Joaquín Mª Aguirre (UCM)
De lo
que ha ocurrido en Marruecos apenas se ha comentado nada. Solo dos datos se han
resaltado: que es el segundo hombre más rico de Marruecos, después del rey, y
en segundo lugar que es un empresario que apunta un perfil tecnócrata para su
gobierno. Se ha señalado la amistad que les une —¿podría ser de otro modo
siendo los dos más ricos y uno de ellos rey?— y poco más. Sin embargo, la
debacle islamista en Marruecos es un asunto de enorme importancia y en la que
es probable que hayamos tenido algo que ver.
Con una
participación alta para las circunstancias habituales, un poco más del 50%, los
resultados han sido un vuelco absolutos después de diez años de gobierno de los
islamistas en el país.
Estos
eran los datos que nos daban:
Después de una década encabezando el
Gobierno, el islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD) ha sufrido una
fuerte derrota en las elecciones legislativas celebradas en Marruecos, que
dieron la victoria al partido centrista liberal Reagrupamiento Nacional de
Independientes (RNI).
Según los resultados provisionales con un 96
% escrutado anunciados por el ministro del Interior, Abdeluafi Laftit, el PJD
pasó del primer puesto al octavo lugar y consiguió solo 12 escaños de los 395
de la Cámara de Representantes (cámara baja).
El vencedor de las elecciones fue el RNI, que
dio un salto del cuarto al primer puesto con 97 escaños, seguido del liberal
Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), que obtuvo 82 asientos, y del
nacionalista e histórico Partido Istiqlal (PI), con 78, mientras que el PJD se
quedó con 12, frente a los 125 que obtuvo en 2016.*
Es
cierto que ha habido modificaciones en el sistema electoral que han hecho que
el voto se reparta en más escaños, en vez de hacer concentrarse en los
principales partidos, pero esto, es igual para todos. De no ser así, el partido
islamista que estaba en el poder pasó de tener 126 a obtener ahora 12. Es
decir, no ha quedado segundo o tercero, sino por detrás de casi todos.
Los
acontecimientos internacionales —la información manda de forma caprichosa— ha
hecho que los análisis sobre Marruecos no se hayan realizado con la intensidad
que se debía realizar.
En
primer lugar hay una circunstancia que no se debe olvidar, el carácter
islamista del partido y lo que eso supone. El islamismo no es una ideología
"política"; es la conversión de la religión en acción política. Uno
puede "cambiar de partido", por decirlo así, pero no "cambiar de
religión". En cierto sentido, el voto islamista es una especie de voto
cautivo, de voto al que se está vinculado por razones de creencia y no de forma
pragmática.
Para
que se haya producido un cambio de este calibre, el hundimiento islamista,
tiene que haberse producido un cambio profundo en la actitud que haya hecho que
los votantes que les mantenían en el poder durante dos legislaturas les hayan
dejado de lado. Por eso creo que es necesario establecer algunas hipótesis
sobre lo ocurrido. En Marruecos están prohibidas las encuestas electorales, por
lo que se hace difícil saber cómo se está percibiendo por parte de los votantes
la legislatura y, sobre todo, establecer algunas cuestiones sobre el resultado
electoral. Pero la sorpresa producida ha sido grande por el cambio de gobierno
y, sobre todo, por el cambio de tendencia en la propia sociedad.
Vamos a
aventurar algunas cuestiones, en especial teniendo en cuenta el papel que han
tenido con España (y, a su pesar, con Europa) a raíz de la crisis en las
ciudades de Ceuta y Melilla.
A mi
entender —y como señalamos en su momento— la crisis provocada por la apertura
de la verja por parte de la Policía marroquí lanzando a su suerte a los que
deseaban emigrar— supuso un punto de inflexión por lo que tenía de desprecio
absoluto para con el pueblo marroquí. Hasta el momento los saltos habían estado
protagonizados por los grupos de subsaharianos que han sido utilizados muchas
veces como forma de presión fronteriza cuando le ha interesado al Reino de
Marruecos. Pero lo visto esta vez ha sido algo muy distinto: eran marroquíes
los que eran lanzados a la muerte, ya fuera por ahogamiento, como ocurrió, o en
un deseado e incumplido choque con la Policía española. Sin embargo, este hecho
salió de forma impensable para Marruecos: las imágenes de las fronteras
abiertas y los guardias animando a los jóvenes y niños, madres con bebés a
pasar al otro lado y lanzarse al mar las entienden bien todos. Es un desprecio
absoluto hacia las personas. Eso no se puedo impedir que se viera.
