Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Las
cifras de la inmigración en Suiza están resultando ser muy distintas de las que
podrían suponerse. El tópico de la invasión tercermundista de Suiza se diluye
ante los verdaderos invasores del país, los alemanes e italianos, vecinos de
Suiza, y los portugueses. Con las cifras oficiales suizas en la mano, son esos
tres países los que tienen una mayor presencia allí. Y no es nuevo. Alemanes e
italianos son vecinos de Suiza. Según las cifras oficiales, entre 2011 y 2013,
la población española se incrementó en unas tres mil ochocientas personas; pasó
de 66.011 a 69.793. Son cifras muy alejadas de los 294.000 de Italia, los 285.000
de Alemania, o los 238.000 de Portugal. La
emigración francesa es también muy superior a la española 103.929, con un
incremento del 4.5%.
Otro
dato: de los tres países candidatos a la Unión Europea (Turquía, Croacia y
Macedonia) los dos primeros perdieron población en Suiza, disminuyendo el
número de residentes. Entre los tres suman 163.000 inmigrantes, con una pérdida
global de -0'5%. La presencia de serbios (de 102.957 a 94.851, un -7'8%) y
bosnios (33.505 a 32.912, un -5'8), también se redujo.
Localizo
una información que me parece muy esclarecedora, del año 2007. A veces es mejor
mirar de dónde salió la piedra para entender dónde cayó. La noticia se refiere
a un documental realizado por la televisión suiza, con el título 'Los alemanes
llegan y cómo los queremos' y nos lo explicaban en SwissInfo, servicio de de
información sobre Suiza.
¿Cuál fue el origen de la decisión de hacer
un documental al respecto?, preguntó swissinfo al autor del filme, Pino
Aschwanden.
"En agosto pasado se dio a conocer que
los alemanes estaban a la cabeza en la lista de la nueva corriente migratoria
hacia Suiza. Buscamos entonces mostrar las razones del porqué Suiza es
atractiva para los alemanes y abordar la vida en común con los suizos."
Cuando Aschwanden preguntó en la calle a
varias decenas de suizos su opinión sobre sus vecinos al norte surgieron varias
respuestas constantes: "arrogantes", "impertinentes",
"poco amables"...
"Me sorprendió que los 50 suizos que en
la calle abordamos para preguntarles su parecer sobre los alemanes -con
excepción de uno- dijeran que hay algo que les molesta de ellos. Aunque también
hicimos un sondeo representativo a 600.000 personas. Un cuarto de ellas dijo no
tener un aprecio especial hacia los alemanes."**
Mencionaba
yo hace dos días, cómo se había quedado granado en mi memoria el comentario de
una ciudadana suiza, hace décadas, sobre cómo le molestaba el "olor a
ajo" que se desprendía de los inmigrantes. Los suizos, pueblo que presume
de realizar esta forma de "democracia directa", están acostumbrados a
dar su opinión con franqueza impertinente sobre todos los demás. El documental
podría haberse hecho probablemente sobre cualquier otra nacionalidad y los
suizos habrían encontrado alguna molestia en los demás, algún defecto del que
ellos carecen y que habrían resaltado desde la perspectiva que da la altura de
sus cumbres.
El
documentalista no deja de sorprenderse por las reacciones de unos y otros, ante
lo que él pensaba que sería un acogedor encuentro entre vecinos que hablan la
misma lengua, aunque con un dialecto diferente:
Justamente en el documental de Aschwanden
aparece una chica germana en sus primeras clases de dialecto zuriqués, toda una
exigencia en la que esa hermandad idiomática que une a ambas razas no resulta
nada fácil de distinguir a la hora de repetir las conjugaciones verbales.
Pocos pensaron al respecto antes de llegar a
Suiza: "Cuando recién llegada iba a los supermercados ¡no podía entender
lo que me decían! ¡Eso me impactó de tal forma!"
El documentalista muestra otros desconciertos
de los alemanes tras su arribo a Suiza. "Fue un choque cultural para
mí", "Los suizos son un mundo cerrado', "Nunca pensé que Suiza
fuera tan lejana... ", apuntan algunos.**
Como
cierre, SwissInfo incluye un recuadro titulado "contexto" que termina con la
siguiente aclaración:
En el aspecto social, cabe decir que si bien
los alemanes resultan arrogantes para los suizos que hablan como lengua materna
algún dilecto alemán, ocurre el mismo fenómeno en el caso de los suizos de
habla francesa con relación a los vecinos de Francia.**
No sé
si le servirá a alguien —a los alemanes— de consuelo saber que tienen los
mismos recelos hacia los franceses. Creo que la historia nos muestra que a lo
único que los suizos no le hacen ascos es al dinero, del que nunca les ha
preocupado demasiado ni su acento ni su olor.
