jueves, 5 de marzo de 2020

El miedo inverso

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En los últimos días se ha desencadenado un pánico entre los residentes chinos en el exterior. En apenas unas horas, han empezado a llegar mensajes de miedo sobre la situación que estaban viviendo en distintas zonas de España. Se ha invertido la dirección del miedo. Lo que antes era un miedo hacia China se está invirtiendo. Conforme China avanza en el control interior reduciendo el número de casos con enormes sacrificios, crece la preocupación de la colonia china en el exterior.
Este proceso podría haber sido natural. Pero cuando se producen toda una serie de movimientos en menos de cuarenta y ocho horas en la misma dirección, todo parece indicar que se ha iniciado un movimiento más organizado.
Un correo recibido por una compañera el martes me contaba el pánico de dos de sus alumnas de máster que había decidido abandonar los estudios y regresar a China. A la profesora le parecía un exceso por parte de dos buenas alumnas que tiraban todo un año de trabajo. Mi respuesta es que yo tenía varios casos en el mismo sentido y que el suyo no era aislado, sino parte de un flujo o, si se prefiere, de un influjo.
La Vanguardia de ayer mismo, con el titular "Familias chinas de València hacen ‘autocuarentena’ y no llevan a sus hijos al colegio" la siguiente carta enviada a la dirección del colegio:

Estimados profesores:
Debido a los continuos aumentos de infectados por el coronavirus, y sabiendo el alcance que podría suponer si no se toman medidas preventivas como es la suspensión de las clases, para velar la salud de mis hijos y la familia hemos tomado la decisión de no ir a las clases hasta después de las fallas. Tenemos familia en China y ya han pasado por esto, espero que entienda.
Saludos cordiales*



Se equivocan claramente en la suposición de la intención. Durante este tiempo, el concepto de "autocuarentena" era una forma de garantizar que se pasaba de un entorno inseguro, el foco de la epidemia (China) hacia un exterior más saludable o menos arriesgado.  Pero el sentido de la "autocuarentena" es opuesto. Tiene el sentido de protección frente a un entorno que se empieza a considerar más peligroso. El número de casos, por un lado, pero sobre todo la falta de medidas —comparativamente hablando— que entienden que se produce en Occidente, España en esta caso, es lo que ha disparado las alarmas y el pánico haciendo que los ciudadanos chinos se encierren en sus casas (como en la carta) o regresen a China.
Si leemos la carta correctamente, el motivo de no mandar los niños al colegio es la "falta de medidas", es decir, la no suspensión de las clases. Se ha invertido la dirección del miedo.


El hecho que esto se haya producido en menos de cuarenta y ocho horas y con focos múltiples significa que hay una "noticia cero" —disculpen la ironía— que ha hecho desencadenarse todas las alarmas. Y esto ha sido una guerra informativa y económica paralela a la lucha contra el COVID-19.
Desde que comenzó la crisis, hemos hablado aquí de esa guerra informativa que centraba en China la responsabilidad y trataba de aislarla internacionalmente. Era la continuación del mismo aislamiento que la administración Trump había comenzado desde su inicio en sus luchas contra la segunda economía mundial tratando de reducir su importancia. Lo mismo ha hecho sus aliados más cercanos, como ha sido Reino Unido (ya con su política autónoma de la Unión Europea y con Hong Kong como centro) y otros países de la zona, Corea del Sur y Japón, con lo que se esperaba aislar a China.
Ahora, cuando China considera que ha hecho su trabajo y que puede empezar a recuperar lo perdido con la crisis, es el momento de sembrar las dudas sobre la relación entre Occidente y el COVID-19. En su momento señalamos que los ataques frontales contra China solo traerían un sentimiento de unidad nacional, como en efectos ahora se puede comprobar. El sentimiento de haber logrado reducir la trasmisión lo ha generado frente a los ataques externos. 
En los artículos de China Daily vemos desarrollados los puntos del nuevo conflicto invertido que se va a plantear en adelante. El analista Dan Steinbock firma un artículo en la publicación con el titular