El
primer efecto fue el encontronazo con Europa, que planteó la frontera española
como frontera de la Unión, por lo que se hizo piña con España pese a las
repetidas consignas de que era una cuestión entre España y Marruecos. Europa
respondió con claridad.
A efectos del interior, los marroquíes tuvieron la ocasión de ver el profundo desprecio que sentían por ellos los miembros del gobierno islamista.
Los
islamistas, no solo en Marruecos, se presentan como apoyo del pueblo cuando no
están en el poder, como ocurre en Egipto, donde una parte importante de los
médicos son de esta orientación. Pero carecen de sentido social, es decir de lo
que debería ser un "reformismo". Esto hace que sean profundamente
conservadores y, en la mayoría de los casos, con un sentido elitista muy
marcado. El pueblo es una fuerza que usar cuando es necesario, pero no mucho
más. Lo mantienen apartado y controlado a través de predicadores, redes de
mezquitas y la ignorancia, que es caldo de cultivo que les asegurará tener
reservas disponibles. Hay grupos de elite que forman parte de la internacional
islamista desde los gobiernos o con su apoyo. Establecen rápidamente negocios,
como ocurrió con los gobiernos islamistas de Erdogan y los del Mohamed Morsi en
Egipto. Apenas habían llegado al poder, ya estaban cerrando tratos preferentes.
Desconozco
lo entresijos de los gobiernos islamistas de Marruecos, pero lo cierto es que
las acciones de Ceuta y Melilla les han pasado factura pues era la demostración
de la penuria del país. Un Marruecos del que ya no solo huyen los subsaharianos
de paso, sino del que tratan de escapar en masa los propios marroquíes es un
fracaso ostentoso del que es mejor desprenderse cuanto antes para que el pueblo
mantenga esperanzas en algo con futuro, lo que ahora no perciben con la crisis
actual, provocada por diversos factores, entre ellos la pandemia, pero que
acabaría desangrándose a mayor velocidad si se enfrenta a su vecino más rico.
España y la Unión Europea.
La
salida del poder de Donald Trump, quien se dedicó a crear su cabeza de playa en
Marruecos, ha truncado los apoyos que se pensaba serían un importante respaldo
ante la cuestión del Sahara, que fue la desencadenante al dar España cobijo al
líder del pueblo saharaui, una operación de pésima planificación y ejecución,
que es probable que haya costado algunos cambios en el gobierno de Sánchez.
Podemos
entender la salida escandalosa de los islamistas como una "maniobra
real", como algo que surge del poder más alto; pero eso solo afecta a una
parte de la cuestión, aunque esta sea importante. Si los islamistas han perdido
en buena lid, es decir, el pueblo les ha dado la espalda, puede que pronto el
partido "islamista moderado" deje de serlo, como ha ocurrido en otro
puntos. Significaría que el pueblo ya no tiene confianza en ellos. Si el cambio
se ha producido por una decisión "real" de no apoyarles más por el
caos producido, la mala imagen y la situación económica, la reacción puede ser
de otra manera, pero no necesariamente distinta en las consecuencias.
Es
difícil que los islamistas salgan del poder por las buenas porque para ellos no es más que un
medio para cumplir un objetivo, la islamización de la sociedad y la progresiva
reducción de lo secular en el territorio. Lo hagan al brutal modo talibán o de
forma más sinuosa, atrayendo a la gente por medio de diversos métodos de
engatusamiento, lo cierto es que les cuesta salir porque para ellos, realmente,
la democracia no es más que un instrumento.
Habrá
que ver cómo evolucionan sus pasos, hacia dónde se dirigen y cuál es la actitud
que tienen hacia sus vecinos, incluido el problema constante del Sahara. La
insistencia en que se trata de un "gobierno tecnocrático" evidencia
que se ha apagado la ideología islamista y que se aborda la preocupación
prioritaria, el estado maltrecho del pueblo y la economía.
Sea por los motivos que sea, lo cierto es que es un cambio drástico, que nos afecta directamente y que será necesario ver cómo se traduce a nuevas reglas de juego. El cambio, ya sea en la alturas o por deseo del pueblo, ya nos indica algo. Pero el país vecino del sur es complejo y complicado, no es fácil prever su ruta.
* "Derrota histórica del partido islamista en Marruecos después de una década en el poder" RTVE.es 9/10/2021 https://www.rtve.es/noticias/20210909/derrota-elecciones-partido-islamista-marruecos/2169714.shtml
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