miércoles, 18 de marzo de 2020

La verdad oficial o la contraofensiva egipcia

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El 12 de marzo, el diario estatal egipcio publicaba un editorial bajo el titular "Coronavirus and media literacy"*. En este texto se manifestaba ya, por enésima vez, el estilo comunicativo de un régimen autoritario, que concibe verticalmente la información como una "verdad" descendente, como indiscutible, oficial y ante cuya discrepancia solo cabe el castigo. Esta "verdad" oficial es, además, algo que el mundo exterior debe aceptar igualmente so pena de las iras del régimen que ha convertido a cada egipcio en el exterior en "responsable" de que cualquier discrepancia en otro país no quede sin contestación, protesta o denuncia; quien no lo haga o, peor, critique desde fuera lo que se hace o dice dentro, que se arriesgue a las consecuencias, tanto fuera como dentro, haciéndose extensiva la responsabilidad a las familias, que pasan a padecer dentro las audacias de los que están fuera, que pueden ser "visitados" en sus casas para advertirles de lo "inapropiado" del comportamiento de sus parientes expatriados.
Sobre estos principios, el régimen egipcio siempre ha sido claro. Lo fue hace años en una rueda de prensa en Alemania, durante una visita presidencial, advirtiendo que "todos regresan", o lo fue hace poco con el gesto de cortar el cuello la ministra para los expatriados cuando fue preguntada sobre qué ocurría con los que criticaran al régimen fuera de las fronteras. El gesto agresivo y prepotente fue aplaudido por los presentes, voluntariosos agentes del régimen en el exterior. Este tipo de actitudes sumisas siempre tienen su premio.
Hace unos días comentábamos aquí la información de Egypt Independent sobre la creación de un número específico para que los ciudadanos patriotas denunciaran cualquier "rumor" (ese era el término) sobre el tema del coronavirus, que tiene también su verdad oficial.


El gobierno egipcio mantiene desde la llegada de al-Sisi una guerra abierta con los medios internacionales, a los que reprende y da lecciones —a veces hasta divertidas— sobre cómo se debe informar. Esto lo hace un régimen que tiene sobre sí la sombra, por poner un caso, de las mentiras y ocultaciones del caso del secuestro, tortura y asesinato del italiano Giulio Regeni, denunciado por todas las instituciones europeas, incluida condena del Parlamento europeo. Un régimen, también, que sigue negando el atentado de un avión ruso de pasajeros, algo que le costó la supresión de los vuelos turísticos desde Rusia durante algunos años. Un régimen que cuando estalla un coche cargado de explosivos ante el Instituto Oncológico de El Cairo y vuela la fachada sostiene que ha sido una explosión del centro universitario, para decir poco después (ante la firme negación de la Universidad) que ha sido un accidente de tráfico.
El régimen tiene guerras abiertas con la BBC, The New York Times, The Washington Post, por citar solo  algunos medios a los que el régimen egipcio enseña periodismo, qué es la verdad y cuáles son los hechos. Esto se ha convertido en algo tan habitual que ya nadie hace caso.
Con estos precedentes —y muchos otros más, como los cierres de medios o su bloqueo—, en pleno contexto de la crisis de la pandemia global del COVID-19, el editorial de Ahram Online es como un disparo en una biblioteca:

The worldwide panic over the spread of coronavirus is of an unprecedented magnitude, made possible by the proliferation of social media and “fake news”, as well as by a mass media that contributes to the dissemination of news in alarmist and sensationalist ways, often in order to increase profits. Such phenomena throw into relief the need for a different approach to receiving news and, specifically, the need for news recipients to learn how to sort fact from fiction and expose false or misleading information.
The international community, through organisations such as the UN and its subsidiary bodies, should take action towards two main ends. One is to confront false news which has become a powerful and dangerous weapon in political conflicts and propaganda wars, because of the falsehoods and misinformation it spreads and also because of the acrimony and antagonisms it builds. The second is to promote the advancement of media literacy. Recent events, such as the hysteria surrounding coronavirus, have shown how crucial it is to develop people’s ability to read the news critically, to identify sources and their possible agendas, and to ascertain the credibility of the facts.*



