martes, 26 de abril de 2022

Hola, mundo cruel o el estrés en que vivimos

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

La pandemia ha servido para sacar a la luz mucha información que antes apenas tenía hueco y que ahora vemos a diario. Me refiero a la cuestión de la salud mental, un asunto que provocó hasta la risa parlamentaria de algún "alma sensible". Salvando estas sensibles excepciones, lo cierto es que la expresión "salud mental" aparece casi a diario. Las noticias llaman a las noticias y lo que despierta interés sigue saliendo. Esto es importante en un sector en el que la tendencia al silencio o a la ocultación suele ser frecuente, cuando no la burla, como en el ejemplo parlamentario antes citado.

En estos días de retirada oficial de las mascarillas se nos habla de "complejos", de "miedos" a mostrar el rostro, de inseguridades en niños y adolescentes, también en adultos, de los que se nos dice que la mascarilla favorecía su deseo de ocultación.

Hemos visto con el confinamiento en la pandemia la escalada de la violencia en los hogares, lugares en los que la convivencia se traducía en muertes y agresiones. No creo que la pandemia en sí sea la que lo ha generado, pero sí ha incidido en la mayor visibilidad, por un lado, y en el aumento de la presión sobre las personas, que han estallado ya sea en implosiones, agravando sus propias situaciones, y en explosiones, haciendo que otros los padezcan.

Vivimos en el filo del estrés, provocado este por múltiples situaciones que no solo no se resuelven sino que van aumentando con el tiempo, nos desequilibran y en muchos casos nos hacen estallar. Estamos en una sociedad que resuelve pocos problemas y crea muchos. Vivimos bajo presión laboral, económica, informativa, física y emocional. Todo esto se debe gestionar por uno mismo ya que nuestra sociedad ha contabilizado el gasto que supone nuestra salud mental y ha decidido ignorarlo. La atención para la salud mental es una de las grandes fallas de nuestro sistema, incapaz de valorar, diagnosticar y ayudar a resolver. Los medios son muy insuficientes ante el desbordamiento de los problemas mentales que se esconden y enquistan hasta que estallan con imprevisibles consecuencias.

Muchos de estos problemas son la traducción de las agresiones exteriores. En RTVE.es leemos sobre los efectos de las violaciones:

 Asaltada, violada y golpeada a los 16 años. ¿Cómo se puede afrontar el trauma de vivir algo así? Hay que tratarlo cuanto antes, para que deje menos secuelas. Lo primero es hacerles ver que ellas no son responsables sino víctimas. Pero hay más dificultades en el proceso. ¿Qué secuelas deja? Desde lo físico a lo emocional y lo social. Vergüenza, desesperanza, desconfianza ante la vida. Un estado constante de hipervigilancia. El proceso puede acompañarles toda la vida.*

"Apoyo, terapia y tiempo" es lo que se necesita y es justamente lo que falta, lo que hace que nos alejemos de la solución de los problemas o de la simple atenuación.

La cuestión es quién te acompaña en el proceso, quién vela porque eso no deje secuelas. En lugar de ello, nos preocupamos por describir las secuelas, que fruto de los hechos, poro también de la falta de asistencia.

Somos el país del mundo con mayor consumo de ansiolíticos, según nos decían hace unos días. Los propios médicos, ante la imposibilidad de profundizar en los trastornos por falta de tiempo en las consultas, confesaban que no les queda otra opción que intentar tapar los síntomas a base de pastillas, que están desbordados y que así es imposible mejorar la salud mental. No solo no arreglamos nada, sino que además creamos problemas de dependencia. Las pastillas lo tapan todo, el dolor, el insomnio, los recuerdos.

También en RTVE.es leemos sobre las secuelas del maltrato infantil:

En España hay 15.000 denuncias al año por maltrato a menores pero son muchos los casos que quedan silenciados. Ese maltrato está detrás de más de un tercio de los problemas mentales que se diagnostican en la edad adulta, como depresión, trastornos de la personalidad o intentos de suicidio. Laura Sanmartín sufrió abusos sexuales de los 8 a los 13 años y asegura a TVE que no sabe "qué clase de persona hubiera sido" si esto no le hubiese sucedido: "Sé que la niña que yo era deje de serlo".**

No sabemos quién podríamos haber sido, pero sí que la existencia es una tortura. La vida se plantea como una carrera de obstáculo en la que cada salto se refleja en lo que sigue. Cada problema es un peso en la mochila vital.

Lo peor es que el sistema en su conjunto se ha deshumanizado. Hablamos de maltrato infantil, violencia de género, pero dejamos de lado la violencia laboral, el estrés que supone trabajar tapado por el estrés que supone el desempleo. Ha sido una sorpresa para muchos comprobar que los despedidos de empresas durante la pandemia —especialmente en el sector de la hostelería— no regresaban a los puestos de trabajo. La explotación en el sector, la precariedad, etc. ha generado un estrés que ha hecho que no regresen y busquen colocación en otras.

Recibo información de muchos ex alumnos que se desempeñan en diversos trabajos. Cuando esperas escuchar la alegría del que tiene un trabajo, te encuentras con una descripción de abusos y humillaciones, de miserias padecidas por parte de compañeros y superiores que no deja de sorprenderte. No es solo aquí, desde luego. Es este mundo creado para explotar sin escuchar, para sacar de ti el máximo posible al menor precio, que una vez usado te tira a tu suerte. Un mundo duro.

