Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
situación mundial de esta pandemia global es también una prueba, un gigantesco
test sobre liderazgo, también sobre ciudadanía responsable. Es un examen
mundial de nuestra capacidad de resistencia, de valores sociales e
individuales, que de ambos se necesita. "Saldremos mejores", se
repite en afortunada frase. Lo es porque, en sí misma, ya manifiesta un deseo,
una voluntad, una esperanza. Al fin y al cabo, todo está nosotros: la ciencia,
la tecnología, los esfuerzos humanos, los sacrificios, las victorias, las
derrotas... Caer y levantarse, sí, seguir, seguir.
Los
ejemplos de confianza, de valor, de constancia y sacrificio de muchos se
muestran todos los días a través de la visión mediática, pero también está en
nuestro día a día, sin cámaras delante, solo para nuestros ojos, como en una
película de espías.
Se ha
pedido que se paren las guerras. Aunque
no se consiga, la petición está ahí. Su ignorancia nos muestra que el odio es humano, por encima de la supervivencia,
que puede ser instintiva. Se ha pedido a los políticos que dejen de pelearse y
coincidan en los puntos básicos; tampoco no hacen mucho caso. Pero también se
ha pedido, un deseo de los ciudadanos en muchos países. Eso es lo importante.
Nos
hemos pasado discutiendo si lo natural
es el egoísmo o el altruismo. Podemos elegir los comportamientos que nos
parezcan humanos o los que parezcan contrarios. Al fin y al cabo, la naturaleza
no tiene idea ce cuál es su naturaleza. Nosotros sí nos preguntamos por ella.
Tenemos la ocasión de demostrarnos cuál es, una u otra, con cuál nos sentimos
más a gusto. A las 8 salimos a ventanas y terrazas a aplaudir a los que
demuestran cada día que están ahí por nosotros. La práctica del agradecimiento
se está extendiendo por todo el mundo y a las ocho, cada uno en su uso horario,
escuchará los aplausos. Si alguien nos observara desde otro planeta, no
acabaría de entender este extraño fenómeno acústico que hace que durante las 24
horas en algún lugar del planeta se escuchen aplausos durante unos minutos.
Bomberos,
policías municipales y ambulancias pasan por delante de mis ventanas cada día.
Dan una vuelta al pueblo para alentar a los vecinos y asegurar que vamos todos
juntos a vencer a este coronavirus. Ellos nos alientan y nosotros los
alentamos. Es la forma humana de enfrentarse a lo que no es fácil de vencer y
que necesita de unión y energía positiva, descargar las emociones, la angustia,
recargar vitalidad. Los gritos de "¡hasta mañana, hasta mañana!" son
algo más que una despedida. Son también un deseo manifiesto de seguir
viéndonos, de vencer miedos, algo de conjuro.
Personal
médico, policías, bomberos, limpiadores, dependientes de supermercados y
tiendas de alimentación, basureros, repartidores, carteros, transportistas...
todos esos servicios básicos que necesitamos para sobrevivir... en un mundo que
se ha parado. Veo el vídeo tomado desde el aire de la ciudad de Barcelona por
los Mozos. Una ciudad de calles vacías, pero no una ciudad muerta. La vida está
dentro, la vida reencontrada. También unas imágenes, hace unos días, de un Madrid
nocturno solo recorrido por algunos autobuses, taxis y la bicicleta de un
repartidor. La ciudad iluminada, con sus monumentos y edificios emblemáticos
dispuestos a no perder su brillo aunque no haya ojos para mirarlos más que
desde una ventana o terraza. Pero sus luces son como faros verdes que nos
prometen que volveremos a estar allí.
Creo
que va ganando el altruismo, al que le ha salido un rival que no es el egoísmo
sino la estupidez, pues no se puede llamar de otra manera a lo que algunos
hacen. La estupidez no se la lleva el viento, sino que queda registrada hasta
el fin de los tiempos. Creo que hay muchos más ejemplos de valor y entrega, de
afecto. Los de estupidez no son pocos, pero tienen la ventaja de que se consumen
ellos mismos, se gastan por sí mismo. El altruismo nos trae la solidaridad y la
emoción necesarias, también la inteligencia necesaria. De esto no salimos solos,
sino bien acompañados por lo mejor que pongamos, liberados de lo que no merece
la pena conservar ni atender.
Durante tiempo, un sector de la ciencia se empeñó en que lo natural era el "egoísmo" y que el altruismo no era más que un disfraz. Vale, allá ellos. Hace tiempo que el altruismo ha ido ganando puntos y nos sentimos mejor cuando somos solidarios y nos enfrentamos en grupo, apoyándonos para objetivos nobles. Tenemos cada día muestras de este valor. Quizá haya egoístas, no voy a discutir sobre lo evidente, pero creo que a muchos les ha interesado tener esa visión del ser humano y de la sociedad para sus propios fines. Hoy vemos otra cosa y quizá nuestra percepción de nosotros mismos y de las relaciones con los otros esté cambiando. ¡Ojalá fuera así! ¡Demasiadas teorías egoístas!
Sin
poder abrazarnos, nos sentimos más unidos. Acostumbrados a que en tiempos de "normalidad" se nos muestre siempre como noticia en los medios lo peor, en tiempos de peligro se nos muestra más lo mejor. El mundo se nos ha llenado de héroes ignorados, invisibles, que el COVD19 ha sacado a descubierto. Son los cimientos de nuestro sistema, los reales, lo que sustenta nuestras vidas a diario y que hoy se la juegan por nosotros.
Eso salimos ganando, una mejor percepción de nosotros mismos, descubrir que podemos ser mejores de lo habitual, que no solo hacemos por nosotros sino por los demás. El altruismo y la solidaridad, el apoyo mutuo van ganando. ¡Ánimo!
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