¿Egipto le dice a las Naciones Unidas lo que debe hacer? ¿El mismo Egipto que es condenado año tras años por la Comisión de Derechos Humanos de las propias Naciones Unidas? Pues sí, así es. Y este comportamiento es un ejemplo puro de las actitudes y maneras del régimen. En plena pandemia, con miles de muertos por el mundo, a Egipto le preocupa que la gente no entienda el funcionamiento de los medios, es decir, que los rechace cuando no le gusta lo que pone.
Si se conoce un poco de cerca la trayectoria del régimen de al-Sisi, el que fuera Jefe de la Inteligencia Militar y después Ministro de Defensa, el hombre que dio un "no-coup" con la promesa de que no habría un militar en el poder que él mismo acabaría ocupando, esta prepotencia que se muestra en el editorial extraña poco, tiene incluso toda su lógica interna.
Cuando se produjo el primer caso de coronavirus en Egipto, lo titulamos "De puntillas" a sabiendas de que el control de los medios sería esencial para mantener la idea de "normalidad", como igualmente ha ocurrido con el terrorismo anteriormente. Se ha tratado siempre —el presidente lo dijo desde su llegada al poder— de mantener el orden interior mediante represión política, el silenciamiento de la discrepancia y la imposición de una verdad oficial que garantice que quien se desvíe de ella será castigado. El presidente lo expresó hace años con mucha claridad a los egipcios: solo me debéis escuchar a mí. Y el que no lo haga, que corra con las consecuencias.


Pero ¿cómo contener las diferentes versiones alternativas a la verdad oficial? ¿Cómo evitar que los egipcios dejen de creer lo que se les dice? Cerrando medios, silenciando periodistas y, en el campo exterior, desacreditando ante la opinión pública egipcia a los medios y periodistas internacionales, expulsando corresponsales o cerrando sus delegaciones.
El editorial de Ahram Online es uno de los ejemplos más radicales de cómo se trata de manipular a la opinión pública diciendo que solo existe una verdad, la oficial, y que todo el mundo está en peligro porque viven en la mentira. El final del editorial no deja dudas sobre esto:

Mankind desperately needs a worldwide awareness-raising campaign on the problem of the lack of media literacy and ways to address it. Certainly, too, social media platforms, journalists, citizen fact-checkers and others have a role to play in stemming the flow of false news and information. This is a collective responsibility of the international community, governments, media establishments and civil society organisations. Large portions of world public opinion believe that misleading information is one of the greatest threats to social cohesion. However, experts believe that while ordinary people have a role to play, the process of reform should be led by the media, the IT industry and governments, again underscoring the importance of collective responsibility.
The most serious epidemic the world faces today has sounded an alarm about many problems. Not least is the problem of how to deliver and receive bad news in ways that do not make critical situations worse. Obviously this does not imply that we should ban bad news. A lack of information could also aggravate crises. But clearly there is a need for an extraordinary effort at several levels to rationalise the treatment of bad news so as to avert unnecessarily violent shocks to societies and to promote more constructive responses to public health crises such as contagious diseases.
One lesson to be learned as we watch the coronavirus drama unfold is that political disputes and agendas can often hide behind a global health crisis. Perhaps this would be a good place to begin our re-examination of how we consume news.*

Las ideas expresadas, incluso las insinuaciones sobre lo que puede haber detrás de las informaciones forman parte de otras respuestas anteriores ante situaciones adversas políticamente. La obsesión del régimen sobre el control de la información es paralelo al esfuerzo por construir una imagen positiva ante el mundo que garantice los dos principales objetivos: el turismo y la inversión extranjera. Todo el esfuerzo se centra en imponer una imagen de "tranquilidad", de "seguridad" que atraiga a ambos. Los enemigos de Egipto, que sí los tiene, saben que basta con un atentado para hacer que esa imagen se desmorone. Pero eso no justifica la imposición de la verdad oficial, concepto que sale de la mente de un militar orwelliano, obsesionado con que la IIIGM se realiza en los medios de información. Son sus palabras.
En este contexto, la actualidad nos trae un ejemplo del funcionamiento del régimen en la construcción desde el poder de esa verdad oficial y de lo que ocurre cuando se opina de otra manera.


