lunes, 6 de septiembre de 2021

Rusia, más que un club

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Si Galileo pedía tan solo un punto de apoyo para mover el mundo, a Vladimir Putin le bastan con unos cuantos hackers para revolucionarlo. Le va tan bien con ello, que ya exporta sus servicios de "apoyo revolucionario 2.0" y admite peticiones del oyente para diseñarte las "manis" a medida. Me imagino que tiene su media-lab, su workshop, etc., todo de lo más moderno, al servicio de la revuelta, la indignación y cualquier otra posibilidad de complicarle la vida a los demás.

A lo largo de estos años no habido revuelta tras la que no se le acusara de estar, no ha habido líder populista y descontento que no fuera a hacer este "turismo de servicios" a Moscú donde, tras un encuentro con sus funcionarios, no salieras satisfecho con instrucciones y promesas de agitar la botella de gaseosa para dar el campanazo.

En los últimos años, han pasado por Moscú desde Marine LePen a los líderes del Brexit, como Farage, o hasta los amigos de Donald Trump con sus listas de deseos para deshacerse de los enemigos de todo tipo.

Ya había salido anteriormente el tema relacionado con España. Se le ha acusado varias veces de estar conectado con el independentismo catalán y esta vez la cuestión ha estallado con un informe en The New York Times que viene a incidir en el tema con más detalle. Lo recoge la página web de Antena 3 Noticias:

 

El jefe de la oficina del expresident Carles Puigdemont, Josep Lluís Alay, ha admitido que viajó a Rusia y habló de "asuntos que interesan a la creación de un Estado independiente en un futuro", algo que, según ha recalcado, "no es ningún delito".

Así lo ha afirmado en declaraciones al canal de televisión 3/24, después de que el diario The New York Times haya publicado una investigación que dice que Alay buscó el apoyo de Rusia al proceso independentista catalán.

El periódico cita como fuentes un informe europeo de inteligencia corroborado por funcionarios españoles, expedientes de dos investigaciones realizadas por jueces en Barcelona y Madrid, entrevistas a políticos y activistas independentistas en Cataluña, y funcionarios de seguridad en España y el extranjero.*

 


Hay que reconocer la desfachatez, consistente en, este caso, en vender la piel del oso antes de cazarlo. Creo que el enviado o autónomo ido a Moscú se ha adelantado un "poco" a los acontecimientos.

El asunto, según parece, consiste precisamente en ofrecerse como futuro cliente para después pedir la ayuda, es decir: tú me ayudas a independizarme y luego yo te garantizo las compras. Hay que reconocer desparpajo. Puede entenderse que vaya a pedir ayuda para el reconocimiento (o algo más), pero establecer estas líneas de futuro hipotecado es exagerar por lo dicho anteriormente, no tienen "estado" y ya estás adquiriendo "compromisos".

De esta forma, por ejemplo, yo puedo ir esta semana a decirle a Putin que tengo interés en que mi pueblo se independice y que, si nos apoya, le compraremos a ellos lo que tengan a buen precio.

Eso es lo que ha hecho el señor Josep Lluís Alay:

 

The New York Times señala que Alay se reunió en Moscú con funcionarios rusos, exagentes de inteligencia y el nieto de un espía de la KGB con el objetivo de "garantizar la ayuda rusa".

El reportaje no aclara qué tipo de ayuda dio el Kremlin al independentismo ni si le brindó algún apoyo, pero apunta que tras los viajes de Alay a Moscú, que tuvieron lugar en 2019, surgió la plataforma de protesta Tsunami Democràtic.

Alay, en declaraciones al canal de información de la televisión pública catalana, ha dado a entender que en sus contactos habló sobre la independencia de Cataluña y ha reivindicado poder ir a Rusia para "hablar de qué necesidades energéticas puede tener Cataluña en un futuro". "A Rusia la tratamos como una gran potencia mundial, muy importante. Rusia es una potencia europea", ha recalcado.*

 

De todas las informaciones dadas, solo hay que realmente me desconcierta, ¿qué pinta allí el nieto de un espía de la KGB? ¿Se hereda, como los viejos negocios familiares? A Alguien le ha debido parecer relevante el detalle y está ha adquirido entidad, transmitiéndose de medido en medio pero descontextualizándose.



