Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cada
día tenemos nuevos ejemplos de la forma en que se maneja la información y de
cómo la realidad se nos hace más difusa, confusa y sospechosa. ¿Nos volveremos
descreídos o paranoicos? ¿Acabaremos indiferentes ante lo que se nos muestra o
nos volveremos beligerantes y militantes, seguidores de hechos que no tenemos
forma de corroborar? ¿Habrá que esperar decenas de años, a que no le importe ya
a nadie para saber la "verdad" de algo? ¿Estamos condenados a poner
comillas en todo lo escribimos y en duda todo lo que pensamos y decimos?
El caso
del flamante navío ruso hundido, el Moksva, nos vuelve a situar en el filo de la duda ante
las versiones contradictorias. Todos están de acuerdo en que el barco se ha
hundido. Eso ya es algo, pero una vez pasado este punto de lo innegable, todo
se revuelve y resiste a ser aprehendido, confirmado.
La
versión rusa es que en el buque hubo un incendio y explotó. ¡Qué fatalidad! Les
falta precisar las causas del incendio. Dicen que están investigando lo que le
pasó. Por lo pronto, el barco se ha hundido sin intervención humana, especialmente ucraniana.
El
empecinamiento es una de las armas decisivas de la guerra. Cada vez que pasa algo
negativo, es por la casualidad o por la fatalidad, que son dos teorías dispares,
pero con los mismos efectos. Ya sea porque no tenías que estar allí o porque
solo podías estar allí, el hecho es que te ha tocado. El buque está en el fondo
del mar, que no es el lugar más adecuado para un buque estrella de la armada
rusa.
Desde
el punto de vista militar, no sé qué es mejor si que los barcos exploten solos
o que lo hagan a causa de las bombas, torpedos o misiles enemigos. Es como si
dijeras que todas tus bajas son suicidas o que han tropezado y se les ha
disparado el arma. Que se te hunda solo el barco estrella es malo, que lo haga
en mitad de una guerra es pésimo. Decir que no sabes por qué se ha hundido o
por qué se ha producido una explosión de toda la munición a bordo es un poco
raro y lo raro se paga en las guerras peor que lo normal.
No hay nada positivo en que se te hunda un barco, desde luego. Lo peor, claro está, es que lo haya hecho ese enemigo al que dices tener controlado, en tus manos. Pero, ¡qué fatalidad!, explota, se incendia y se hunde solo.
Las
guerras se pierden por este tipo de casualidades, malentendidos, inexplicables
sucesos. Si la invasión rusa era una maniobra militar especial, el hundimiento
del barco requiere de algún eufemismo que aleje la sombra de la ineficacia o
del mal fario, dos terribles explicaciones.
No sé hasta qué punto los rusos creen en este tipo de situaciones inesperadas o si están empezando a dudar de las versiones oficiales que su presidente les concede como acceso a lo que ocurre al otro lado de la frontera. Me imagino que los que tienen dudas lo mantienen en silencio ante el temor de lo que pueda ocurrir. En un sitio de verdad oficial inamovible, dudar se penaliza con dureza. Pero no es fácil perseguir la duda, que tiende a esconderse muy en el fondo.
Para
los ucranianos, el hundimiento del buque de guerra es un gran éxito, tanto si
han sido ellos como si ha sido el destino o la ineptitud. Lo importante es que se ha hundido y
que ya no lo sacan del fondo hasta la próxima guerra y eso si merece la pena
repararlo. El buque ya había tenido sus raciones de sembrar muertes por esas
aguas del mundo, que era lo suyo. Ahora descansa merecidamente en el fondo del
mar.
Esta guerra es de afirmaciones y negaciones. Los ucranianos están abriendo las fosas comunes y sacando cadáveres para documentar los crímenes cometidos por las tropas durante la ocupación de pueblos y ciudades. Las atrocidades, negadas todas por los rusos, se acumulan. Los testimonios orales, los documentos gráficos, los cadáveres, las violaciones y torturas... Parece que Rusia no ha escatimado medios de destrucción en esto que cada vez se parece menos a una guerra y se asemeja más a una rabiosa y cruel venganza.
¿A qué
viene esa sistemática destrucción de un país, a qué viene arrasar objetivos
civiles, la industria, los edificios vecinales, las escuelas, hospitales, maternidades...
todo? ¿Qué esperan que ocurra con Ucrania reducida a cenizas?
Está la
"locura de la guerra", pero también la "guerra de la
locura". La guerra es mala, sí, pero necesita un punto de racionalidad en
sus objetivos, algo que entender, aunque sean objetivos mezquinos. Pero esta guerra no solo tiene
objetivos mezquinos, sino que es mezquina en sí misma. Es solo destrucción sin
beneficio alguno y con un coste enorme para todos, especialmente para Rusia, más hundida cuanto más destruya.
¿Ha sido un error, un problema mal enfocado? Ahora extiende sus amenazas a otros países, en una progresión hacia el desastre europeo, mundial. ¿Qué pretende? Eso es lo que más asusta, esa espiral irracional de amenazas a países con los que está obligado a convivir y con los que solo mantiene ya una relación de amenazas.
Esto no
es una "guerra de temporada". Cuanto antes nos demos cuenta y
ajustemos nuestras economías y suprimamos las dependencias energéticas y de todo tipo con Rusia,
antes estaremos mejor protegidos ante algo que no conseguimos explicar o
entender. Pero nadie se para a preguntar al tigre por qué te persigue;
simplemente se corre hasta ponerse uno a salvo. Podemos pensar que lo de Ucrania es
una cosa "entre ellos", "viejas rencillas" que no va con
nosotros. Terrible error. Rusia lleva mucho tiempo tanteando las situaciones
bélicas, con vuelos sobre países que no debía sobrevolar y operaciones en
espacios con los que se ha ido haciendo militarmente, como ha ocurrido en
Siria. Lo de Ucrania no es una excepción, sino la continuación de una línea agresiva cada vez más clara.
Podemos
cometer el error de querer verlo como una cuestión local, creer que esto se acaba pronto y volveremos a la normalidad.
Desgraciadamente, esto es muy diferente a lo de la pandemia, la "nueva
normalidad" y la sonrisa sin mascarillas. Aquí no habrá ya normalidad.
Puede que no lo acabemos de comprender, que no sepamos a cuento de qué viene este cambio en nuestras vidas. Pero, como el barco hundido, lo cierto es que está en el fondo. Puede que algún día lo aclaren los historiadores, pero no es lo urgente. Lo real es que el Moskva está en el fondo del mar.
¡Solidaridad con el pueblo ucraniano!
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