Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las
próximas elecciones francesas —y probablemente otras próximas en diferentes
países— tienen lo que podemos llamar de forma general "dimensión
europea", pero que se puede afinar como una "dimensión rusa". Si
bien, en general, Europa condena la bárbara invasión rusa de Ucrania, las
diferencias se comienzan a manifestar cuando se abordan las medidas que hay que
tomar en el apoyo a Ucrania y, especialmente, en los efectos sobre los propios
países.
En el
diario ABC, su corresponsal en París, Juan Pedro Quiñonero, recoge los efectos
del segundo debate presidencial y tras señalar la creencia en la victoria de
Macron por parte de las encuestas realizadas, cierra su análisis así:
Desde hace días, la prensa europea de referencia política y financiera había insistido en la dimensión continental del duelo entre el presidente saliente y la candidata conservadora, que propone «desmantelar» la Unión Europea (UE), sustituida por una Alianza de Naciones Soberanas que debería tener, a su modo de ver, «relaciones privilegiadas» con Rusia.
En ese terreno, Financial Times, resume el debate con este titular: «Emmanuel Macron acusa a Marine Le Pen de dependencia de Vladimir Putin».
Desde esa misma perspectiva, la Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ), presenta el debate con este titular: «Le Pen: "No deberíamos hacernos el harakiri para castigar a Rusia». Südetusche Zeitung prefiere insistir en el 'detalle' internacional más sensible del debate: «Macron acusa a Le Pen de depender de Putin».*
Lo expresado por Le Pen de una "alianza privilegiada" con Rusia va en contra de todo lo que en este momento se está manifestando de forma oficial por Europa, que es cómo reducir la dependencia creada en décadas con una combinación de ceguera e intereses creados, como se va desvelando al sacar a la luz todo el entramado político y económico tejido por Rusia en décadas.
A veces las cosas se comprenden mejor mirando hacia atrás, recuperando lo que la velocidad de vértigo de los acontecimientos ha dejado por el camino. Recupero un artículo de agosto de 2021, firmado por Xavier Colas en el diario El Mundo con motivo de la retirada de Angela Merkel, que lleva por el hoy visto irónicamente título "Putin se despide de Merkel recordando que Rusia ya no quiere revoluciones":
Han sido una 'pareja' imposible pero longeva. El presidente ruso, Vladimir Putin; y la canciller de Alemania, Angela Merkel, se dijeron adiós en Moscú. Ella, al mando de la locomotora de la UE, dejará el poder el mes que viene sin haber atraído a Putin hasta la legalidad europea. Él ve marcharse a una interlocutora privilegiada, capaz de separar el gas de los derechos humanos pese a las presiones de EEUU. Él habla muy bien alemán y ella entiende perfectamente el ruso: suficiente para comprenderse sin estar de acuerdo, cada año, durante más de década y media.
[...]
Putin estaba más atento a los negocios. Aseguró que Rusia cumplirá con sus compromisos sobre el tránsito de gas a través de Ucrania a pesar de la nueva ruta en el Báltico, aunque condiciones. La principal pega al NordStream 2 ha sido que, además de aumentar la dependencia del continente respecto a Rusia, devaluaba el valor geopolítico de Ucrania, un país invadido y amenazado por Moscú y los separatistas armados. Si Ucrania deja de ser la tubería de los europeos, será más fácil prenderle fuego en el altar de una Rusia sin límites. Putin está dispuesto a seguir bombeando su gas a través de Ucrania después de 2024, pero para ello necesita detalles sobre futuras adquisiciones de combustible por la UE. "No podemos firmar contrato de tránsito hasta que tengamos contratos de suministro a nuestros clientes en Europa".**
El segundo párrafo citado explica mejor lo que está ocurriendo, pues anticipa lo que iba a ocurrir: al crear una vía alternativa a Ucrania para la conducción del gas, esta deja de tener valor. Putin no quería "revoluciones", pero sí una guerra depredadora que busca crearse —basta con ver el mapa de operaciones para entenderlo— una franja de seguridad de todo lo que es el sur y las salidas al mar, para lo cual ya se tragó Crimea.
La frase en negrita del artículo hace referencia a que mientras a Merkel le interesaban los derechos humanos, a Putin le interesaban los negocios. Esta fórmula en la que basta con poner sobre la mesa algunos problemas para seguir comprando y vendiendo se ha ido extendiendo de una forma bastante hipócrita. Su escenificación es sencilla: me reúno con el otro y le planteo algunos problemas en la rueda de prensa final, lo que en lenguaje mediático se llama una "postura firme", pero luego no actúo más allá, todo lo más una sancioncilla de nada para volver a casa dignamente y mantener el tipo ante mi electorado.