Hace unos día traíamos aquí la información dada por The Washington Post** sobre lo ocurrido en el crucero por el Nilo, fuente de infección de turistas extranjeros y cómo se podía seguir la pista de la enfermedad a través de los infectado en sus localidades en Estados Unidos. Todos se habían infectado en un lugar común, el barco en el que se les había dicho que todo estaba controlado y se les dejó salir diciendo que daban negativo en los test. El diario norteamericano entrevistaba a los contagiados en el crucero a Luxo y daban detalles sobre lo ocurrido y lo que se les había dicho oficialmente.
El hecho es que nadie cree las cifras egipcias sobre el coronavirus y conforme pasa el tiempo son menos creíbles. El gobierno egipcio quiere un imposible: cree que puede convencer al mundo de que en un país de cien millones de personas, por el que circulan turistas constantemente tiene una cifra ridícula de casos de contagio. La salida y entrada de los turistas suele ser por periodos en los que posteriormente se desarrolla la enfermedad en sus países, como ha ocurrido en el crucero de Luxor. Esto hace que no entren en la contabilidad ya que son un problema de "fuera" o se pueden haber contagiado en otro sitio.
En un artículo de la Deutsche Welle, titulado "Coronavirus: Is Egypt suppressing the true outbreak figures?", se explican los resultados de un estudio realizado en Canadá:

It was the end of February. A Canadian man in his 70s had returned to Ontario and started running a fever. In a moment of clarity, the man took measures to isolate himself.
Having just returned from Egypt, he figured it best to head to the hospital and let the experts determine his illness. But the tests returned positive for the novel coronavirus. At that point, the Egyptian government had only acknowledged three cases, and the chain of transmission was pointing in their direction.
"We chose Egypt because we had an import case of COVID-19 to Canada from Egypt. At the time, Egypt was not really on anyone's list of being a location with a high burden of COVID-19 infections," Isaac Bogoch, associate professor and infectious diseases physician at the University of Toronto's Department of Medicine, told DW.
Bogoch said that if a country is exporting cases of the novel coronavirus via air travel, that suggests the likelihood of many more cases on the ground. Data he collected shows that Egypt has exported more than 95 cases, including tourists, and that the latest death occurred far from the initial cluster in Upper Egypt.
In a peer-reviewed article accepted by the Lancet Infectious Diseases academic journal, Bogoch demonstrated that the outbreak could be as high as 19,000 cases. Officially, the Egyptian government has reported less than 200.
"This all points to there likely being a greater number of cases in Egypt than is being reported," Bogoch said. "Based on our data, I believe that there are likely closer to 6,000 cases, not the larger number, as many were clustered around Luxor in tours."***


El hecho de "exportar" casos es grave porque implica que es allí donde cogen el COVID-19. Los casos confirmados por los autores del estudio, junto con otras informaciones de infecciones en Egipto —como las señaladas en The Washington Post— dan una imagen poco o nada fiable de lo que está ocurriendo realmente en el plano del número de contagiados. El gobierno egipcio, como hemos visto, solo admite lo que sale de su boca y lo que sale ya no es creíble.
La investigación de Isaac Bogoch establece, desde los datos, siguiendo procedimientos habituales, un "arco" posible de infecciones, entre esos 6.000 y 19.000, que son cifras muy abiertas. Ya se hizo (lo tratamos aquí) en Londres para los datos de China, estimar cuántos podrían estar afectados sin que se supiera todavía. Lo que se estudia es lo que puede haber detrás de lo que sabemos, que nunca es todo, sino una parte mayor o menor. Son, por tanto, estimaciones. Las informaciones más precisas serán las que hagan que los datos se ajusten más o menos a la realidad.
La información de la Deutsche Welle terminaba así, contando las consecuencias de salirse del patrón oficial:

