Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Radiotelevisión
Española nos da una noticia que era cuestión de tiempo: "Los talibanes
eliminan el Ministerio de la Mujer y lo sustituyen por el de la Prevención del
Vicio". Me imagino que es el temor a hacer un titular demasiado largo lo
que acorta el nombre real del Ministerio talibán. Con la mitad del nombre en el
titular, el nuevo ministerio pierde una parte esencial de sus funciones.
Afortunadamente, el nombre completo se recupera dando cuenta de la dimensión de
lo que está ocurriendo en el país, el enorme y cruel drama que están viviendo
una importantísima parte de la población:
Los talibanes han disuelto oficialmente el
ministerio afgano para Asuntos de la Mujer, y en su lugar han creado el
ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio, que se
encargará de la rígida implementación de las normas islámicas y a cuyo frente
estará Mohamad Khalid.
“Se ha abolido el Ministerio de la Mujer, los
talibanes nos dijeron que ya no hay ningún ministerio para la mujer y que este
se convierte en el Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención
del Vicio”, ha dicho a Efe Islamuddin, exfuncionaria de la desaparecida institución.
La eliminación de esta cartera ha quedado
oficializada este viernes por las autoridades del Gobierno islamista con la
instalación de un nuevo letrero en el que se lee: "Ministerio para la
Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio del Emirato Islámico de
Afganistán".*
Desde
el principio hemos insistido en la enorme mentira de los talibanes. No pueden
hacer otra cosa que lo que hacen hasta el momento; vigilar y castigar, como el
título de la obra de Michel Foucault, que hubiera podido describir a la
perfección este sistema ideológico, esta aberración religiosa y política que no
ha "ganado" nada, sino que ha esperado a que se fueran los ocupantes,
única garantía de respaldo del orden igualitario.
Los
republicanos han criticado hipócritamente lo hecho por Joe Biden y su
administración, cuyo error principal ha sido haber dado por bueno y fiable lo
pactado anteriormente. Desde luego, lo que ha hecho la administración Biden es
un enorme desastre que le será recordado en la historia como su legado, algo
que ya han asumido lo comentaristas norteamericanos, dejándonos con la preocupación
de qué tratará de hacer Biden para sacudirse lo hecho.
Con la desaparición de un Ministerio de la Mujer, los talibanes crean un gigantesco burka para todas las mujeres afganas, que desde este momento dejan de ser objeto de atención como tales y pasan a ser objeto de vigilancia.
Los que se preocupan por la situación de la "economía afgana" deberían reconsiderar la situación y pensar si es una "crisis" o es una vuelta a la "normalidad afgana". La huida de cientos de miles de afganos significa algo más que grandes colas y caos. Significa que el país está divido en dos grandes frentes temporales: el del pasado inamovible y el del futuro deseable.
Los
talibanes —lo hemos dicho— carecen del concepto de progreso, algo que se acuñó
en Occidente tras la Revolución Industrial. Pero el pensamiento integrista
islámico no puede saber nada de progreso, pues su ideal, como en el caso de los
salafistas, es parecerse a la época de Mahoma, lo que les permite importar todo
lo que necesitan del pasado. Es lo que representa promover la
"virtud" y acabar con el "vicio". "Virtud" significa
seguir la Sharia y "vicio" no seguirla. Es un mundo en blanco y negro
en el que lo único es sancionar en la tierra a los que no obedecen y esperar
que en el cielo se recompense al que ha seguido las instrucciones adecuadamente
y al que se llama "virtuoso" y "piadoso". Que nadie espere
mucho más de los talibanes. Basta con ver las caras de los que están abajo con
los fusiles y los que están arriba "dirigiendo la oración" para darse
cuenta que hay poco que hacer (no te dejan) y menos que esperar.
La
única economía posible es el opio y el tráfico de armas. La gente está en las
calles malvendiendo lo que tienen para conseguir algo de lo que no hay porque
nada se fabrica y los que fabricaban han salido corriendo con lo que tenían
puesto o hace tiempo que lo pusieron a buen recaudo. Los que quedaron están escondidos,
con el miedo a que llamen a su puerta.
Nos llegan imágenes de garrulos talibanes mirando los palacios lujosos de los que salieron corriendo. Son una buena imagen de lo que ocurre y ha ocurrido en Afganistán. Sin ningún sentido social, el dinero que fluye va a hacer a algunos más ricos, reproduciéndose los sistemas de castas familiares. Las familias poderosas lo son porque Dios lo quiere; los señores de la guerra, igualmente, son poderosos porque Dios lo quiere. Y los millones de desgraciados, nacidos en la pobreza, lo son igualmente porque Dios lo ha querido. Afganistán llevaba décadas de miseria asentada y bendecida, consagrada por los enfrentamientos entre los poderosos y el colaboracionismo de supervivencia cuando eran invadidos. Pero nadie ha conseguido darle forma más allá del día a día.
Los
talibanes son el regreso a la inacción. Aquellos que creen que las ayudas van a
servir de algo se equivocan. Han tenido todas las ayudas posibles y solo las
mujeres han sabido aprovecharlas, algo que no van a permitir los talibanes,
como muestra la desaparición del ministerio, una obsesión para ellos. No
existen "asuntos de la mujer"; la mujer es "asunto" de sus
padres y maridos. Son ellos los ministros de su casa, las autoridades visibles,
suyas son las manos que hay que besar por seguir vivas.