El diario ABC nos trae una noticia más, el aumento de suicidios entre la Policía Nacional y la Guardia Civil:

Los meses posteriores al confinamiento dispararon el número de suicidios, también en los ámbitos laborales más comprometidos. En concreto, en las fuerzas de seguridad del estado hasta 17 policías nacionales y 17 guardias civiles se suicidaron en 2021, según los datos de un estudio interno elaborado por los sindicatos y expuesto este lunes por Jupol. La cifra es alarmante, pues supone que cada 11 días se suicidó un agente.

Según el perfil elaborado por el sindicato policial, el 98% de quienes se suicidaron eran hombres, frente al 2%, que eran mujeres, y el 90% de ellos lo hizo con su propia arma, expuso en una mesa redonda sobre salud mental organizada por el CES Carcenal Cisneros Laura González López, policía nacional y secretaria de riesgos laborales en Jupol. 

Tras la pandemia descendió la edad de los agentes que se quitaron la vida, pasando de 47 a 42 años, respecto al año anterior. Llama la atención que 4 de estas personas se encontraban en prácticas o habían empezado a prestar servicio recientemente.

«El problema es que no tenemos ayuda y necesitamos ser superhombres o súpermujeres, cuando en realidad somos personas como todos», ha defendido González.

Según los datos recabados de todos aquellos agentes que han utilizado la ayuda psicológica a través de su teléfono de atención 24 horas la mayoría achacan estrés laboral, y según la función policial que desarrolle influyen también otros problemas laborales así como divorcios o conflictos legales. En los guardias civiles, además, pasa factura el aislamiento y la soledad, pues particularmente trabajan en pueblos o pequeños municipios alejados de las grandes urbes en contraposición al resto de fuerzas policiales. ***


De nuevo la pandemia como desencadenante, pero no es la causa en sí. Podemos entender que la propia naturaleza del trabajo sea estresante, pero no se entiende de nuevo la falta de ayuda, que es la que puede frenar las muertes si se recibe la atención necesaria, que debe estar prevista por las instituciones. Pero nos encontramos aquí con el mismo problema: la falta de ayuda. ¿Se han asumido los suicidios como una situación "normal", algo con lo que ya se cuenta? ¿"Problemas personales"? El descenso de la edad de los suicidas nos indica que el desbordamiento se produce antes, cada vez más pronto. Los suicidios de las personas en prácticas son otro indicador preocupante del aumento del estrés.

Lo terrible de este tipo de situaciones la están padeciendo otros sectores llevados al límite, como ocurre con la Sanidad, en la que vemos el desbordamiento, la falta de recursos denunciada una y otra vez, la precariedad de personas contratadas y despedidas varias veces al año. La situación puede verse en casi todos los sectores, pues es el mundo al que nos hemos "acostumbrado", por el que uno no debe quejarse, sino dar las gracias. Que te despidan es un privilegio porque significa que has estado contratado.

El estrés generado produce violencia contra uno mismo y contra los otros, lo que acaba de agravar el problema. El estresado transmite su rabia contra otros formando una cadena descendente que llega hasta los últimos rincones de las empresas o de las escuelas. Es difícil encontrar puntos de desahogo que no impliquen pagarlo con otros reproduciendo el ritual del maltrato normalizado.


Pero no es solo el trabajo. El aumento de la violencia entre adolescentes los estamos viendo cada día en las noticias. El sector educativo padece muchos de estos problemas, donde la violencia se transmite entre niños y adolescentes a través del acoso escolar. Han aumentado los suicidios entre jóvenes. La noticia de que la mascarilla les había servido para esconderse no debe ser tomada a la ligera.

Más allá de los estudiantes, el sector educativo se encuentra en permanente estrés presionado por mal entendidas fórmulas de competición en las que se reparte miseria y estabilidad. Como todo sector altamente jerarquizado, es fácil que se produzcan abusos, desahogos, y una vez más un estrés crónico. 

Hay mucho más estrés que los abusos en las escuelas repartido por todo el sistema, de universidades a colegios. Pero, una vez más, son el reflejo de este mundo violento e implacable que hace que las personas se tengan que proteger detrás de mascarillas, reales o simbólicas. Es sistema es cruel, distante, donde los problemas que genera este tipo de vida se asumen como parte del conjunto. Se nos acusa de sobreprotectores cuando tratamos de paliar los efectos; la realidad no va a cambiar, cuanto antes nos acostumbremos a ella, mejor, nos dicen. Es elevar la supervivencia a estado de normalidad. Y muchos no sobreviven.

De poco sirve denunciar problemas si el principal problema es la falta de atención. Son de estas cosas de las que se deben ocupar nuestros responsables en las instituciones, en los parlamentos, ayuntamientos y Consejerías. Este empeoramiento de la salud mental, estén donde estén sus límites y definiciones, es preocupante porque se traduce en muchas formas de violencia, unas penalizadas, otras ignoradas y muchas consentidas.  


* "Las claves para recuperarse de una violación: apoyo, terapia y tiempo" RTVE.es A la Carta La 1 Telediario 2 https://www.rtve.es/play/videos/telediario-2/claves-recuperacion-violacion-mujer/6502182/ 

** "El maltrato infantil detrás de los problemas mentales" RTVE.es A la Carta Telediario 1 25/02/2022 https://www.rtve.es/play/videos/telediario/maltrato-infantil-problemas-mentales-adultos/6508593/ 

* Nieves Mira "Hombre de 42 años y con problemas personales: el perfil de los agentes de la ley que se suicidaron en 2021" ABC  26/04/2022 https://www.abc.es/sociedad/abci-hombre-42-anos-y-problemas-personales-perfil-agentes-ley-suicidaron-2021-202204260322_noticia.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.