The curse of truth
But circulating such claims — that is, of larger-than-officially-reported figures — has already landed some people in jail.
At least seven people have been arrested by Egyptian police for "circulating rumors" about the outbreak concerning the number of positive cases. Interior Ministry officials said those arrested would be punished to the full extent of the law.
Last week, Egyptian authorities launched a campaign urging citizens to "not circulate any data or information not issued by the official authorities concerned, in order to avoid being subject to legal accountability," according to independent advocacy platform Egypt Watch. Authorities even published WhatsApp numbers to encourage reporting violators.
The situation in Egypt is further exacerbated by ineffectual tips published by the the country's Health Ministry to confront the outbreak, such as "drink more orange juice" or "eat honey" in order to "strengthen your immune system," recommendations that healthcare practitioners say undermine the WHO's carefully-designed guidelines.***

Pero si el Ministro de Sanidad dice que beber zumo de naranja o comer miel evita contagiarse el COVID-19, ¿quién va a dudar de ello? Si lo haces, corres riesgos claros. La cuestión es saber hasta qué punto los egipcios creen realmente los consejos o solo callan prudente; saber si realmente se siente en buenas manos y si al-Sisi puede él solo con sus palabras inmunizar al país. Para el resto del mundo, el problema es claro. Pero el resto del mundo, como sabemos, está equivocado.


Dentro del país puedes acabar mal, pero fuera no estás exento de riegos. El investigador canadiense citado en la información, Isaac Bogoch, habla en el estudio sobre ese abanico (es importante resaltarlo) de posibles casos de contagio en Egipto y ha sido puesto en el punto de mira del gobierno que ha movilizado sus recursos de un modo muy "a la egipcia", el desprestigio social.
En Egyptian Streets leemos la información siguiente con el titular "73 Egyptian Scientists Decry ‘Inaccurate’ Estimate of COVID-19 Cases in Egypt":

Earlier today, a group of Egyptian scientists from across the world wrote a letter to the president of the University of Toronto decrying Dr. Isaac Bogoch, a clinical investigator at Toronto General Hospital Research Institute (TGHRI). According to the signatories, Dr. Bogoch has tweeted false claims that the number of coronavirus cases in Egypt is 19,310.
In the letter, the signatories, which include renowned Egyptian-American space scientist and geologist Farouk El Baz, accused Bogoch of purposefully “releasing his inaccurate estimate to the public” and causing widespread panic across Egypt.
The Egyptian scientists also demanded that the university launch an investigation into the Canadian scholar for scientific misconduct, adding that Bogoch has breached scientific norms when he released these figures.****



El ataque furibundo contra el investigador y sus estimaciones es insólito. Egyptian Streets reproduce la carta enviada a la Universidad de Toronto exigiendo la "depuración" del investigador. Es decir, solicitan que se haga lo que se haría en Egipto.
¿Cómo es posible reunir las 73 firmas, muchas de ellas de personas que no son especialistas en el área, repartidas por muchos países? Es evidente que eso solo es posible con una organización que rápidamente responde y hace circular el texto para la firma.
La principal acusación contra el doctor Bogoch y su equipo (el artículo no solo lo firma él) es que el artículo no había sido aceptado por Lancet y que él lo ha dado a las redes sociales provocando pánico con sus mentiras: "1- Although the short manuscript written by Dr. Bogoch, et al. was rejected from the pre-print site, he insisted on releasing his inaccurate estimate to the public, claiming that the rejection allowed him to tweet the number."**** En su Twitter oficial del Research at UHN, el profesor Bogoch***** contesta al respecto:

@BogochIsaac
16 mar.
Also a letter we just received from the medical journal

“I am pleased to tell you that your submission, Estimation of the COVID-2019 burden in Egypt through exported case detection, has been accepted for publication in The Lancet Infectious Diseases.”******



