Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
A tres
meses de las elecciones europeas, comienzan a alzarse las voces de analistas y
curiosos sobre lo que se puede presentar a nuestra doble condición ciudadana,
la nacional y la europea. En todos los comentarios que he tenido ocasión de
leer o escuchar, me queda ya relativamente claro que querer ser
"europeo" es una gran soledad. Es una pena que "Europa" sea
un ente subalterno a las políticas nacionales, especialmente cuando las clases
políticas nacionales dejan tanto que desear. Hasta la pobreza de respuesta de
los en otro tiempo activos "verdes" marca ese camino de la
indiferencia en la que los árboles nacionales no dejan ver el bosque europeo.
Se
preguntan algunos quiénes serán los líderes
europeos, pregunta realmente curiosa esta porque hace explícita la carencia de
líderes. Si los hubiera, no habría nada que preguntar. Será líder el que
resulte elegido para no liderar Europa, que se encuentra como el coronel de la
novela de García Márquez, sin nadie que la lidere. Hasta ahora se acepta que lo
que se llama por aproximación "liderazgo", que es la imposición
política de la economía que interese a Alemania o, como en la época del tándem
Sarkozy-Merkel, Alemania y Francia. Al final no ha sido Hollande —que centró en
ello su campaña— quien ha hecho rectificar
a Alemania, sino que —suponiendo que sea una rectificación en la política
europea— lo ha hecho la necesidad de coalición con los socialdemócratas en
casa. Siempre será mejor que te diga un socialdemócrata alemán lo que debes
hacer a que lo haga un socialista francés. Algunos han señalado la paradoja de
que Merkel haya rectificado sus posturas hacia la izquierda, mientras que
Hollande ha tenido que seguir políticas hacia la derecha para enderezar su
economía ante la pérdida de "competitividad", como se suele decir.
Uno tiene la sensación de que elige a los políticos para que hagan lo contrario
de lo que prometen. Entre mercados y pérdidas de soberanía de los estados, el ser
político se ha complicado bastante o, como señalan otros, se ha simplificado
mucho, según cómo lo mires.
Ahora
nos hablan de la pugna entre el Parlamento Europeo y el Consejo, que es como
decir que los ciudadanos padecemos una esquizofrenia que nos hace vivir una
doble vida, como europeos y como miembros de los Estados. Quizá no sea posible,
a fecha de hoy, poder aunar estar dos esencias en un mismo cuerpo, por decirlo
así, pero debería plantearse algún tipo de reunificación que nos hiciera ver
que los "europeos" existen y no solo los ciudadanos nacionales en
Europa.
La
cuestión del liderazgo "europeo" se complica desde la perspectiva
mediática. Un líder europeo debe ser alguien que pensemos que será bueno para
una "Europa europea" y no un candidato pactado por los estados para
no molestar demasiado a los más poderosos.
"Europa
busca un líder", titula el diario El País su artículo de ayer sobre el
tema. Es un titular en el que "Europa" no es Europa y "líder"
no es un líder, sino cosas muy distintas. Escribe el articulista:
Lo importante está muy abierto. Desde el
nombre del candidato conservador (esencial para empezar a definir la media
docena de puestos en liza) hasta la forma de elegir el premio gordo: el
presidente de la Comisión. El Parlamento defiende con fiereza que saldrá de
entre los cabezas de cartel a las elecciones. Pero el Consejo guarda un as en
la manga: los tratados ofrecen suficiente ambigüedad como para que las
capitales tengan, una vez más, mucho que decir. El sustituto de José Manuel
Barroso se elegirá teniendo en cuenta el resultado de las elecciones, pero a
propuesta del Consejo de la UE (por mayoría cualificada de los 28 Gobiernos),
que deberá ser aprobada después por el Parlamento.*
La
esquizofrenia europea se traslada a ese enfrentamiento entre Parlamento y
Consejo que representan las visiones de las dos formas de entender lo "europeo".
No solo tenemos dos personalidades, sino que están mal avenidas.
Difícilmente
podremos hablar de "líderes europeos" mientras los europeos veamos a
nuestros líderes como títeres de unos o de otros, colocados por Merkel,
Hollande o Cameron, pongamos por caso. Los ejercicios de ventriloquía en
política se pagan precisamente en falta de reconocimiento y Europa no solo
tiene que arreglar los problemas técnicos, sino también un problema de
identidad común construida desde lo que podamos compartir, algo que se elude
constantemente.
En
general el liderazgo político no
lleva a la unión, sino que resulta más bien de la desunión, es decir, del
enfrentamiento, del conflicto entre partes, de las disputas entre unos y otros,
que es la forma en que los políticos han decidido hacer política y arrastrarnos
a los demás. En estos tiempos de protestas generalizadas y de pérdida de
confianza en los políticos y en la política, es muy arriesgado hablar de un
liderazgo europeo. La tentación fácil es la contraria, diluir el liderazgo, que
es lo que le interesa a los políticos nacionales, que no ven eclipsadas sus
imágenes por políticos que no puedan controlar.