Antes
de que los talibanes regresaran, escribimos aquí hace cerca de diez años, sobre
la costumbre en todos los niveles sociales de transformar a una hija en
"hijo". Cuando una familia no era bendecida con un hijo "varón",
los padres —para evitar el estigma social de que Dios no te daba un hijo—
transformaban a la hija mayor en "niño". Desde ese momento, se
vestía, llevaba el pelo, etc. como un varón hasta que llegaba el momento de
casarla. Entonces volvía su condición de objeto que se traslada al pretendiente
seleccionado. Un hogar sin hijo varón se considera un hogar maldito. La mujer
que se ocupó del ministerio ahora desaparecido sabía lo que era esa práctica
porque ella misma lo había padecido. Ella también tuvo que vivir como un varón
para que sus padres no vivieran la vergüenza de no tener un hijo.
La gran
transformación afgana ha sido en lo que ahora se trata de deshacer, la mujer. Pero
no debemos pensar en la mujer como en el
papel de la mujer en la sociedad. Las que salen a protestar son las
mujeres, las que se ven afectadas. Para la mayoría, en cambio, es volver a las
viejas costumbres, el burka, el encierro, el no trabajar, no salir a estudiar,
etc. Por eso es importante no dejar de difundir todas estas noticias que pronto
se perderán en la vorágine informativa.
Durante las últimas dos décadas, la
institución tuvo como misión desarrollar políticas, promover los derechos,
eliminar la violencia y la discriminación contra la mujer, así como promover su
participación activa en la vida social y política de Afganistán. “Cuando los
talibanes asumieron el poder, pensamos que habían cambiado, pero
lamentablemente no vemos cambios en las opiniones y actos de los
talibanes", ha dicho a Efe Dadras, exempleada del ministerio y activista
por los derechos de las mujeres.
"Lo perdimos
todo"
“¿Dónde está esa comunidad internacional que
estuvo hablando de los derechos de las mujeres en los últimos 20 años?, hoy nos
quedamos atrás y solas, nadie nos escucha”, ha explicado la activista. Para
Dadras la llegada de los talibanes, junto a la exclusión de las mujeres del
Gobierno, y la pérdida del terreno ganado en los últimos 20 años, deja un
camino incierto para el futuro de sus hijas, y las próximas generaciones
femeninas de Afganistán.
"¿Por qué la comunidad internacional no nos apoya? Las mujeres lo hemos perdido todo, no tenemos a nadie que nos apoye”, lamenta. A pesar de todo, algunas activistas creen que estás acciones no podrán silenciar las exigencias de las mujeres.*
Creo
que las palabras son suficientemente claras sobre lo que ha ocurrido. Lo que se
eliminó simplemente se había interrumpido porque no se dejaba llevar a la
práctica, no porque hubiera un cambio social real. Con la excepción de las
mujeres, todo lo demás vuelve a "su sitio". Es a ellas, para variar,
a quienes se desposee de lo ganado porque esa ganancia, según los talibanes,
son formas de vicio y no de virtud. Y una parte importante del pueblo considera
que está bien, porque así lo quiere Dios y, en especial, así lo quieren los que
tienen las armas y se pasean por las ciudades y pueblos. Hemos hablado muchas
veces aquí de lo que supone la "normalización" talibán. Ahora lo
podemos ver con más claridad.
Hay otros países que hacen cosas parecidas a los talibanes, pero hay una enorme diferencia: son ricos y sus poderosos dirigentes mantienen a raya a Occidente con el petróleo, las compras de armamento y las inversiones en el extranjero. Afganistán, por el contrario, es muy pobre y lleva décadas de guerra que lo único que han servido es para sobrevivir entra la violencia y a aprender a ser sumisos por supervivencia ante los amos reinantes.
La parte
que ha colaborado con la ocupación internacional del país se va no porque sea
progresista, sino porque teme por su vida. Por eso el país se ha desmoronado
como un castillo de naipes. Han cobrado de los que les invadían para sobrevivir
y vivir medianamente bien. Su apuesta era esa, sabiendo que se irían —todos se
van en algún momento—. La excepción han sido las mujeres que cambiaron
radicalmente su vida, aprendieron oficios, pudieron trabajar, estudiar, ser
cabezas visibles de instituciones... Ahora se encuentran en un mundo hostil,
que puede empezar en la propia familia.
Afganistán,
en manos de los talibanes, solo puede ir al desastre y un desastre que es
imposible de evitar, solo mantenerlo en una especie de coma económico sin
esperanzas de recuperación. El progreso no es algo mecánico, sino el resultado
de una actitud ante lo que nos rodea en la vida. No existe en la mente talibán
ni en cualquier otro modelo integrista; solo existe la repetición de un estado ajustado a la Sharia.
El
pensamiento de los grupos islámicos es anti-modernidad porque les parece un
alejamiento de Dios y de sus mandatos, por un lado; pero por otro, también es
en el cultivo de la ignorancia, que es donde está la fuerza del poderoso.
Tratamos de extender nuestras formas de pensamiento, pero las diferencias
culturales cuentan mucho. El progreso es lo contrario de la fatalidad, que es
un rasgo característico de una forma de pensar que cree que, para bien o para
mal, es la voluntad de Dios la que prevales. Dudar de ello es, además,
peligroso.
Las imágenes anteriores del ministerio de Asuntos de la Mujeres están recuperadas del caché de Google. Las han hecho desaparecer borrando la página completa para que no quede memoria de que las mujeres tuvieron derechos y libertades en Afganistán. No queda más rastro que estas pocas noticias sobre debates, campañas, deportistas, etc. Son ya historia. Han sido lo mejor de Afganistán. No olvidemos a las mujeres afganas y su lucha por poder ser ellas.
*
"Los talibanes eliminan el Ministerio de la Mujer y lo sustituyen por el
de la Prevención del Vicio" RTVE.es /EFE 17/09/2021
https://www.rtve.es/noticias/20210917/talibanes-eliminan-ministerio-mujer-sustituyen-prevencion-del-vicio/2171724.shtml
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