Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Empiezo
por el final. Confieso que me sorprende la forma en que termina el artículo del
diario El Mundo sobre las opiniones de los periodistas del Telediario de
Radiotelevisión española. Después de haberles realizado el Consejo de
Informativos una encuesta de diez preguntas, el artículo del diario termina con
la siguiente afirmación:
Leopoldo González-Echenique, presidente de la
corporación RTVE, compareció este jueves en el Congreso ante la Comisión mixta
de control parlamentario y catalogó la labor del Consejo de Informativos como
"enriquecedora", si bien aseguró: "No es palabra que debamos
creernos a pies juntillas".*
No sé
si el señor González-Echenique, presidente de la corporación, es un escéptico por naturaleza y duda de todo, o
si solo duda en estos casos, incluso no sé si tenemos derecho a dudar de él de la
misma manera que él lo hace con los demás. Es decir, si debemos creer a pie juntillas lo que dice el señor
González-Echenique y simplemente enriquecernos con lo que nos cuenta.
Algunos
indican que la expresión "a pie juntillas" —que debemos entender como
"ciegamente". "firmemente" o "sin dudar"—
proviene de un juego en el que uno con los ojos vendados debía moverse
siguiendo las instrucciones de los compañeros. Se supone que con la información
suministrada, el participante vendado podía llegar a la meta. La base del juego
es la confianza en los compañeros, sin ella no se puede cumplir el objetivo.
A lo
que yo no le veo mucho sentido es a que se haga una encuesta y luego se nos
diga que no hay que creerse a pie
juntillas sus resultados. Debo confesar que me parece más preocupante
considerar lo que los demás opinan simplemente como "enriquecedor", casi
un eufemismo para decir que le trae al fresco. El objetivo de la encuesta no es
que el señor González-Echenique se
enriquezca, me imagino, sino medir un sentimiento, que en este caso es de
malestar, descontento o insatisfacción.
Lo que
el señor González-Echenique no se acaba de creer o, perdón, le enriquece es lo siguiente:
Dos tercios de los redactores de los
telediarios se declaran insatisfechos con el contenido informativo de la
pública. Una encuesta planteada por el Consejo de Informativos de TVE al núcleo
de los trabajadores de los Servicios Informativos de la cadena arroja este dato
sobre Torrespaña. Además, el 44,64% de los profesionales se siente presionado
por sus jefes y el 39,28% considera que los temas de los que se encargan
carecen del interés y la relevancia pública que exige la Ley.
El descontento se dispara si se atiende al
área de Sociedad, en la que "se dan las tasas más altas de insatisfacción
y de crítica al trabajo que se realiza", tal y como reflejan las
conclusiones del cuestionario, un documento al que ha tenido acceso EL MUNDO y
que ya ha sido trasladado por el Consejo de Informativos tanto a la directiva
de Julio Somoano como a los trabajadores del Telediario.
Tanto es así que el 84,6% de trabajadores de
Sociedad se manifiesta presionado por sus jefes. Asimismo, el 92,3% de los
redactores de esa área entiende que los temas que sus superiores les adjudican
no tienen la relevancia necesaria. En ambos casos, el descontento es hasta 40
puntos mayor que en el resto de secciones de Informativos. Educación y Sanidad
forman parte de las materias cubiertas por Sociedad.*
Aunque
se nos diga que el cuestionario "entregado a 102 redactores, fue rellenado
por 56 de éstos", pienso que no es cuestión de creerlo o no creerlo, sino
que simplemente son las respuestas
obtenidas. Si es mala la fe ciega, también lo es el escepticismo inaclarado,
puesto que no se nos dan más explicaciones de por qué debemos dudar de la
sinceridad de la gente que contesta un simple cuestionario compuesto de diez
preguntas a las que se responden las tres clásicas "sí",
"no" y "no sabe". No veo dónde se encuentra la duda en las
respuestas.
