martes, 14 de septiembre de 2021

La batalla del color

Joaquín Mª Aguirre (UCM)


La imagen con la que abríamos el artículo de ayer sobre la educación de las mujeres en Afganistán —de una tenebrosa negrura— era un intento más de los talibanes de hacer propaganda a su manera. A diferencia de lo ocurrido anteriormente, los talibanes están realizando una campaña de propaganda hacia el exterior. Ya no les basta cubrir el panorama afgano con sus cantos de victoria, sino que tienen una necesidad de extender sus mensajes hacia el mundo exterior. La hipótesis de porqué esto ocurre creo que es sencilla de plantear: los talibanes saben que una cosa es hacerse con el control del país y otra muy distinta hacer que funciones. Para que esto ocurra tienen que revertir toda su propaganda anterior, claramente antioccidental, y mostrarse como el "verdadero pueblo afgano", como víctimas de una situación que les permita dos cosas: recibir ayudas y normalizar su situación internacionalmente, es decir, el reconocimiento del régimen. Ninguna de las dos cosas son fáciles para ellos porque la sensibilidad mundial hacia el régimen es muy alta.

Como suele ocurrir a los dogmáticos narcisistas, que es en el fondo lo que es el movimiento de los talibanes, no les va a resultar fácil que el mundo los perciba como víctimas (el reportaje "guiado" que ayer nos ofrecía Euronews trataba de mostrar la cárcel norteamericana en Afganistán como un nuevo Guantánamo), por un lado, y mostrarse como la verdadera cara del pueblo afgano, en segundo lugar, lo que supone algo que hasta el momento ha sucedido más bien poco, que estos se manifiesten como de acuerdo con lo que hacen.

Como hasta el momento lo que han hecho ha sido pasearse armados por las calles y apalear o disparar a los que se manifestaban en su contra, no les ha resultado fácil. Hay que señalar que los talibanes no son "un producto" fácil de promover, de sacar al exterior.



Las imágenes de las mujeres encerradas en su negrura contrastando con el blanco de las banderas talibanes no era, desde luego, la mejor de las propagandas, pero sí eran propaganda, aunque se haya vuelto en su contra.

A esas imágenes horrendas para aquel que no es talibán, nos cuenta la CNN, se oponen las que muchas mujeres afganas en el exilio, lejos de ellos, han decidido mostrar, explosiones de color o de simple normalidad diferente a esa normalidad que los extremistas religiosos quieren imponer y consideran la perfección de la mujer, su desaparición como persona, como ser diferenciado en beneficio de esa mancha de oscuridad y silencio a lo que queda reducida.

La clave del asunto nos la da una de las mujeres que han comenzado la batalla del color:

 

Shekiba Teimori, an Afghan singer and activist who fled Kabul last month, told CNN that the "hijab existed before Kabul's fall. We could see Hijabi women, but this was based on family decisions and not the government."

She said that before the Taliban came to Afghanistan, her ancestors were "wearing the same colorful Afghan dresses you see in my pictures."*

 


Esta guerra de imágenes es importante porque permite comprender los diferentes sentidos de la Historia que coexisten. Para los talibanes, el mundo está cerrado en una forma que ellos dan a la religión y que consideran inamovible, por encima de las personas y que debe ser acatada so pena de castigo y muerte. Los gobiernos son normativos y entran en todas las dimensiones de la vida social y personal. Eso implica un recorrido por todos los recovecos y la disolución de la autonomía personal. Las leyes lo regulan todo basándose en la interpretación estricta de la Sharia. Lo que no está escrito se interpreta desde sus principios y esa interpretación de lo que da poder a los talibanes, a los que controlan lo que se puede y no se puede hacer. Estos "eruditos" son los que tienen el verdadero poder.

Frente a esto, se encuentra la idea de la decisión propia o relativamente propia (la decisión familiar, que se señala, no es tampoco autonomía). Es la imposición por la fuerza, por encima de decisiones familiares y personales lo que lleva al rechazo y a vestir esos colores que representan otra visión de la vida.