Pero lo importante es si los catalanes conseguirán gas ruso a buen precio, sino la capacidad de Rusia de mostrarse como un agente perturbador. Antes estas cosas se hacían en silencio y con discreción. Parece que ahora, en este loco mundo, se puede concertar cita como en el dentista para la subversión, desestabilización o el terrorismo. Todo ha quedado en que pides una cita previa, te reciben, atienden a tu descontento —una especie de terapia independentista— y te vas cargado de promesas y con alguna realidad en la maleta. Todo podría ser una perfecta fantasía terapéutica de no ser por esa coincidencia entre visitas y regreso con algún desorden.

Entonces hay que tratar de buscarle alguna utilidad para la propia Rusia. Y creo que la tiene. Con este sistema de citas al descontento, Putin adquiere una importante información sobre el estado real de Europa, que le importa poco, pero que necesita debilitar para poder aumentar su propio poder. Es decir, el simple hecho de que Putin y los suyos reciban gente es importante porque es gente que cree que realmente Putin puede intervenir en su apoyo. Eso es exactamente lo que reflejan las últimas frases de Alay citadas: "A Rusia la tratamos como una gran potencia mundial, muy importante. Rusia es una potencia europea". El poder del enemigo no es el que tiene, sino el que tú le concedes. Con cada visita, haga algo o no, el poder de Putin aumenta.


Cuando nuestra ministra Teresa Ribera decía aquello de que "habría que decirle a Putin que bombeara más gas" le estaba concediendo un poder que ahora —¡muy mal señor Ministra!— tiene como consecuencia la nueva peregrinación a Moscú a pedir que en el futuro, la hipotética república catalana tendrá buenos precios de gas, no como es país colindante llamado España, que se verá condenado sin remedio a facturas infinitas.

¿Tiene algo que ver Putin con la subida de la luz? No lo sé. Pero da igual, el señor Alay así lo cree y su convencimientos convierte en su visita a Moscú en "exitosa" por lo que cree que los catalanes deben independizarse antes que llegue la factura del mes que viene, a ser posible.



De momento, es más preocupante que desde Moscú se lance otra campaña de apoyo a la agitación. Podríamos ver en los próximos días manifestaciones con el lema, por ejemplo, "¡En España pagamos más luz!" o "¡Cataluña Led!" , por decirlo irónicamente. Lo importante es, como siempre, sembrar y recoger el descontento para canalizarlo hacia los fines buscados, los del independentismo. Si hay un tanto por ciento de catalanes que creen que es España la responsable de no hacer nada para frenar la luz y que la visita al nuevo Zar es el remedio, pues eso se ha ganado.

Si Putin puede jugar con el gas y manipular el precio de la energía, es evidente que no va poder hacer "descuentos" a esa arcadia republicana catalana que pretenden dibujar. Es más el deseo de proyectar la imagen de una presunta e influyente diplomacia catalana, por un lado, y por otro incrementar la imagen poderosa de Putin. Y un añadido: la cuestión ha saltado desde The New York Times, no por Cataluña, desde luego, sino por el deseo norteamericano de elevar a Putin a enemigo constante. Si Putin era una ayuda para que ganara Trump las elecciones, desestabilizando a sus oponentes, como intentó con el propio Biden en la cuestión ucraniana, ahora el nuevo presidente parece decidido a sacarle los trapos sucios.

 


* "El jefe de la oficina de Puigdemont se defiende y asegura que hablar con Rusia de independencia "no es delito"" Antena 3 Noticias 04/09/2021 https://www.antena3.com/noticias/espana/jefe-oficina-puigdemont-defiende-asegura-que-hablar-rusia-independencia-delito_202109046133181e2d97960001633ecc.html

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