Yet, uncertainty is now beginning to grip the rest of the world, as evidenced by the recent multi-trillion-dollar market corrections in US and elsewhere. Too many countries are starting containment mobilization far too belatedly, despite elevated warnings since mid-January.
What has made a challenging situation worse is that, instead of timely mobilization against the virus, Washington has sought to politicize China’s outbreaks.
In light of almost two months of outbreaks, most observers have underestimated China's long-term resilience, while overestimating the ability of advanced economies to avert the outbreaks. The net effect is that as China is now on its way back to business, economic uncertainty and market volatility may still intensify in Europe and the United States.**



Creo que se entiende bien el mensaje: China ha hecho sus deberes, Occidente no. Se ha preferido dejarse llevar por el enmarcado norteamericano, que siempre veía el COVID-19, como un elemento "chino" y ha perdido el tiempo precioso en la reducción del efecto de coronavirus, que ahora siembra la incertidumbre (y el miedo) ante los riesgos de la propagación. Traducido: China exige que se tomen las mismas medidas que ellos han tomado y que han causado un gran prejuicio a su economía y crecimiento.
En un artículo de hoy mismo, otro analista, Zhang Jinling (del Instituto de Estudios Europeos y la Academia China de las Ciencias Sociales), desarrolla en extenso este fondo de la lucha que se ha dado en este tiempo y de la diferencia de los resultados:

China has been making its utmost efforts to fight the COVID-19 outbreak, and the strict measures it has taken to rein in the epidemic are gradually yielding results, except perhaps in Hubei province.
But since an epidemic is a common threat to humankind as a whole, the international community should help China tide over the difficulties by sharing their experiences and advanced methods to prevent and control the epidemic, because by so doing they would be helping the entire humankind.
But many Western politicians and media outlets have spared no efforts to vilify China's political system, especially the leadership of the Communist Party of China at a time when China has been using all the resources at its disposal to fight the epidemic. For instance, US Senator Marco Rubio, over the weekend, once again claimed China has failed to "share necessary information" that could have contained the spread of the novel coronavirus and blamed it for putting the world at risk as more countries reported their first deaths from the virus.
Indeed, the local authorities in Wuhan, Hubei province, didn't handle the epidemic properly in the initial days of the outbreak. But later, the central authorities mobilized resources nationwide to fight the disease and closely coordinated with the World Health Organization to take measures to control the disease.
China did share its experience with the rest of the world as it imposed strict quarantine measures on the epicenter of the outbreak in Hubei province. Strict and effective quarantine and lock-down measures in certain places are a scientific way of preventing cross-infection and containing the spread of the epidemic. However, some Western media outlets see the Chinese government's community quarantine measures as a manifestation of "high-handed" rule.
Such distorted, malicious reports are an apt example of irresponsible behavior. Such reports and comments from Western politicians and media outlets have not only hurt the feelings of Chinese people, but also misled the international community, which undermine international cooperation and solidarity in the face of a global medical emergency.
It is true that China's political, economic, social and cultural systems are different from those of many other countries, but they are the choice of the Chinese people, and the inevitable outcome of China's historical development that suits its national conditions. The prevention and control of the epidemic is not only medical and health problem but also a comprehensive crisis management problem. In this unprecedented war against the novel coronavirus, the Chinese system has fully displayed its advantages in terms of decision-making, mobilization and execution abilities, and its ability to correct mistakes.***



No están faltos de razón los argumentos. Estados Unidos —no solo los republicanos, sino que también los demócratas comparten una política similar—ha mantenido una postura anti China desde mucho antes de la aparición del COVID-19. Los casos de Huawei o las amenazas a los países que usen tecnología china para el 5G, principalmente, pero ha sido una actitud generalizada.
La soberbia y agresividad de Trump no podía ver la amenaza global que supone el COVID-19, sino solo una "oportunidad" de atacar la economía China. Lo que no se podía conseguir en el campo económico, lo conseguiría un pequeño coronavirus. Pero ahora los efectos son globales. No alcanzan  las dimensiones de lo ocurrido en China, pero lo que ocurre en Italia es un aviso sobre la necesidad de tomar medidas.


