sábado, 15 de febrero de 2014

La opinión representativa

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El escuchar en una de esas tertulias periodísticas nocturnas la afirmación por parte de uno de los asistentes de "que no era partidario de la democracia directa" y sí lo era en cambio de la "representativa" me dejó bastante perplejo, especialmente en una situación como la que vivimos, en la que nuestros representantes aquí y en muchas otras partes del mundo, son cuestionados precisamente porque se consideran "poco representativos". Uno de los gritos de protesta más habituales es el de "no nos representan" con el que se trata de expresar esa discordancia aparente entre los votantes y los votados, entre los representados y los representantes.
Manifestarse en contra de la "democracia directa" es un solemne tontería, pues es la base de la democracia, que solo a efectos de operatividad se desplaza hacia unos representantes que no son elegidos para ser oráculos sino para cumplir el compromiso que contraen con sus votantes. Pero de estas tonterías solemnes se nos llenan cada día los oídos, por esta versión de "opinión representativa" que, calcada de la política, se ha profesionalizado de forma inamovible en las televisiones.


El mismo inmovilismo que hay en la política lo hay en el grupo selecto de "opinadores" que se turnan unos con otros para filtrarnos el mundo nuestro de cada día, en cuidadoso reparto. No se sabe muy bien de dónde sale ese reparto más o menos equilibrado, pero dada la alineación de los medios con los intereses políticos que más les miman, reproducen esta vez una especie de parlamento de papel en el que cada uno tiene su cupo. Unos son más independientes que otros, algo que nadie niega, pero sí que la mano que los selecciona y agrupa en cada caso tiene en mente su propio parlamento.
Se echa de menos la presencia de verdaderos especialistas con opiniones más fundadas que las que pueden en ocasiones manifestar, bastante burdas en algunos momentos. La especialización periodística tiene su sentido, pero que los medios se utilicen a sí mismos como fuente de información —periodistas que declaran ante periodistas— no debería ser un recurso del que se abusara, pues puede incurrir en los mismos vicios que la política, que dejen de defender los intereses comunes y se dediquen al papel que les ha sido asignado.
Hay personas que cumplen bien su papel y no es esa la cuestión, sino el cierre de otras voces sociales que pudieran ofrecer visiones más precisas de ciertos aspectos de lo cotidiano en cualquier campo. Es muy cómodo saber que cada noche  o mañana tendrás a tres, cuatro o cinco personas sentadas ante ti, dispuestas a contestar cualquier cosa que les preguntes. Es mucho más sencillo que localizar expertos que puedan aportar visiones más completas de cada asunto.

Los medios han creado una especie de "plantilla exterior" en la que las mismas caras reaparecen una y otra vez. Su función consiste en responder por turnos a una pregunta sobre algo ocurrido que les formula el presentador o presentadora. En ocasiones llega a ser obsesivo porque hay personas que aparecen en varias cadenas e incluso en la radio. Al estar en ocasiones grabado, he podido apreciar a una misma persona en dos cadenas a la vez, lo cual  confiere una ubicuidad milagrosa gracias a la tecnología.
Sabemos mejor lo que piensan ellos que lo que piensan la gran mayoría de los políticos que elegimos. No es bueno para la independencia periodística esta presencia constante de las mismas personas convertidas en fuente de opinión sin más representatividad que el estar contratados por un periódico o cadena. Esa frase tan manida de que el periodista no debe ser el foco de la noticia, se anula cuando es el periodista el foco transmisor de constante de las noticias.
Los periodistas están para preguntar y después informar. No creo que su función sea la contraria, convertirse en respondedores de preguntas del medio que les acoge. Pueden hacer sus reportajes y después informar sobre las circunstancias o su opinión de lo expuesto, pero no es esto lo que se hace aquí. He visto en otras cadenas extranjeras que, en ocasiones, cuando son asuntos delicados, aparece un "editor responsable" del área, que es preguntado por quien presenta el programa. Pero es un especialista responsable del área y es de la misma cadena. En ocasiones se hace aparecer en el estudio a un corresponsal recién llegado de algún lugar y se le entrevista para tener información directa sobre lo que está ocurriendo. Nada que ver con todo esto.


Lo que se acaba creando es una "red" entre los medios a través de las personas, ya que cada cadena tiene bajo contrato a periodistas del resto de los medios. Se respeta el principio de competencia entre cadenas, pero se aceptan los cruces entre las televisiones y los periódicos. La teoría es que se promocionan unos a otros. Los periodistas adquieren popularidad a través de las pantallas, que acaban aumentando el número de sus lectores, algo de lo que se suele beneficiar el periódico (aunque tenga que mejorarles el contrato por su estatus de populares televisivos), y las televisiones se hacen con los servicios de los periodistas de opinión sin correr los de la casa el peligro de estar bajo el punto de mira de los políticos, algo bastante habitual, especialmente en las cadenas estatales y autonómicas, que son quienes más usan este método. Se da así la ilusión de que existe un distanciamiento, cierta objetividad, al usar a profesionales del exterior de la cadena.
Cuando veo canales de televisión de otros países, percibo que la función principal del periodista es acercar las voces de la sociedad, no solo las de representación política o ciudadana, sino las de los expertos en cada problema. Más allá de los noticiarios, veo que las pantallas se parten para dar entrada a una o dos voces diferentes sobre un problema sobre el que debaten. No debaten dos periodistas. Son voces directas, de los implicados y el periodista, que muchas veces debate con dureza con su invitado; no son las voces de otros colegas que cuentan su opinión. ¿Qué sentido tiene ver discutir a dos periodistas? ¿Por qué no a dos expertos?

No me extraña que el periodista al que citaba al comienzo, se manifestara en contra de la "democracia directa" y a favor de la "representativa". También existe una "información directa" y otra "representativa", que es la que él encarnaba, aunque no fuera representante de nadie. La importancia mediadora del profesional de la información es enorme, pero lo que no puede hacerse es absorber todas las informaciones evitando que se perciba la polifonía social. 
Si tenemos la sensación de estar en manos de caciques políticos —de volver a los problemas señalados por Joaquín Costa—, no se debería correr el riesgo real de que ocurra lo mismo con la información, que en vez de contribuir a ampliar la opinión, la secuestre. Las funciones de los periodistas están muy claras, pero su exceso no contribuye a una mejor información sino a reducción de fuentes. El protagonismo periodístico es un riesgo para el propio periodismo y, por ello, para la propia sociedad, que se hace la ilusión de estar muy bien informada porque las pantallas están llenas de informadores.
Aunque nos informaran bien, no es bueno que sean siempre los mismos lo que lo hagan. Hace falta oxigenar la información, como hace falta hacerlo en la política. No por cambiar de caras simplemente, sino por asegurarnos que se escuchan las voces adecuadas en cada momento, que son las que los ciudadanos y las de los que pueden analizar u ofrecer soluciones o alternativas a los problemas reales. Algunos tienen la honestidad de comenzar sus frases diciendo "aunque no soy experto en...", pero eso no evita que el que tuviera que estar ahí sí debería serlo, por respeto al propio público, que debe estar lo mejor informado posible.



La otra noche asistí asombrado al pase rápido, a instancias del moderador, de lo ocurrido con el referéndum en Suiza —primera página y editoriales de los medios más importantes en todo el mundo— porque no quería que se quedara sin tratar lo "de Wert y los goyas". Eso dio lugar, como era previsible, a comentarios ingeniosos para delicia de los noctámbulos. Pero con todo, el más ingenioso, fue el de estar "en contra de la democracia directa". Lo entiendo.








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