliferación de los grupos terroristas, pero la práctica se ha extendido a cualquier opinión crítica con la presidencia, que es intocable. Se ha tipificado como delito el intentar "separar al pueblo del Ejército", rizando el rizo de la manipulación para poder presentar como enemigo a cualquiera que disienta. Los periodistas críticos se han exiliado a diversos países desde los que pueden escribir desde perspectivas muy distintas, aunque esto supone un riesgo y una amenaza para ellos y sus familias, que son puestas bajo vigilancia y a las que se les puede complicar la vida.

Ser periodista crítico puede suponer que te ocurra como al saudí Jamal Khashoggi, torturado, asesinado, desmembrado y hecho desaparecer desde la trampa que le tendieron en el consulado saudí en Turquía, al que había ido para sacar una licencia matrimonial. Los servicios secretos lo detectaron y le dieron cita para unos días después. Una vez que entró, nunca más se supo. ¿Su delito? Escribir para The Washington Post reclamando más democracia en su país y criticando al Príncipe Heredero, del que se supone que salió la orden de eliminarlo.

Son varios los periodistas rusos hechos desaparecer por sus escritos críticos. La guerra en Ucrania ha dado ya varios ejemplos de muertes de periodistas rusos eliminados mediante bombardeo selectivo al detectarlos por sus emisiones desde lugares del frente de combate. Puede decirse que estos se han convertido en una preocupación importante de Putin dadas las posibilidades de acercarse a las audiencias rusas-

La otra forma es fomentar la duda informativa es la exterior a través de múltiples fuentes que aprovechan la libertad de los medios y de grupos para difundir las desinformaciones. Mientras otros regímenes autoritarios tratan de mantener si círculo protector cerrado, el caso de Rusia es diferente ya que su posición expansionista y sus relaciones exteriores para la formación de un "bloque" requiere de una política más "activa" en cuanto a la desinformación. Rusia busca sembrar el desconcierto a través de mecanismos bien planificados de confusión. Esto no ha ocurrido con la invasión de Ucrania, sino que es algo que se lleva denunciando desde hace años como una forma organizada. Rusia ha creado toda una serie de dispositivos organizativos para expandir todo tipo de desinformaciones tratando con ello de desestabilizar países creando corrientes de opinión que le sirvan de parapeto a posibles actos de sanción o sencillamente minando la confianza en los gobiernos y creando grupos que reciben apoyos para ser oposición.


La necesidad de establecer leyes de protección ante los ataques desinformativos en la proximidad de procesos electorales fue una necesidad en Europa, que veía cómo en cada elección llegaban desinformaciones intentando actuar sobre los resultados electorales.

En mayo de 2019, podíamos leer en la edición conjunta del diario argentino Clarín y The New York Times International Weekly la siguiente información:

LONDRES — Unos días antes de las cruciales elecciones para el Parlamento europeo, una constelación de sitios en Internet y cuentas de redes sociales vinculadas con Rusia o con grupos de extrema derecha está difundiendo desinformación, fomentando la discordia y ampliando la desconfianza hacia los partidos centristas que han gobernado durante décadas.

Por ejemplo, sitios marginales de comentarios políticos en Italia ostentan las mismas firmas electrónicas que websites pro-Kremlin, mientras que un par de grupos políticos alemanes comparten servidores usados por los hackers rusos que atacaron al Comité Nacional Demócrata en Estados Unidos.

La actividad ofrece nueva evidencia de que Rusia sigue resuelta en su campaña por ampliar las divisiones políticas y debilitar a las instituciones occidentales. Pese a los esfuerzos de vigilancia online, sigue siendo mucho más fácil propagar información falsa que detenerla.

Rusia se mantiene como una fuerza motriz, pero los investigadores también descubrieron imitadores, en particular en la extrema derecha. Esos grupos a menudo hacen eco de los puntos de conversación del Kremlin, lo que vuelve difícil discernir las líneas entre propaganda rusa, desinformación de extrema derecha y debate político auténtico.

Los investigadores creen que redes de perfiles de Facebook, cuentas de Twitter, grupos de WhatsApp y sitios en Internet difunden historias falsas y divisivas sobre la Unión Europea, la OTAN, los inmigrantes y otros asuntos.

“El objetivo aquí es más grande que cualquier elección en sí”, dijo Daniel Jones, cuya organización sin fines de lucro, Advance Democracy, recientemente señaló como sospechosos varios websites y cuentas de redes sociales ante las autoridades judiciales. “Es dividir constantemente, aumentar la desconfianza y socavar nuestra fe en las instituciones y en la democracia misma. Están trabajando para destruir todo lo que se construyó después de la Segunda Guerra Mundial”.*


Los casos se intensifican allí donde se producen fenómenos electorales, apoyando la radicalización y, en muchas ocasiones, como sabemos del partido de Marine Le Pen, financiada desde los bancos rusos. A Rusia, igualmente, acudían con frecuencia los partidarios del Brexit, que le hicieron el favor de dividir a Europa.