La escalera descendente "gobierno", "familia" y "persona" es muy clarificadora de lo que es el poder en aquellos países (no solo musulmanes) de corte tradicional. La relación en esas tres instancias marca la situación de las libertades. Hay países en los que las decisiones gubernamentales, por decirlo así, apoyan a las personas, las libertades individuales, frente al peso del control familiar.  Las familias pueden, por contra, ser el centro de la cultura social y los gobiernos respaldar sus decisiones y control. Así ocurre en algunos otros países donde es la familia el poder central, quien decide por los miembros. Se producen así, por ejemplo, los llamados "crímenes de honor" en donde la libertad de la personas, sus acciones, son percibidas como agresiones a la propia familia. En estos casos se niega la libertad de la persona, que no podrá hacer determinadas cosas que la familia considera negativas. En algunos países, los gobiernos o legislaciones dan por buenos estos castigos o miran para otro lado, mientras que en otros son percibidos como delitos.



Es difícil dar los saltos de unos estados a otros, del estado "familiar" al "individual" o salir del "totalitario", que es lo que han hecho los talibanes. En Afganistán, existe el orden familiar y el orden gubernamental. Pueden coincidir ambos o no, incluso pueden los dos actuar contra la individualidad negando el derecho de la persona a la libertad de decisión.

Esto se vuelve más intenso y complicado si hablamos de las mujeres, donde la obediencia es la norma. Como hija, esposa o hermana, se supone que debe obedecer a las "autoridades familiares"; las familias, como unidades, deben obedecer al nuevo gobierno.

Una vez más, debemos resaltar que no hay un "estado", mucho menos un "estado de derecho". El concepto de "ciudadano", como persona cuyos derechos son respetados, no existe. Es un concepto del que se van alejando para reconstruir los lazos de dependencia.

Cuando Shekiba Teimori dice que el hijab siempre ha estado ahí, pero que era una cuestión de las familias y no de los gobiernos está reconociendo esa estructura y trata de ampararse en ella para aquellas familias que, por su forma de pensar, viven en una "modernidad" diferente al retroceso que suponen los talibanes.

Aquellas familias que dieron el paso de permitir libertades en su seno, se ven ahora presionadas —negadas— por una fuerza externa, que es lo que denominan "gobierno". Teimori sabe que presentarlo solo como una reivindicación de la mujer no va a ninguna parte con los talibanes, pero que sí puede plantearse como una cuestión "familiar" donde se puedan enfrentar un gobierno patriarcal a una familia con sus patriarcas opinando de forma distinta.



No sé si esto servirá de mucho. El hecho mismo que esto se diga desde el exilio ya significa algo. Pero el exilio se va a convertir en una fuerza esencial para frenar la propaganda patética de los talibanes en su intento de normalizarse exteriormente, algo que es muy difícil, por no decir imposible; por otro lado, el exilio tiene que ofrecer al mundo un recordatorio constante de la situación afgana, no dejarlo caer ni en la rutina ni el olvido.

La batalla del color es una buena iniciativa. Es visible y empaquetable a través de los nuevos medios. Basta ver la diferencia entre la alegría del color y la desaparición de la persona tras ese muro oscuro en que se la entierra en vida. Es importante que el exilio se organice y se vaya estructurando en grupos diferentes, que los que han salido por disparidad ideológica o cultural se organice frente a los que han salido por meros motivos pragmáticos. No todos los afganos que han salido lo han hecho por los mismos motivos. Tampoco los que se han quedado lo han hecho por lo mismo. La batalla interna será muy difícil y sobrevivir debe ser el principal motivo. Por eso es tan importante que sepan que no están olvidados, que se les recuerde que fuera hay mucha gente que apoya las causas justas de su deseo de ser libres sin que unos y otros les diseñan la vida.

La generación joven ha crecido en un mundo distinto en gran medida a lo que ahora les ofrecen, eso va desde las fachadas de las tiendas, lo que pueden ver, escuchar o leer, hasta cómo deben vestir o dónde pueden estar. Va a ser muy difícil para ellos sobrellevar esta nueva situación, en especial a las mujeres, cuya vida ha cambiado desde el primer minuto de su llegada. Hay que visibilizar su resistencia porque si no, todo esperanza acabará desapareciendo.

 


* Masoud Popalzai and Celine Alkhaldi "Afghan women are sharing photos of dresses to protest the Taliban's black hijab mandate " CNN 13/10/2021  https://edition.cnn.com/2021/09/13/asia/afghan-women-protest-hijab-mandate-intl/index.html

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