No se
nos dice, en cambio, cuáles fueron los resultados de la undécima pregunta, esa
sí, un poco más complicada por ser "abierta", referente a
"propuestas para mejorar". En esta última sí podría el señor González-Echenique
mostrar todo su escepticismo o sus limitaciones interpretativas. Pero sobre la
undécima cuestión, ni una palabra. Quizá porque consideré que ya son perfectos, no lo sé.
Que el
92'3% considere que los temas que se les encomiendan "no tienen
relevancia" o que el 84'6% se sienta presionado por su jefes, todo ello en
Sociedad, no es que haya que creérselo o no, sino que es el resultado.
Si
ahora se hiciera otra encuesta con una sola pregunta, "¿se considera usted
ninguneado en sus respuestas por el
señor González-Echenique?", saldría obviamente un 100%, a lo que el
director contestaría de nuevo que las encuestas no hay que creerlas a pie juntillas, aunque se haya enriquecido de nuevo.
Lo que
me parece relevante y sujeto a interpretación, puesto que es dudoso, es que solo haya participado
poco más del cincuenta por ciento de los preguntados. Es ahí donde el director
de Radiotelevisión Española puede ejercer sus dudas especulando sobre esa
cuestión. Sin embargo, no se entra en ella. Y no se hace porque es la real, la división entre los que
contestan y no contestan, que es ya en sí un acto significativo.
Sea
cuales sean las causas, nunca se insistirá bastante en que la independencia de
los profesionales es una garantía para la información que reciben los
ciudadanos tratándose de un medio público. En los privados pasa igual, pero
allí los que pagan consideran que
además de comprar el tiempo laboral, se incluyen en él voz y conciencia. Algo
que no debería ser así.
La
profesión periodística es un ejercicio diario de vencer las tentaciones
exteriores, pero también las interiores, los cantos que surgen de la propia
condición de lo que somos, de nuestros conocimientos y experiencias. Se insiste
mucho en la luchas con los jefes,
pero se indaga menos en el conflicto interno que el periodista, como ser
humano, vive como los demás.
Lo más
sano es no creerse a pie juntillas tampoco a uno mismo,
permanecer lo suficiente escéptico y modesto ante los propios pensamientos,
teorías y prejuicios con los que —sería de tontos pensar que en esto el
periodista es un privilegiado— tenemos que vernos todos. El periodista no puede
renunciar a pensar por sí mismo, pero tampoco puede dejar de pensar que se
puede equivocar. El drama de un juez es que tiene que convivir con la
posibilidad de equivocarse, vivir en la
tensión de lo justo. El periodista, de forma similar, vive en la tensión de lo objetivo. Eso
significa que no puede vivir de forma absoluta una verdad, sino en la
aspiración trágica a equivocarse lo menos posible. Las sirenas periodísticas que le reclaman se llaman dependencia,
inadecuación y soberbia. La primera nos secuestra la voz; la segunda nos hace
hablar de lo que no sabemos, y la tercera nos canta sobre nuestra capacidad de
entenderlo todo.
Lo que
parece desprenderse de la encuesta realizada es que una parte de los
profesionales sienten que no son ellos los que tienen la posibilidad de
equivocarse sino que son sus jefes quienes les impulsan a hacerlo, ya que
discrepan sobre la relevancia de lo que se les pide que cubran o la forma en
que se acaba presentando ante el público. Podemos pensar que esto es verdad o no, pero lo que no podemos
pensar en modo alguno es que sea una cuestión de que nosotros les creamos o no. Eso es soberbia y desprecio.
Está
fenomenal que el señor González-Echenique se enriquezca con la opinión de los
demás, pero deje a los demás la posibilidad de creer que tras lo que han dicho
está lo que sienten, que no es ni verdad ni mentira, sino lo que ellos opinan
con todo el derecho del mundo. Creo que es una grosería, es decir, una falta de
detalle fino, no hacerlo.
*
"Dos de cada tres trabajadores del 'Telediario' están
'insatisfechos'" El Mundo 28/02/2014
http://www.elmundo.es/television/2014/02/28/530fb58e268e3ebf7f8b4596.html?
a=0d7e93e36300570f7cda93ca10eebb35&t=1393565748
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