La desinformación no es exclusiva de Rusia, pero sí es quien tiene unos planes más amplios de actuación. Se trata de subvertir las democracias aprovechando lo que Putin y otros autócratas consideran su punto "débil", la información. Esta es utilizada como un arma capaz de debilitar, crear el caos y especialmente la sensación de hartazgo que finalmente favorece a los grupos más radicales, con los que finalmente el Kremlin establece buenas amistades en términos económicos y militares. Otros están copiando sus métodos en clave interna porque les resulta un arma barata y eficaz en un mundo de redes sociales en las que todos están colgados de teléfonos y pantallas de ordenadores.

Las denuncias de las intromisiones desinformativas de Rusia han sido constantes, especialmente en Europa y Latinoamérica, donde ha encontrado diversos aliados que la imitan. El grado de impacto es diferente, pero está claro que en la lucha entre las reglas y la ausencia de reglas habrá un ganador si no se pone remedio.

La necesidad de defenderse ante la desinformación es cada vez más clara. En Antena 3, Patricia Escalona entrevista al Director de Medios del Parlamento Europeo, Jesús Carmona, bajo el titular "Así combate la desinformación el Parlamento Europeo: aprendizaje y retos para 2024": 

El organismo actúa con una libertad de mandato. El director de Medios del Parlamento Europeo deja claras diferentes líneas de actuación.

La primera, la agenda activa. El papel del Parlamento es "no parar de informar. Informando sobre lo que hace el organismo también contraatacamos las posibles falsedades", señala.

La segunda, seminarios; como al que ha asistido Antena 3 Noticias estos días en Estrasburgo, y campañas de información sobre la actividad del Parlamento.

Otra parte relevante es dar el apoyo máximo a periodistas y fact checkers de toda la Unión Europea: "Apoyo muy amplio, no solo en términos de desinformación. Vamos a lanzar un programa de formación para periodistas en temas de la UE, becas para jóvenes periodistas... Queremos fomentar el periodismo serio. Todavía tenemos mucho que hacer, estamos en ello".**


La sencillez del programa es clara: no dejar de informar es básico, pues los vacíos se cubren pronto por la desinformación que tiene a expandirse con velocidad; la formación de periodistas es esencial, potenciando los valores de la honestidad, el rigor de las fuentes y la defensa ante la manipulación a la que están sometidos de forma permanente.

Desde que aumentó la desinformación, los medios más profesionales han destinado una parte de recursos a los "fact check" que, no lo olvidemos tuvieron como objetivo preferente inicial las mentiras y desinformaciones del ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. La necesidad de informar a la opinión pública sobre las malas prácticas de un presidente en un país democrático han marcado el camino para aplicar la misma receta a lo que nos llega de Rusia y de otras partes del mundo.


 Los "fact checks" suponen la pérdida de la inocencia informativa, la constatación de que el mundo se ha reorganizado informativamente y que la desinformación ya es una herramienta mucho más potente y sofisticada, muchas veces crucial para desestabilizar a las opiniones públicas.

La propaganda es la versión hacia el público interno controlado; la desinformación es el arma allí donde la opinión pública está diversificada y donde, como se señalaba en Clarín/TNYTIW, la división es una forma de destrucción del sistema convirtiéndolo en confusión y enfrentamiento.

No solo hay que mantener la libertad de los medios que realmente están al servicio de la libertad de prensa, fomentar su profesionalismo y su autonomía de otro tipo de fuerzas que pudieran buscar su propio provecho; hay que defenderse también de aquellas formas de información que son armas camufladas, que no representan realmente la libertad sino su perversión para acabar con ella. 


* Matt Apuzzo y Adam Satariano "Los hackers rusos siembran desinformación en Europa" Clarín y The New York Times International Weekly  17/05/2029 https://www.clarin.com/new-york-times-international-weekly/hackers-rusos-siembran-desinformacion-europa_0_W0yMZfhsm.html

** Patricia Escalona "Así combate la desinformación el Parlamento Europeo: aprendizaje y retos para 2024" Antena 3 Noticias 9/04/2022 https://www.antena3.com/noticias/mundo/asi-combate-desinformacion-parlamento-europeo-aprendizaje-retos-2024_2022040962510694b5d74200019e6ead.html

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