jueves, 14 de abril de 2022

Pa la saca o no lo llames desastre

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Lo he escuchado y leído muchas veces: "no lo llames "desastre", llámalo "oportunidad". Se supone que esta frase está destinada a la superación personal, a que veas el vaso medio lleno e ignores el casi vacío que tienes delante de los ojos. Pero hay veces en que algunos se pasan de "superación" y las motivaciones les llevan demasiado lejos.

Cada vez que leo sobre una de estas estafas que nos dejan la pandemia desde su inicio, me acuerdo de la frasecita, que cambia de significado acercándose a algo mucho menos inspirador.

Aunque nos hayan llenado el mundo de este tipo de frases sacadas del mundo de la autoayuda y otros eufemismos con los que tapar la falta de recursos sanitarios o de cualquier otro tipo, la realidad tiende a ser menos resultona.

Salen a la luz conversaciones e intercambios con el trasfondo de esos seis millones de euros que se ganaron los comisionistas madrileños con un amparo que está todavía por establecer y con muy mala pinta para los implicados, incluidas las instituciones.

Es curioso cómo en estas estafas se multiplican los damnificados, los rasgados de vestiduras y demás actitudes lastimeras. La necesidad no justifica la negligencia. Las prisas son malas consejeras y el hecho de que sean estos "amigos" los que te traigan las oportunidades dice mucho sobre este tipo de amistades. Luego ya es tarde y todo son lamentaciones.

Lo más sorprendente de este caso es lo fácil que resulta pasar del desastre a la oportunidad cuando estás bien relacionado. Esto demuestra el valor de las inversiones en amigos, conocidos, familiares y que quien tiene una agenda tiene un tesoro.

Los que dicen haber sido estafados por estos dos pintas nos muestran además lo poco cuidadosos que son con el dinero ajeno, el más fácil de gastar y el que con más facilidad cambia de bolsillos. La excusa de la "necesidad" para no vigilar el gasto verificando quiénes eran estos "importadores" es de un primitivismo sofisticado, por decirlo así. Da mucho que pensar la facilidad con las que nuestras administraciones son víctimas de este tipo de situaciones, la facilidad con la que pagan altos precios y la poca atención que prestan a la baja calidad de lo que les venden. En unos casos, laberintos administrativos, burocracias interminable; en otros, la rapidez del rayo.

La tormenta perfecta son instituciones poco vigilantes, chorizos emprendedores y una necesidad extrema, como en los casos de la pandemia. Es entonces cuando se juntan el hambre y las ganas de comer, que dicen los castizos; la tormenta perfecta, que señalan los más cosmopolitas. Estos tres elementos interactúan entre sí y dan como resultado una estafa tal como la que hemos padecido. Las instituciones (los políticos en ellas, más bien) se justifican por la necesidad de satisfacer las demandas de urgencia de sus electores; los chorizos usan sus contactos y se hacen con los materiales ínfimos, que son los que, aplicando las santas leyes del mercado, les dejarán mayores beneficios. ¿Que luego nada sirve y hay que tirarlo? Es responsabilidad del que compra fijarse en lo que compra, responden con una sonrisa y un palillo entre los dientes.

En RTVE.es leemos sobre los avances en la investigación y la estimación de lo que se ganaron los "emprendedores": 

El sumario también incluye correos electrónicos entre los dos empresarios, como uno del 31 de marzo (día en que cobran la comisión, según el informe de la Agencia Tributaria), en el que Medina escribe en un correo a Luceño "Bien!!!!", a lo que este responde: "Pa la saca...".

En otro del 20 de abril aparece un desglose del contrato de las mascarillas. Según éste, las mascarillas enviadas al Ayuntamiento tenían un precio de coste de 2,4 millones de dólares y se vendieron por 6,6, dando un beneficio de 4,2 millones. De estos, un millón va a Medina, otro a Luceño, otro a alguien llamado Lin Shin, 500.000 euros aparecen como epígrafe "donación" (no especifica si es la que también se hace al Ayuntamiento) y 700.000 como beneficio de la empresa Leno.

Según la querella de Anticorrupción, el Consistorio madrileño pagó 11,9 millones de dólares por un millón de mascarillas, pero pagando un 40 % más del precio ofertado por el vendedor de China. Además, recibió 2,5 millones de guantes con una "calidad muy inferior y características distintas a las que se le habían ofrecido". Luceño había asegurado que se trataba de guantes de buena calidad que cubrían la mayor parte del brazo. Sin embargo, cuando llegaron eran de "ínfima calidad y solo llegaban hasta la muñeca".

También hubo problemas en la calidad de los tests de detección de anticuerpos, ya que una cuarta parte de los enviados no contaban con la sensibilidad suficiente como para ser útiles, como se desprende en el historial de mensajes del auto sobre el caso. De hecho, en septiembre ambos hablaban sobre la recepción de reactivos para suplir la ineficacia de los tests defectuosos. * 


Da cierto sonrojo leerlo, mucha indignación. Hay algo en ese "Pa la saca..." que nos revela que nada cambia, que los chorizos pueden pasar por las universidades o las pasarelas y que el material cárnico sigue igual o incluso va a peor; que puedes nacer en una barriada o entre los muros de la alta sociedad, que da igual.

