Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El asunto ha sido delicado. Lo ha sido porque los que se han jugado la vida durante veinte años han sido esencialmente los soldados enviados allí. Son esos soldados los que han sido retirados de Afganistán con un bochornoso plan de retirada, puesto en marcha por políticos que querían apuntarse una "paz" a cualquier precio.
En la CNN, el analista militar Peter Bergen nos informa de lo ocurrido:
Generals Milley and McKenzie said that they
advised the Biden administration that unless the US kept 2,500 troops in
Afghanistan, the Afghan military would collapse. They also said that the ground
commander in Afghanistan, Gen. Austin "Scott" Miller, provided the
same advice.
This clearly contradicts what President Biden
told ABC News anchor George Stephanopoulos last month -- that the US military
didn't advise him to keep 2,500 troops in Afghanistan.
In answer to a question from a senator, Gen.
Milley conceded that the abrupt and complete US withdrawal had
"damaged" US credibility around the world.
Milley also said that both the Trump and Biden
administrations made a mistake by putting specific dates on the US withdrawal
rather them making it a conditions-based withdrawal.
Relatedly, McKenzie and Austin both agreed that
the Doha agreement with the Taliban that was negotiated by the Trump
administration and signed in February 2020, and which laid out the timeline for
a total US withdrawal, significantly undercut the morale of the Afghan
military.
Los militares ha sido claros; se ha hecho el ridículo. La pregunta y la respuesta sobre la pérdida de credibilidad norteamericana no son un juego político sino una triste realidad tras el espectáculo dado. Que Joe Biden sea incapaz de aceptar su responsabilidad al negarse a aceptar los consejos que los militares le dieron sobre la retirada, dice mucho de la doble forma de afrontar los problemas: los militares dando sus informes y la Casa Blanca ignorándolos. Lo hicieron con Trump, empeñado en vender "paz y victoria" a toda velocidad por si así conseguía méritos ante el electorado; igualmente, la Casa Blanca con Biden ha seguido el mismo criterio. La idea era que el ejército afgano aguantara al menos tres meses para sacar a la gente y una retirada organizada. Como sabemos, el ejército afgano solo existió como una agencia de empleo y tiraron armas y toallas en cuanto vieron aparecer las barbas de los talibanes en la distancia. La gran mayoría de los disparos talibanes fueron realizados al aire. Primero celebraron la victoria y después se produjo la huida.
Pero lo ocurrido con los afganos forma parte de la psicología prevista por todos menos por el gobierno de los Estados Unidos. Ignorar los avisos ha hecho que la retirada se haya vuelto contra Biden, contra un Trump que quería desligarse del tema, cuando fue él mismo quien creó el problema. Pero, como suponemos, no lo asumirá nunca. El borrado de las webs republicanas de cualquier comentario sobre lo que era la retirada planeada por Trump, de cualquier señal que nos indique que fue Trump el artífice, es ya bastante significativo.
Los generales norteamericanos han sido claros. Era algo que le debían a sus hombres, a los caídos, en especial, a los caídos en la retirada, apenas con veinte años cumplidos, víctimas del ataque suicida. Eso se podía haber evitado, pero fue la cerrazón política, sus análisis incorrectos por interesados, los que causaron dolor a esas familias que perdieron a sus jóvenes.
El párrafo final del artículo en la CNN no puede ser más rotundo al señalar un responsable:
The upshot of Tuesday's hearing was that even
the most senior US generals couldn't defend the debacle that has unfolded in
Afghanistan during the past several weeks, a disaster owned by President Biden,
even if it was teed up by President Trump's ill-fated "peace"
negotiations with the Taliban that culminated in the Doha agreement.*
Ese "desastre", con nombres y apellidos, es Joe Biden, como se especifica por parte de los generales. Las excusas que la portavoz de la Casa Blanca ha dado son infantiles y no le van a librar de esas imágenes de la retirada caótica en la mente colectiva, pero sobre todo el sentido de humillación ante ese ejército de barbudos que entraban victoriosos allí donde la batalla se dio con un solo bando, el talibán que pudo llegar a Kabul sin problemas y recogiendo los materiales que los soldados del ejército afgano, el entrenado y armado por los Estados Unidos, dejaban por el camino. La precipitación ha hecho que sean finalmente los gestos de los talibanes, su victoria por abandono caótico del rival poderoso, los que quedarán en la memoria y en las portadas.
* Peter
Bergen "Top US generals punch holes in Joe Biden's defense of Afghanistan
withdrawal" CNN 29/09/2020
https://edition.cnn.com/2021/09/28/opinions/general-mark-milley-senate-hearing-afghanistan/index.html
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