Los ataques a su cuenta de Twitter son también contundentes. El régimen posee sus propias fuerzas virales informativas y muchos ciudadanos patriotas deseosos de mostrar su defensa de Egipto lanzan contra el profesor Bogoch sus insultos. En diversos tuits, señala a los ataques que la estimación de 19.000 es la más alta y que él ha señalado que la realidad esté más cerca del límite inferior, 6.000 que del superior. Pero eso vale de muy poco, los ataques se suceden en su cuenta. Él ha expuesto en diversos tuits las bases de su estudio, las fuentes y métodos, pero eso sirve de muy poco para los que ven socavada la verdad oficial, esos pocos cientos de enfermos en un país que exporta turistas infectado pero que niega tener nacionales enfermos gracias al zumo de naranja. Seguro que nunca imaginó interesarse por Egipto le traería tan malas consecuencias. Pese a ello, señala en un tuit sus buenos deseos para Egipto.


Uno de los puntos clave de los comentarios es una persona que señala que pese a que el abanico es amplio, ¿por qué hay una discrepancia tan enorme en su punto más bajo con los datos oficiales? Esa es una buena pregunta que lleva a la fiabilidad de los datos facilitados o reconocidos. Pese a la queja, lo cierto es que los casos que aparecen en los medios van subiendo, como el propio Ahram Online recoge. Los casos de muertes y enfermos dejan tras de sí un número mayor o menor de infectados, que son los que trata de estimar este tipo de estudios. En un régimen que solo contabiliza los enfermos, pero no entiende que puede haber muchos más contagiados asintomáticos, personas que mueran sin determinarse porqué o que lo pasen de forma más leve pero sigan contagiando, ese número se vuelve problemático. Y eso no le gusta al régimen. Lo que sí es evidente es que siempre será superior el número de contagiados al número de enfermos y de muertes. Es de una obviedad pasmosa. Pero los contagiados son los que se convierten en un obstáculo para la imagen y más si el caso más sonado ha sido en un crucero en el Nilo. Las preguntas, sin embargo, se centran en la aparición de casos —la muerte de una mujer— a más de 400 kilómetros de allí, en la aldea de Daqahliya, donde se ha puesto en cuarentena a 300 familias. Eso es lo que preocupa, un foco distante que puede tener ramificaciones.


El segundo punto de la carta apunta a los medios que se han atrevido a difundir el estudio. Y el objetivo es The Guardian, pese a que como otros medios, se hicieron eco del estudio de Bogoch. Lo más probable es que hayan sido dos párrafos los que atrajeron las iras de las autoridades egipcias:

Tourism is a cornerstone of Egypt’s economy, and officials insisted on business as usual, stressing that tourist sites in Luxor remain open even as the country banned large public gatherings and closed schools. The Egyptian military announced new measures, including using the chemical weapons department to help with testing. But observers fear Egypt’s emergency measures may have begun too late, following limited testing, a tight grip on infection statistics and outbreak locations and potential legal action against anyone seen to be “spreading false news or rumours”, about the disease.
“We announce everything with complete transparency,” said Egypt’s prime minister, Mostafa Madbouly. Yet Taiwan’s Centre for Disease Control disproved statements by Egypt’s ministry of health that a Taiwanese woman on board the Asara cruise was the source of the infection in Luxor in late February. Instead, they said, analyses proved that the strain of the virus she contracted meant she was infected in Egypt.******



