martes, 17 de marzo de 2020

Compro vacuna a buen precio

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
A nadie se le escapa que la pandemia global del COVID-19 tiene muchas carreras paralelas. El surgimiento del coronavirus en China sirvió para que Estados Unidos arremetiera contra el que considera el rival más peligroso, la segunda economía mundial, y un desafío en lo tecnológico que Washington no se puede permitir. Antes del COVID-19 estaban el 5G y Huawei.
Los intentos de aislar China fueron primero económicos, levantando barreras y presionando a los países del entorno para que se distanciaran y a la propia Unión Europea para que no aceptara la tecnología china en sus nuevas redes de comunicación. Trump grito mucho, amenazó, pero no logro aportar más que sus propias opiniones al respecto, ni una sola prueba. Se trataba de hundir a un rival que ya le ha ganado en muchos terrenos y que la "¡América más grande!" de Trump no se puede permitir.


La forma de ver el mundo de Donald Trump necesita urgentemente de un golpe de efecto. Es su especialidad. Esta vez solo hay uno posible: la vacuna contra el COVID-19. Trump sabe que solo eso puede salvar su presidencia dándole la ventaja que ha perdido con el debilitamiento de la economía y las acusaciones de haber llevado la crisis de forma frívola y negacionista hasta que las evidencias le han hecho tragarse sus propias bromas.
La cuestión de la vacuna contra el coronavirus tiene una dimensión científica, social y política. Las tres están relacionadas. El hecho de que alguien que no sea los Estados Unidos la encuentre primero supone un golpe duro a la tesis del país más avanzado científica y tecnológicamente. Queda lo militar. Socialmente tendrá efectos sobre la población mundial, que no podrá recibir las vacunas a la vez, que tendrán que ser producidas y repartidas.


Pero a Trump le interesa especialmente la tercera dimensión, la política. El hecho de poder vender al mundo que la vacuna "es norteamericana" debe ser su sueño diario, pues le aseguraría un discurso y también un control sobre el propio escenario mundial. Es difícil que el presidente Trump no aprovechara la nueva "nacionalidad" de la vacuna. Lo que le llevaría de nuevo a la guerra comercial, empezando con China, pero también más allá.
En estos días han aparecido en la prensa titulares como el del diario El Mundo "Alemania rechaza categóricamente que Donald Trump se haga con los derechos de la vacuna contra el coronavirus". No explican:

El Gobierno alemán ha rechazado categóricamente la posibilidad de que Estados Unidos se haga con los derechos exclusivos de la vacuna contra el coronavirus que desarrolla la empresa alemana CureVac como pretendía el presidente Donald Trump, que ha llegado a ofrecer hasta 500 millones de dólares a esos laboratorios a cambio de todos los derechos.
"Nuestros laboratorios están trabajando para conseguir una vacuna para todos, sin exclusividades", ha declarado la viceportavoz del Ejecutivo alemán, Ulrike Demmer en línea con lo ya manifestado por el titular de Economía, Peter Altmaier. El ministro no sólo descartó ayer que el negocio que Trump propuso a CureVac se lleve a cabo, sino que, en un lenguaje poco habitual en él, afirmó que "ningún laboratorio alemán se pondrá a disposición de tales propósitos. Alemania no está en venta", dijo.*



La jugada es doble. Anunciar al mundo que los Estados Unidos son superiores científicamente (aunque se haya hecho en Alemania) y económicamente. Si los Estados Unidos de Donald Trump sacan una vacuna antes que nadie, se aplicará el "America First". Este "first" no solo será sanitario: la vacunas se elaborarán en los Estados Unidos y para los Estados Unidos. Será un tirón de la economía norteamericana, pero un estancamiento, a la espera, del resto. Trump podrá jugar con ello, como antes ha jugado con otros factores sin pudor.
Los Estados Unidos de Trump han dado las suficientes muestras de egoísmo político en su forma de entender el liderazgo como para que se ponga en sus manos una vacuna que afecta al mundo al completo. Sencillamente, es preferible que sea la Unión Europea, Alemania o el país que dé con el proceso de frenar el virus.

Con todo, hay un escenario peor para Trump: que sea China quien desarrolle la vacuna contra el COVID-19. No sería la primera vez que los laboratorios de China, con importantes centros de investigación en este campo, dan con una solución a casos de fuera. No nos acordamos de la llamada "crisis del pepino" en 2011, la del E.coli, la que llevó a acusar a la agricultura española de lo que se demostró que no era culpable. Hay que recuperar para la memoria la imagen de Mariano Rajoy tomando públicamente pepinillos para demostrar que no había peligro con nuestros pepinos. Esto es mucho más grave y global.

2011

Los intentos de Trump de "comprar" todos los derechos de la investigación que pueda llevar a una posible vacuna son enormemente inmorales e insultantes, algo que define bien a Trump, en más de un aspecto. No iba a ser distinto ahora.


La respuesta alemana ante el intento de compra por parte de Trump ha sido de irritación y ofensa. En The Guardian podemos leer:

German ministers have reacted angrily following reports US president Donald Trump offered a German medical company “large sums of money” for exclusive rights to a Covid-19 vaccine.
“Germany is not for sale,” economy minister Peter Altmaier told broadcaster ARD, reacting to a front page report in Welt am Sonntag newspaper headlined “Trump vs Berlin”.
The newspaper reported Trump offered $1bn to Tübingen-based biopharmaceutical company CureVac to secure the vaccine “only for the United States”.
The German government was reportedly offering its own financial incentives for the vaccine to stay in the country.
The report prompted fury in Berlin. “German researchers are taking a leading role in developing medication and vaccines as part of global cooperation networks,” foreign minister Heiko Maas told the Funke Mediengruppe research network. “We cannot allow a situation where others want to exclusively acquire the results of their research,” said Maas, of the centre-left SPD.
“International co-operation is important now, not national self-interest,” said Erwin Rüddel, a conservative lawmaker on the German parliament’s health committee.**



El planteamiento es diametralmente opuesto al del egoísmo y la prepotencia norteamericanos. El "Alemania no está en venta" se opone al "Compro vacuna a buen precio" planteado por Trump, presidente empeñado en acabar de hundir la imagen de los Estados Unidos ante el mundo, su autoproclamado "liderazgo del mundo libre" y su papel de "guardián mundial". Todos estos tópicos que a la sociedad norteamericana le gusta escuchar y sus políticos gustan repetir, son pisoteados por las acciones del propio Trump. Esta es una más. Alemania deja en evidencia la pobreza moral de Trump.
En Estados Unidos, los números van aumentando junto con las críticas. Salir a decir que "todo está bajo control" ya se lo reprochaba ayer la CNN y muchos medios que consideran que los problemas ya no son cerrar el país al mundo, sino que lo tienen dentro y no hay capacidad de atender a los enfermos entre otras cosas por las reducciones del sistema sanitario realizadas por la administración Trump. Ahora todos los Estados se vuelven hacia él a la espera de algo de liderazgo eficaz y no patriotero. Pero ya no valen gorras ni tuits.



* Carmen Valero "Alemania rechaza categóricamente que Donald Trump se haga con los derechos de la vacuna contra el coronavirus" El Mundo 16/03/2020 https://www.elmundo.es/internacional/2020/03/16/5e6fbfc2fc6c837d7b8b45b5.html
** "Coronavirus: anger in Germany at report Trump seeking exclusive vaccine deal" The Guardian 16/03/2020 https://www.theguardian.com/world/2020/mar/16/not-for-sale-anger-in-germany-at-report-trump-seeking-exclusive-coronavirus-vaccine-deal




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