jueves, 21 de abril de 2022

A ver cómo va la cosa

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Ayer asistí a dos actos públicos, un consejo de departamento (50-60 personas presentes) y la presentación de un libro de una compañera por la tarde (120-150 personas), lo que suponía un buen test sobre el uso de las mascarillas. Los dos reflejaron mucha precaución por parte de los presentes y una cuestión clara: el conflicto se traslada de nuevo a la gente.

El decreto de nuevo pasa la pelota a las empresas y a las personas. Nos dice que los que quieran lo podrán seguir llevando (¡estaría bueno!), que serán las empresas las que decidan si se lleva o no (decidirán los de Riesgos Laborales) y pone solo algunos límites entre los que se incluyen las farmacias y residencias de mayores, además del transporte público, y se vuelve a decir eso de "siempre que se pueda mantener las distancias" y todas esas fórmulas.

Era interesante ver cómo las personas coincidían en un mismo espacio con mascarillas y sin ellas, reflejándose el miedo, la prudencia y el desafío de una normalidad en la que casi nadie cree. Los había que conservaban las distancias y las mascarillas, los que llevaban mascarillas pero se reunían y finalmente, los menos, los que iban sin mascarillas y no mantenían las distancias. Todo un muestrario del estado interior de cada uno respecto a las normas y a la interpretación de cada cual en función del nivel de seguridad percibido y del propio análisis de la credibilidad.

Los expertos se curan en salud y ya empiezan a vaticinar las nuevas subidas tras la festiva Semana Santa. Hay dos líneas principales que se entrecruzan: la festiva, que presenta la retirada de la mascarilla como una celebración de la sonrisa y la felicidad, que anima a la gente a que se sume a la celebración mediante mensajes de playas, fiestas, brindis y niños saltan alborozados en sus clases; por otro lado, la crítica, que advierte que no hay que bajar la guardia, que el coronavirus sigue ahí, que apela a la responsabilidad individual frente a las medidas "liberadoras" y al sentido común. Me ha resultado interesante ver cómo algún experto que hemos visto en las televisiones hablando sin mascarilla ahora era entrevistado con ella puesta. ¿Casualidad?

De nuevo, el principal argumento del gobierno es que estamos vacunados muchos, que la presión sobre la sanidad ya no es tan crítica. La traducción es: si se enferma hay sitio y se morirá principalmente por no vacunarse o por ser persona de riesgo. Teniendo en cuenta que en gran parte el mayor riesgo es la edad y que vivimos en un país de viejos, ya sea en residencias, casas propias o con las familias, es comprensible que el  miedo a quitarse las mascarillas esté presente en mucha gente.

Casi todos los medios han salido a la calle a tantear el ambiente en esta fecha de quitado de mascarillas. En RTVE.es comienzan el recorrido así:

El primer día del fin de las mascarillas en interiores ha arrancado con cautela y dudas. "Aquí no sabemos si ponérnosla o quitárnosla", dice un trabajador a TVE. Lo cierto es que muchos comercios han amanecido este miércoles con ellas: la mayoría de los clientes y de los trabajadores se han resistido a guardarlas. “Nos da más seguridad”, explica la encargada de un centro de belleza madrileño. El cambio puede ser algo brusco, reconoce. Pero quizás en unas semanas, cuando entrar en un supermercado sin mascarilla vuelva a ser normal, todo cambie. “A lo mejor nos la quitamos, vamos a ver cómo va la cosa”, incide.*

La respuesta de mucha gente sigue siendo vertical "¿se puede?", cuando la esencial debería ser "¿se debe"? La tensión entre estas dos formas de plantearse el uso de las mascarillas es esencial para entender lo poco que han aprendido algunos (o lo poco que importa), algo que forma parte de la explicación del "miedo" del que hablan. Al virus no debemos tenerle miedo si se cumplen las normas. Pero no es el virus quien las incumple, sino las personas con las que nos relacionamos, de ahí que el miedo sea finalmente a aquel que no hace lo que debe. Son aquellos que no solo no llevan la mascarilla, sino que se te sienta al lado, sin mantener distancia alguna, que viajan sin ponérsela en el transporte público, etc.

Nos hemos empeñado en considerar la mascarilla como un "obstáculo" de la normalidad" y no como una protección contra la anormalidad que es el contagio. Lo normal sería protegerse y respetar las formas de protección. Sin embargo, hemos hecho lo contrario, hemos estigmatizado la mascarilla como un obstáculo, como una maldición. Esto hace mucho más difícil eso que a veces se dice pero no se practica, "convivir con el virus". No convivimos con el virus sino con ciudadanos a nuestro alrededor, personas responsables o irresponsables según se tercie.

De nuevo han vuelto las ministras a lucir sonrisas y a pedirnos que las luzcamos por calles, bares, fiestas y playas, que es donde se realiza esa vida productiva española. Lo peor es que esa sonrisa es un mensaje de autosatisfacción, como si se hubiera conseguido un objetivo, cuando la pregunta debería ser otra: ¿qué hemos hecho mal para tener más de cien mil muertes, cuántas se han debido a insuficiencia de recursos, mala gestión, etc.? Pese a los cambios contables, lo cierto es que nuestras cifras crecen de nuevo y los expertos advierten que habrá en poco más de una semana reflejo de las alegrías vacacionales, como las hemos tenido anteriormente tras los periodos de sonrisas vacacionales de todo tipo.

Las cifras serán cruciales en estos próximos días y cada cual pondrá el listón de la prudencia o de la imprudencia en su cota. De nuevo, tendremos que ser los ciudadanos los que tengamos que dirimir en los espacios dónde nos quedamos, si ventilamos, etc. La idea de "a ver cómo va la cosa" se acaba imponiendo y dependerá de ello lo que pase. La pena es que aquí los experimentos no se hacen con gaseosa, sino con vidas humanas. De nuevo chocan los conceptos de "normalidad", que en modo alguno debería ser en términos prepandemia, sino al contrario, sacando consecuencias de lo vivido para tratar de evitarlo. Con el virus presente, es solo cuestión de tiempo.


* Laura Gómez Sánchez "El fin de las mascarillas en interiores arranca con cautela y dudas: "Aquí no sabemos si ponérnosla o quitárnosla"" RTVE.es 20/04/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220420/fin-mascarilla-interiores-reacciones-cautela-donde/2334800.shtml

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