Como puede apreciarse hay varios elementos importantes, algunos ya son comunes en la prensa extranjera. Pero son dos los que más preocupan al régimen de cara a la opinión pública: primero, la idea de que el turismo hace ocultar datos, algo que es más que probado en otras ocasiones previas a la pandemia. Pero en segundo lugar, se cuestiona la versión oficial de cómo comenzó todo. Aquí entra la mítica característica del gobierno egipcio: el virus fue llevado por una turista norteamericano-taiwanesa, que fue la que infecto a los demás. Es típico del régimen recurrir a ese tipo de discursos que los convierte en víctimas de agresiones exteriores. Eso vale para el feminismo que destruye las familias o para el ateísmo, formas de corrupción exteriores de la bondadosa naturaleza egipcia. El hecho de que se diga que fue la turista la infectada y no al contrario deja al descubierto otra de las "verdades oficiales". Eso te sitúa del lado de los "enemigos de Egipto", los "traidores" o los vendidos a los intereses contrarios a Egipto, un grupo variable encabezado por la Hermandad Musulmana, Qatar, Turquía y, según los días, Irán.
En Egypt Today, con el titular "Guardian reporter’s license canceled over false coronavirus figures, apology demanded", podemos apreciar los efectos sobre The Guardian a través del comunicado del Servicio de Información Estatal.  Bajo el escudo del organismo podemos leer:

The State Information Service (SIS) has canceled the license of the Guardian reporter and gave a warning to the chief of the New York Times bureau in Cairo over false figures on the coronavirus in Egypt.
In a Tuesday statement, SIS demanded an apology from the Guardian for publishing the report that cited a study by a Canadian Medical Doctor claiming that infected people in the country may amount to more than 19,000. The official number stands at 196, with six deaths and 26 recovered cases at the time of writing.
The study was rejected due to lacking evidence, unlike his similar study on Iran, which was published on his account in Google Scholars. His Egypt study is not available online, except for some screenshots of it and his tweet of the figure.
Nevertheless, the Guardian inserted a hyperlink to the doctor’s tweet and the New York Times reporter in Egypt, Declan Walsh, retweeted it. He was summoned by the SIS on Monday, along with the Guardian reporter Ruth Michaelson.
The SIS said the report “stirred controversy in Egypt and the world that is anxiously following up everything related to the danger threatening the entire humanity.”
The two reporters “violated the rules of journalism” adopted in Egypt and worldwide, giving “misleading” information about such a sensitive issue by citing an “obscure” doctor, SIS added.
The sole source of the Guardian report is the study, which the World Health Organization said is based on speculations, which is not accepted by the organization, SIS noted. The WHO has already praised Egypt’s actions and transparency regarding the pandemic.
SIS emphasized that the reporters’ hastily published wrong info with only one obscure source that is not recognized by any prestigious entity and without getting back to the concerned parties, especially the Egyptian Health Ministry and the WHO bureau in Cairo. The service considered these actions as proof of their “ill intentions” towards Egyptian interests and the perception of conditions in the country.
Other than credible sources, licensed journalists are free to roam the country and observe the situation for themselves, SIS continued, inviting journalists to write the names of people infected or died of the virus other than those confined by the government.
The SIS decisions regarding Michaelson and Walsh come after the former’s repeated “intentional offenses” and the latter’s “professional violations” and in compliance with the Egyptian and international law and international codes regulating the work of foreign reporters.*******



Los periodistas citados pasan así a engrosar la larguísima lista de profesionales de la información sancionados por el régimen. Con los periodistas críticos silenciados, encerrados o en el exilio, la esperanza es la información internacional, a la que recurren muchos. De ahí el énfasis del régimen en expulsar a los que disienten de la verdad oficial o la critican, que son expulsados.
A esta práctica de censura y expulsión le sigue la consabida campaña mediática de desprestigio, de la legión de comentaristas televisivos que los ridiculizan o insultan en sus programas, como suele hacerse de forma habitual. Es su forma de hacer favores al régimen.