Muchos dicen que la cantidad no es lo más relevante, que lo que verdaderamente espanta son las consecuencias en términos de enfermos, de vidas humanas que se pueden haber perdido para que los niños dieran su pelotazo y se compraran yates, Rolex, Ferraris y demás, para que se dieran esos fiestorros hoteleros en los que lucir lo que se habían comprado. Pero parece que nos impactan más los ceros de las cifras que los de enfermos y muertes producidas.

No les duraba mucho el dinero en la "saca", no... El diario ABC nos informa que en la cuenta de Medina solo quedan 247 euros, ¡pobrecito!, y que no le podrán embargar. Técnicamente es un pobre.

Algo nos falla en esta España nuestra. Falla la educación, desde luego, que es sustituida por el mal ejemplo, algo de lo que tenemos desgraciadamente mucho. La pandemia ha servido para dejar en evidencia el comportamiento individual, el colectivo y el institucional. Mientras hemos tenido comportamientos ejemplares por parte de personas que se han sacrificado por los demás, grupos y sectores que han dado más allá de lo que tenían, algunos han visto la pandemia —ya más de cien mil muertos solo en España— como una "oportunidad", como una forma de enriquecerse. Esto va desde el comportamiento de algunas residencias de mayores, que están siendo investigadas por negligencia hasta personas como estos dos "importadores". Tampoco ha sido muy ejemplar el comportamiento de algunas administraciones, que no han asignado los recursos suficientes para poder ofrecer una asistencia digna, camas suficientes o han escatimado en recursos humanos. Los problemas de la sanidad pública, del sistema educativo provienen de un desmantelamiento en favor del sector privado, una acción ideológica que se ha padecido cuando comprobamos que esta acaba derivando a la sanidad pública muchos de sus casos porque los recursos que tienen no son los suficientes.

El País 14/04

Hemos visto las consecuencias de haber estado cerrando escuelas públicas, reduciendo centros de salud o los colapsos en la atención primaria por falta de personal o recursos. Hemos vistos nuestras carencias digitales cuando ha habido que cerrar colegios, institutos y universidades, con aulas envejecidas y muchas saturadas para poder reducir el personal o cerrar otros centros. Durante casi dos décadas hemos ido para atrás en esto y de nada ha servido decirlo o protestar en las calles.

Los españoles han tenido que ir a Francia o pasarse a Portugal a comprar mascarillas o test durante el periodo del COVID-19, que no ha terminado, porque este material que se vendía allí en supermercados y en oferta, aquí era un gasto importante en las familias. El diario ABC lo llamó eufemísticamente "turismo farmacéutico".

 

Por motivos que nadie nos explica, cualquier "desastre" es, sí, una "oportunidad" escandalosa para hacerse rico y lucirlo ante los ojos del país porque, de qué sirve hacerlo si no lo puedes contar, en la mejor tradición hispana donjuanesca. El pelotazo, en una sociedad que retrocede moralmente, es una virtud nacional, admirada por los amigos de lo fácil, del ganar sin dar golpe o solo uno. Por eso se gastaron en lo que se gastaron el dinero los dos amigos de sus amigos. 

No hay que considerar esto como casos aislados, sino como una tendencia que se manifiesta como objetivo asequible, más fácil que lograr un empleo estable. Los políticos lo aprovechan para sus guerras, pero no le ponen fin, incapaces de llegar a cualquier acuerdo. El efecto es esta "ejemplaridad negativa", esta promoción de personajes, que llenan el hueco en el imaginario de los que ven el crecimiento de la desigualdad, el triunfo de los que no tienen escrúpulos y la exposición del glamur, en donde un apellido te abre más puertas que el trabajo honesto, siempre penalizado. En este escenario, hermanos, primos, amigos... son la puerta al pelotazo.

¿Cuánto tiempo hace que no escucha la expresión "pobre, pero honrado"? Probablemente mucho, algunos hasta la considerarán ridícula. Para ellos la pobreza es real, mientras que la honradez es un detalle decorativo. Se nos ha impuesto, a base de pelotazos, esta pseudo moral social, a base de mirar embelesados a estos ricos rápidos, sin esfuerzo, solo con agenda. Todo por el beneficio, pero sin el esfuerzo. "Compromiso", "responsabilidad", "esfuerzo", "honradez", etc. son los términos del diccionario para tontos.

Por eso da tanta pena la facilidad con la que dos o más chorizos son capaces de sacarle seis millones en comisiones a Ayuntamientos, ministerios, a una porquería de materiales, por debajo de la calidad mínima exigida. Desgraciadamente, su ejemplo es un camino futuro para algunos, ¿por qué no? Cada uno que se busque la vida. Y lo que saques, pa' la saca.

 
* "Uno de los comisionistas, a uno de los altos cargos de Madrid: "Ya me ha dicho Luis que le llamó Almeida"" RTVE.es 13/04/04/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220413/contrato-mascarillas-madrid-estafa/2331222.shtml 

La Vanguardia

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