lunes, 16 de marzo de 2020

Estilos de gestionar crisis o pongamos que hablo del COVID-19

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
A forma vertiginosa nuestra vida, nuestras prioridades, nuestros valores se vean reorganizando de hecho y mentalmente. Es necesario por la salud propia y ajena, pero también por la forma de aceptación de la nueva situación. Ya es la gente la que recrimina al tarado de turno, al que pasea —como en esa foto hecha viral— con una docena de paquetes de papel higiénico.
Hablamos ya anteriormente —¿cuándo? el tiempo pasa ahora de forma diferente, sin las rutinas diarias— de la necesidad de reconstruir las vidas ajustándolas a las nuevas circunstancias, que van desde las distancias a las muestras de afecto, esas que se escapan automáticamente y que ahora hay que controlar.
Me dio una inmensa lástima la imagen de un anciano sentado solo en un banco, preguntado por la Policía si estaba al tanto de la prohibición de estar en la calle sin motivo. La calle para él, probablemente, era su propio motivo. Un psicólogo dice que hay que vigilar a los ancianos, evitar su tristeza por la soledad. No hay mucho por lo que vivir cuando te restringen la calle después de haber cerrado el Centro de Mayores, lugares en los que compartir la soledad. Me dio mucha pena. Hay que cuidar a esas personas a las que protegemos. Proteger es una cosa; cuidar es otra.


Las imágenes de Madrid son las de una ciudad vacía con algunos fantasmas paseando al perro. Las cifras de fallecimientos lo aconsejan. Hay que frenar los nuevos contagios. Es probable que muchos de los que están ingresados tengan sus días contados por la evolución de la enfermedad; otros sanarán. Pero lo que hay que evitar es que aumente el número de infectados.
Llegan voces de las alturas pidiéndonos que nos quedemos en casa. Son los drones de la Policía Municipal que patrulla y vigila desde el aire para mandar a los deportistas, aburridos y osados a su casa. Es una labor importante para ir reduciendo al mínimo los circulantes y las concentraciones. Hoy es mi quinto día sin salir de casa. Como todo, es una adaptación. En unos minutos empezaremos un video chat con mis alumnos. Pasado el choque hay que organizarse. ¿Por qué no tertulias, juegos, conferencias, lo que sea on line? Lo usamos para tonterías  ¿y no lo vamos a usar ahora?  Mi compañía me manda un mensaje diciendo que me dan gratuitamente un montón de Gigas para mantener mi vida virtual. Se lo agradezco por si hace falta tirar de ellos. Nos vamos adaptando, digitalizando a marchas forzadas. hay que hacer de la necesidad virtud.

BBC hoy
También en las prioridades se ven los estilos políticos culturales, por llamarlos así. Lo que Boris Johnson ha hecho en el Reino Unido puede ser un desastre absoluto. La Vanguardia lo explicaba así hace unos días:

Boris Johnson ha hecho una apuesta muy arriesgada y se juega su futuro político –y lo más importante, las vidas de muchos residentes en Gran Bretaña– con la decisión de no tomar por el momento medidas drásticas contra la pandemia y centrar su estrategia en suavizar la curva del coronavirus para que el pico de contagios se produzca dentro de un par de meses, cuando la sanidad pública podría estar más preparada para afrontar el choque.
El plan, según los especialistas, responde a la resignación de que el gobierno en el fondo no va a poder hacer nada para frenar el coronavirus, que un número muy considerable de muertes (incluso decenas de miles) es inevitable, y que por tanto es mejor intentar proteger la economía de cara a quienes sobrevivan. Desde el punto de vista médico, la teoría es que cuantas más personas se contaminen ahora, un mayor porcentaje del país desarrollará inmunidad para una potencial segunda oleada de la epidemia en el otoño o invierno próximos.
Esta parsimoniosa estrategia, que responde al tradicional espíritu flemático inglés (keep calm), ha recibido durísimas críticas de parte de la comunidad científica y un sector de la prensa. Por un lado, porque significa poner en peligro extremo (y tal vez sacrificar) a los elementos más vulnerables de la sociedad, los mayores y quienes tienen enfermedades crónicas.*



Boris Johnson procede de las élites sociales de Reino Unido. La mentalidad que tiene es la misma del darwinismo social que se creó allí y que, por lo visto, no ha desaparecido. El plan, en resumen, es que se mueran los que se tengan que morir al menor coste posible. Es una política neoliberal de la peor calaña. Tiene además truco, pues no va ocurrir lo mismo con quien se pueda pagar los medios de mantenimiento o de aislamiento preventivo (basta con tener un yate, una buena mansión con seto) que con quien no tenga nada. La indiferencia de Johnson saca lo peor del egoísmo, convertido en base del sistema capitalista. Los enfermos no son una preocupación, sino una molestia, una carga. ¿Para qué gastar recursos en ellos? La apelación a las "defensas naturales" deja al descubierto el "darwinismo social" que tanto daño ha hecho infiltrándose en muchos como una especie de "ciencia" en la política. Por eso está bien que sea la propia comunidad científica la que critique el planteamiento. Probablemente —no se lo deseo— la visión de alguna persona próxima con la enfermedad modificara su punto de vista. O quizá sus creencia políticas sean tan firmes que lo despida con una sonrisa y un "¡Es la Naturaleza, chico!".