A diferencia del caso de China en sus inicios, sí sabemos desde el principio de la peligrosidad y de la forma de avanzar. Es cierto de que debe haber una gradación en las medidas en función de las situaciones, pero también es cierto —lo hemos dicho en varias ocasiones— que hay que empezar actuando sobre lo superfluo, sobre lo innecesario. Nuestro problema es que gran parte de nuestra economía se basa en lo superfluo. Hay una enorme economía del ocio, deporte, cultura, etc. que se basa en la concentración de grandes cantidades de personas. La obcecación —sin justificación para el optimismo— de la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio es un ejemplo de "mal ejemplo". Lo ocurrido con los contagios por ir a ver partidos de fútbol a Italia es un caso claro.
La tranquilidad, lo hemos dicho, sale de la prevención y la firmeza. Las medidas pueden ser de muchos tipos según las circunstancias. Deben ser claras y empezando por lo más básico. Pero las palabras solo no paran nada. La salud debe antes que la economía.


El miedo se ha desatado en China, esta vez hacia Occidente. La carta de Valencia es solo un ejemplo, que se está multiplicando, de ese miedo invertido de los que se encuentran entre nosotros. Unos dejarán de ir al colegio y otros regresarán a sus casas al llamado de sus preocupadas familias o sencillamente porque no entienden nuestros procedimientos. A veces yo tampoco.
En la CNN podemos leer:


China's effort to prevent imported cases comes amid rising nationalist pride that the country's sweeping measures to contain the outbreak -- and the self-sacrifice of the Chinese people -- offered other nations a crucial window to prepare for its spread. There is also growing criticism online against other governments for their allegedly slow response to control the outbreak. Both sentiments have been played up in state media.****



Comienza una guerra económica e informativa en otro sentido. China no va a ser (ni quiere ser) la única perjudicada. Los ejemplos de crítica a Occidente por su falta de medidas se irán multiplicando conforme haya que fortalecer la propia posición. De esta forma, políticamente, se corrige el error del principio, que ha sido digerido conforme a los procedimientos habituales, según se señala en los artículos del diario chino: destitución y sanción.
China teme ahora, como señala el artículo citado anteriormente, que sus ciudadanos por todo el mundo están sometidos a riesgo mayor que en su propio país. Eso explicaría el cambio brusco en la dirección del "miedo". El regreso tiene un sentido preventivo, pero también económico. El regreso evita la salida de capital al exterior. Todo queda en casa.
La política del miedo y el estigma tienen sus límites. La mejor demostración es el efecto contraproducente e inesperado cuando se cambian las tornas. No volvamos a incurrir en ella. Esto es mundial y una buena ocasión para avanzar en cooperación en un campo en el que el futuro nos traerá nuevos casos. Es un mundo global, rápido e intercomunicado. Es el mundo que los virus estaban esperando.
Hace unos minutos, en la CNN se explicaba la expansión del COVID-19 como la reproducción de la Ruta de la Seda del siglo XIV. No aprendemos. 


* "Familias chinas de València hacen ‘autocuarentena’ y no llevan a sus hijos al colegio" La Vanguardia 4/03/2020 https://www.lavanguardia.com/local/valencia/20200304/473967538304/familias-chinas-valencia-hacen-autocuarentena-con-sus-ninos-y-no-van-al-colegio.html
** Dan Steinbock "Early data suggests China’s resilience but rising global uncertainty" China Daily 2/03/2020 http://global.chinadaily.com.cn/a/202003/02/WS5e5cccb1a31012821727bab6.html
** "This is not the time to play the blame game" China Daily 5/03/2020 http://global.chinadaily.com.cn/a/202003/05/WS5e603730a31012821727c62a.html
**** "China is trying to prevent coronavirus from being brought back from other countries" CNN 5/03/2020 https://edition.cnn.com/2020/03/05/asia/china-coronavirus-imported-cases-overseas-intl-hnk/index.html



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