Hoy podemos interpretar de esta forma muchas de las reuniones internacionales. La retirada de Merkel es cada vez más interpretada por analistas como un punto crucial de este laberinto económico y político de la dependencia de Rusia, hoy claramente percibida como un arma planificada con la que piensa afianzar sus conquistas, término al que ya no hay que poner comillas porque es lo que mejor describe sus actuaciones.
22/09/2021 |
Putin ha esperado hasta el último momento para asegurar una crisis económica, de crecimiento, de inflación, etc. Las fechas de subida de la energía son previas a la invasión y no deben separarse de ella, forma parte de lo que hoy llaman esa "guerra híbrida" en la que se entremezcla la desinformación, la inflación, la agitación y la invasión, todas ellas acciones programadas y coherentes con los objetivos.
Europa está preocupada por las líneas ocultas de dependencia, como las que han salido con las elecciones francesas, de las deudas millonarias de Marine Le Pen con los bancos rusos, algo que se sabía desde hace tiempo, los apoyos que se señalaron ya hace tiempo de financiación del Brexit (una maniobra exitosa para el debilitamiento de Europa), los escándalos ucranianos sobre el hijo de Joe Biden solicitados por Trump para su campaña electoral y que se le frustraron, la dependencia alemana del gas ruso que ha hecho de Alemania un elemento de boicot a las demás medidas y con cuyo dinero se está financiando la guerra, los lazos de políticos europeos con empresas rusas y de rusos en empresas europeas... Es un sinfín de hilos en la telaraña que Vladimir Putin ha tejido sobre Europa.
El programa electoral de Marine Le Pen es un programa claro en dos sentidos: disolver la Unión Europea y tener a Rusia como socio preferente. Decir esto hoy, con miles de muertos por enterrar o enterrados en fosas comunes, con más de cuatro millones de desplazados por la invasión, es un insulto a la inteligencia francesa y europea. Llamarla "candidata conservadora" es un lapsus o un insulto a la inteligencia de los lectores españoles.
Lo que parece evidente es que los lazos creados con la Rusia de Putin van a ser determinantes en muchos aspectos de la próxima vida política europea y mundial. La "debilidad" que Putin ve en las democracias es precisamente la de la discordia, es decir, la necesidad de los dirigentes de justificar las privaciones a las que nos vamos a tener que enfrentar. Él no tiene ese problema dado el carácter autoritario, represivo y propagandístico de su régimen. Son dos modelos los que están frente a frente, por eso es escandaloso el programa de Le Pen y vergonzosas las reticencias de algunos países que no quieren (¿quién quiere?) ver frenado su desarrollo. ¿Ha mantenido Alemania su carácter de "locomotora europea" gracias a los beneficios del gas ruso? Es una buena pregunta que hace cuestionar a algunos analistas el legado de Merkel, ya que han sido esa década larga de amistad la que han creado esta dependencia.
¿Fue la retirada de la hoy silenciosa Merkel el disparo de salida de lo que está ocurriendo hoy? La cuestión no es trivial, aunque lo que importa ahora es cómo sacudirse esa dependencia que obliga a cambiar muertes por gas y trigo.
Que los lazos de Putin hayan apostado por Francia, con Le Pen, y con Alemania, con ex dirigentes silenciosos otros en consejos de empresas rusas; con la Italia de la ultraderecha de Mateo Salvini o los populismos nacional-derechistas en Hungría, por citar lo más evidente, es bastante significativo. Es el peligro que Francia debe conjurar este domingo en la urnas. De no hacerlo, el desastre está servido más allá de lo que podamos imaginar.
Los analistas del voto francés señalan que el máximo poder de Marine Le Pen se encuentra en las clases más desfavorecidas, en los que padecen más las crisis económicas y de empleo, la inflación, etc. Son las más proclives a este populismo nacionalista que responsabiliza a Bruselas de su pobreza y olvido. Si no se cortan estos discursos con hechos, con demostraciones de la preocupación real, no demagógica, de las instituciones, es cuestión de tiempo para que ese tercio de los votantes de la izquierda de Jean-Luc Mélechon, dispuesto a votar a Le Pen se amplíe y se extienda por esta Europa nuestra, huérfana de luces y lanzada a emociones peligrosas.
ElDiario.es 7/03/2022 |
* Juan Pedro Quiñonero "Macron gana a Le Pen en un debate marcado por las acusaciones de «dependencia» de Putin de la extrema derecha" 21/04/2022 https://www.abc.es/internacional/abci-macron-gana-debate-marcado-acusaciones-dependencia-putin-extrema-derecha-202204211016_noticia.html
** Xavier Colas
"Putin se despide de Merkel recordando que Rusia ya no quiere
revoluciones" El Mundo 20/08/2021
https://www.elmundo.es/internacional/2021/08/20/611fe986fc6c8357348b45e5.html
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