Se usa
con frecuencia el término "liderazgo europeo" en el plano internacional
para el conjunto, para la totalidad de la Unión como si esta tuviera realmente
una política exterior común, algo que si existe realmente no se nos hace llegar.
No digo que no exista acuerdo en muchas cosas, pero no somos los europeos los
que lo percibimos. Tampoco una política exterior común es la panacea para ser
"europeos", si esta se centra exclusivamente en las cuestiones de
económicas y en los intereses, que parecen ser las principales motivaciones. La
economía o los intereses económicos son la peor vía para la identidad, pues
cada vez es más complicado para los gobiernos convencernos de que están del
lado ciudadano y no al servicio de intereses particulares o ajenos. Las crisis económicas
y financieras también han erosionado nuestra identidad europea al mostrarnos
insolidaridades e impunidades, que nos son centrales y otros periféricos, que
es como llamarte arrabalero. Puede
que la crisis haya servido para fortalecer algunas instituciones, pero no desde
luego para aclarar nuestra identidad y ha dado alas a los contrarios a Europa.
Que el
único lugar en el que la gente se esté dejando la piel por Europa sea en
Ucrania es bastante significativo. Allí se apalea gente envuelta en banderas
azules con la esperanza de ser una estrella más algún día. En Ucrania se
percibe Europa como el reverso de lo que no quieren ser, un títere de Rusia. Y
eso es suficiente para ellos, por ahora. Para los europeos, no ser Rusia no es
una motivación. En momentos de nuestra historia nos hemos definido
culturalmente como "no ser Estados Unidos", como hacen los franceses,
muy celosos de las pérdidas culturales. Pero el debate sobre una identidad
común, requisito previo, que pueda ser invocada para ser liderados está por
verse.
De la
misma forma que los ucranianos no quieren ser Rusia, los anti europeístas,
euroescépticos o medio pensionistas
de la integración, hacen de su negación una afirmación y de su afirmación una
negación. Es fácil entonces seguir a alguien por muy lerdo que sea. Quizá la
gente se esté volviendo nacionalista o populista porque es más sencillo, aunque
la sencillez conlleve demagogia, xenofobia o racismo. Todos ellos son
sentimientos muy fáciles de comprender porque hemos convivido con ellos durante
siglos de enfrentamiento. Se tarda media hora en enfrentar a un francés y un
alemán, pero se tardan siglos en ponerlos de acuerdo. Lo mismo ocurre por toda
Europa. El argumento post bélico de que la unión de los europeos era la mejor
manera de evitar guerra, una vez que deja de haber esa posibilidad en el
horizonte, desaparece por ineficaz. La gente no se pelea por esos motivos, pero
lo hace por otros, que acaban erosionando la relación. Por eso el conseguir un
liderazgo europeo auténtico es importante porque sería síntoma de que alguien
ha conseguido encontrar el pegamento espiritual que nos hace falta.
Quizá
pedir un líder europeo que sea visto como un "europeo" y no como un
"alemán", un "candidato de Merkel", "de Hollande",
"de Cameron", etc., sea pedir la cuadratura del círculo, pero lo
cierto es que se necesita con urgencia alguien capaz de regenerar la identidad
y la autoestima europea. He usado el verbo "regenerar" con serias
dudas de que se haya generado anteriormente,
pero me gusta pensar que en algún momento, en algún rincón, hubo un deseo de
Europa más allá del euro. De no ser
así, Europa sería un signo vacío.
Es
triste pensar que nuestra identidad procede de nuestras monedas, como algunos
dicen. Pero es más triste pensar que nuestra europeidad se acabó con el euro,
que nos unen los pagos y los cobros, más que otro tipo de elementos que existen
pero que a nadie parecen importar.
Europa
necesita líderes, sí. Pero líderes europeos y europeístas, que nos transmitan
un sentimiento de pertenencia necesario para completar la formación de esa
identidad europea por definir. El marketing político ha matado el liderazgo, el verdadero, el que se basa en el reconocimiento y el respeto, ha confundido los caminos y la "selección del personal". ¡Demasiados cursillos y muy pocas ideas! Hacen falta ideas claras para poder comenzar la pedagogía europea necesaria que se ha perdido por el camino. Europa debe estar, como idea como proyecto, como identidad, en nuestras escuelas, como parte de nosotros, de una historia común por describir. Una historia que describa los desencuentros pasados y acoja las voces comunes, las influencias, la visión común y, especialmente, la voluntad y las esperanzas. Dejar el espacio del liderazgo a los contrarios a la idea europea es cederles demasiado terreno y muy fácilmente. Y lo están consiguiendo con sus banderines de enganche emocionales y populistas, con su retórica nacionalista. Enfrente no tienen a nadie. Solo tibios políticos, temerosos de perder votos y apoyos en sus feudos.
Si no podemos explicar qué es "Europa"
más allá de la tautología, difícilmente podremos sacar adelante el proyecto,
barco inestable frente a las tormentas que nos esperan, o soporífero crucero en tiempos de calma.
* Claudi Pérez "Europa busca un líder" El País
8/02/2014 http://internacional.elpais.com/internacional/2014/02/08/actualidad/1391890188_863865.html
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