Podrían
dar datos sobre los beneficios o perjuicios para su economía y desarrollo, pero
las razones suizas se basan siempre en "olores", "acentos",
"altiveces", etc. Es decir, Suiza acoge a otras personas porque no
tiene más remedio y a regañadientes, con el meñique estirado, cara de asco y
una ceja levantada, como diciendo a qué
vendrá este. Son así, por lo menos en cantidad suficiente como para sacar adelante sus leyes restrictivas respecto a la Europa que les rodea.
En el año 2006, con motivo de la aprobación de más leyes restrictivas hacia la
inmigración, con casi un 70% de los suizos a favor, Swissinfo entrevistó al historiador (calificado como de
"izquierda" por la publicación) Hans-Ulrich Jost:
swissinfo: ¿Considera que Suiza tiene una
herencia xenófoba?
H.-U. J.: Para decirlo llanamente, desde
principios del siglo 20, Suiza tiene dos o tres parámetros constantes en su
política. Y uno de ellos es la xenofobia.
Esto comenzó antes de la Primera Guerra
Mundial con el asunto de los extranjeros pero, peor todavía, con la exclusión
de ciertas poblaciones. Los gitanos, por ejemplo, a los que un documento de la
administración federal de la época califica abiertamente de 'úlcera'.
A partir de allí, esta temática no nos ha dejado.
Ha sido utilizada periódicamente por uno u otro partido de la derecha o de la
extrema derecha, y de ahí llegamos ahora a este muy claro veredicto.
El velo humanitario detrás del cual nos
escondimos siempre se ha desgarrado.
swissinfo: Sin embargo, todo el mundo habla
de la tradición humanitaria de Suiza. Y los vencedores del domingo aseguran que
no ha sido cuestionada. ¿Para usted eso sería sólo una ilusión?
H.-U. J.: No es una ilusión, pero hay que
relativizarla. Incluso un importante periódico de expresión alemana, más bien
conservador, escribió claramente que, de hecho, nuestra tradición humanitaria
es válida mientras interesa al país y no afecta demasiado a nuestro sagrado
egoísmo.
Y esto ya era verdad en la época de los
Hugonotes, esos refugiados protestantes venidos de Francia. Los aceptamos pero
con muchas reticencias e invitándolos a partir lo más pronto posible.***
La
conclusión de Jost es que el humanitarismo suizo (¡cómo engaña lo de la
"cruz roja"!) no es más que una forma de interés camuflado para
esconder eso que llama "nuestro sagrado egoísmo". Probablemente sean
las suspicacias de todo país pequeño, las reticencias ante los temores del que
se sabe débil numéricamente. A veces lo tienen también los países más grandes y casi nadie está libre de culpa en estas cosas, pero al someterlo a votación directa a los suizos no les quedan muchas excusas. No las necesitan; ellos son directos en sus desprecios y temores. Veremos si ahora, la respuesta europea es lo suficientemente contundente como para hacer ver a los suizos que ese "sagrado egoísmo" les traerá consecuencias. No se puede establecer acuerdos que te benefician y luego retirar las contrapartidas. Está por ver la contundencia europea o la tibieza con la que aborda este problema real.
Con todo,
lo más preocupante serán los efectos sobre los "suizos de corazón"
repartidos por toda Europa y que, como ellos, se sienten molestos ante
fenómenos como la inmigración. La próxima campaña europea debe ser
"europea". La obsesión por convertirlas en elecciones locales por parte de nuestros políticos
no hará sino —una vez más— impedir que tengamos una mejor perspectiva del
desarrollo común. Nuestros políticos quieren que nuestras mentes se paren en
los Pirineos, que no dejemos de mirarles en su patético provincianismo, entre
nacional y autonómico. Seguimos transmitiendo la idea que Europa es un lugar donde
van los políticos y no un espacio al que
pertenecemos los ciudadanos, una identidad por construir.
Hay que
hablar mucho de Europa; hay que tenerla en mente constantemente porque de no
ser así se convertirá en un fantasma retórico. Hay que traer sus problemas al
centro de discusión para poder mejorar el proyecto que es y la realidad que
debe ser.
* Federal
Office for Migration FOM, Statistical Services. Number of permanent foreign
resident population by nationality / end of December 2011 and 2012
https://www.bfm.admin.ch/content/dam/data/migration/statistik/auslaenderstatistik/aktuelle/ausl-nach-staat/ts8-bevoelkerung-staat-2012-12-e.pdf
** 'Los
alemanes llegan y cómo los queremos' Swissinfo 23/02/2007
http://www.swissinfo.ch/spa/actualidad/Los_alemanes_llegan_y_como_los_queremos.html?cid=5740612
***
"La vieja herencia xenófoba de Suiza" SwissInfo 26/09/2006
http://www.swissinfo.ch/spa/actualidad/La_vieja_herencia_xenofoba_de_Suiza.html?cid=5469092
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