En la CNN ya se empiezan a recoger las voces de los que señalan que el neoliberalismo de Trump ha debilitado la protección por sus ataques al sistema sanitario a base de recortes y cierres:

Infectious disease expert Michael Osterholm, who warned in 2005 that "time is running out to prepare for the next pandemic," said in a conversation with Peter Bergen that America faces a huge challenge: "We are worse off today than we were in 2017 because the health care system is stretched thinner now than ever. There is no excess capacity. And public health funding has been cut under this administration."**

Debemos tomar nota. Cuando superemos esto, el discurso de los recortes sanitarios o, peor, el discurso que aplaude pero recorta en función de donde gobierne empezará a ser repudiado. La experiencia de lo vivido avalará el rechazo. Si nos quejamos de falta de unidad en la defensa de la educación pública con los continuos cambios, en la Sanidad es esencial mantenerla. No puede ser que nuestro país tenga enfoques autonómicos distintos según sus gobernantes. Tenemos que aprender de lo que está ocurriendo. Lo único que justifica un desastre es aprender para no repetirlo.
Es cierto que el modelo asistencial ya tenía sus propios colapsos en forma de retrasos y reducción de tiempo de atención en muchos puntos. Ahora vemos que las quejas del mundo de la salud pública estaban justificadas y la importancia de mejorar los números para que los mayores sobre todo, que son los que por su propia condición necesitan de más atención no queden desatendidos.


El sistema sanitario que se está dejando la piel en estos momentos en España merece los dos grandes aplausos que la ciudadanía les ha dedicado por todo el país, ayer noche el último. Y habrá más. Los aplausos y el reconocimiento están muy bien, pero está claro que hay que hacer algo más. Y son los políticos los que deben crear las condiciones.
Los peros de Torra a la centralización nacional de los sectores críticos, considerándola un "155 encubierto" no es más que la rabieta por no haber podido hacer una "independencia catalana encubierta" al separarla del resto como pretendía. La maniobra es tan absurda y trivial que ha tenido razón la ministra al decir en su comparecencia que hay que que no se merecen ser "dirigentes" de nada. Torra es el Johnson español (mal que le pese), prefiere aislarse del resto con tal de marcar distancias, no las de seguridad (un metro más o menos) sino una distancia independista de kilómetros quiméricos, la balsa de piedra catalanista surcando el Mediterráneo. Tendrá que esperar.


La propuesta de Boris Johnson tiene un efecto inmediato: nadie recibirá británicos. En su mentalidad isleña cree que es una fortaleza no dejando entrar. Pero lo que ha hecho es convertir al Reino Unido en el Diamond Princess, un barco a la deriva lleno de enfermos contagiándose unos a otros. Si Reino Unido no se pone en cuarentena, el mundo tendrá finalmente que ponerlos a ellos. Nadie recibirá británicos, como ahora no se quieren recibir italianos o españoles y antes chinos. Y a nadie se le podrá reprochar. Johnson dará cuenta de ello y tendrá que explicarlo. Lo de Reino Unido es un problema de mentalización: creen que el Brexit les ha sacado de Europa. ¡Qué ingenuidad! Siguen estando ligados al destino de todos porque "virus es virus" como "Brexit is Brexit". Ahora hablan de "Europa" como de algo que no va con ellos. 
Los modelos Trump o Johnson son ejemplos de lo que no hay que hacer y las urnas, espero, les pasarán factura. Afortunadamente a Torra no le quedan muchos recursos, solo el pataleo. 


PD: Recibo desde hace días (y ahora mismo) muchos correos con consejos sensatos de mis estudiantes chinos para que me cuide. Todos ellos son sensatos y solidarios. Antes estaban preocupados por sus familias. Ahora son sus familias los que están preocupados por ellos aquí en España. Todos somos una familia y debemos velar por todos, en lo personal y en lo social. Esa es la base solidaria que nos debe guiar. Es con lo que me quedo de esta crisis. Nos hace distanciarnos, pero también revela los profundos lazos que nos unen. Os quiero.


* "Reino Unido se declara impotente ante el coronavirus y da prioridad a la economía" La Vanguardia 14/03/2020 https://www.lavanguardia.com/internacional/20200313/474112559284/reino-unido-impotente-coronavirus-prioridad-economia.html
** "This changes everything" CNN 15/03/2020 https://edition.cnn.com/2020/03/15/opinions/coronavirus-changes-everything-opinion-weekly-column-galant/index.html


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