Pero el caso de la pandemia global del COVID-19 es algo que va mucho más allá de un régimen que tapa sus problemas y crea con ello otros nuevos. Aquí se habla de la salud, no solo de los egipcios, sino de todos aquellos que pasen por sus fronteras. Digan lo que digan, los hechos sitúan a cada uno en su lugar. Kuwait cerró las suyas a Egipto hace unos días. Lo hacen sin explicaciones, pero ese pacto de no agresión no oculta la preocupación real que motiva a la clausura de vuelos.
Las cifras oficiales egipcias no son creíbles. Tampoco ayuda la forma de desprenderse de los turistas asegurándoles que todo está bien para que luego los contabilicen en sus países de origen y negar que se contagiaran en un maravilloso crucero en Luxor. Esa era la acusación en The Washington Post.
Las crisis sucesivas y los gastos y endeudamientos del gobierno para atraer gente no han funcionado. Hay cierta fatalidad en las decisiones tomadas por al-Sisi. Decidió hacer una obra faraónica, la ampliación del Canal de Suez justo cuando empezaba a reducirse el tráfico marítimo mundial de mercancías, quedando como un gasto inútil o que tendrá utilidad en el futuro, si todo cambia. ¡Mala suerte! Pero las medidas posteriores de creación de museos nuevos, grandes centros para atraer el turismo que está realizando en la actualidad han caído ante el mismo problema: el hundimiento del turismo mundial los dejará tan vacíos como están los de Italia, España o Francia. Vacíos o cerrados.
El hecho de que el fallo de las expectativas creadas pueda causar desórdenes sociales ante la desesperación de fallarles todos los cálculos, es un temor que está en la mente de los partidarios del régimen. El turismo, como en otros países, puede ser una fuente de ingresos esencial, pero es lo primero que se ha hundido en esta crisis. Hay que asumirlo y evitar que el problema de la salud se agrave extendiéndose a múltiples países. Es el turismo precisamente por ser esencialmente un desplazamiento uno de los mayores problemas pues implica aceleraciones y dispersiones en el flujo del coronavirus.
La cuestión ahora está en cuánto resistirá la barrera informativa de la negación, del oficialismo informativo, frente a los hechos. Esto, por mucho que se empeñe el gobierno dando lecciones de ética y estilos periodísticos y científicos, acabará siendo confirmado por la realidad que, como sabemos, es tozuda.
 
9/03/2020

* Editorial "Coronavirus and media literacy" Ahram Online 12/03/2020 http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/365081/Opinion/Coronavirus-and-media-literacy.aspx
** "The tale of how a Nile cruise boosted the international coronavirus outbreak" The Washington Post 14/03/2020 https://www.washingtonpost.com/world/middle_east/the-tale-of-a-nile-cruise-that-spawned-an-international-coronavirus-outbreak/2020/03/13/6ab633fc-6314-11ea-8a8e-5c5336b32760_story.html
** "Coronavirus: Is Egypt suppressing the true outbreak figures?" Deutsche Welle 17/03/2020 https://www.dw.com/en/coronavirus-is-egypt-suppressing-the-true-outbreak-figures/a-52801568
*** "Coronavirus: Is Egypt suppressing the true outbreak figures?" Deutsche Welle 17/03/2020 https://www.dw.com/en/coronavirus-is-egypt-suppressing-the-true-outbreak-figures/a-52801568
**** "73 Egyptian Scientists Decry ‘Inaccurate’ Estimate of COVID-19 Cases in Egypt" Egyptian Streets 17/03/2020 https://egyptianstreets.com/2020/03/17/68-egyptian-scientists-decry-exaggerated-estimates-of-covid-19-cases-in-egypt/
***** Twitter Dr, Isaac Bogosh. Research at UHN  https://www.uhnresearch.ca/researcher/isaac-bogoch#
***** "Guardian reporter’s license canceled over false coronavirus figures, apology demanded" Egypt Today 17/03/2020 https://www.egypttoday.com/Article/2/82726/Guardian-reporter%E2%80%99s-license-canceled-over-false-coronavirus-figures-apology-demanded
******* "Guardian reporter’s license canceled over false coronavirus figures, apology demanded" Egypt Today 17/03/2020  https://www.egypttoday.com/Article/2/82726/Guardian-reporter%E2%80%99s-license-canceled-over-false-coronavirus-figures-apology-demanded



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