sábado, 24 de septiembre de 2011

La velocidad de los neutrinos y las teorías-basura

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Wolfgang Pauli
De todas las noticias con las que las páginas del mundo nos sorprenden hoy, solo una nos sorprende verdaderamente. Sorprenderte es algo que no esté al alcance de cualquier cosa y quizá usemos con demasiada alegría esta palabra en un mundo lleno de teorías que cubren el espectro de las posibles sorpresas. La mayor parte de las sorpresas proceden de la ignorancia y esta es siempre local. Por eso, cuando se produce una sorpresa de esta categoría, la gente es cautelosa.
En este caso los cautelosos son los físicos, que ya de por sí lo son. Y no es para menos: una de esas afirmaciones que se daban como verdad de la buena, un pilar sólido para poder construir cosas sin que se vinieran abajo, plantea dudas a raíz de un nuevo experimento. Mientras los ingenieros construyen puentes, aviones y barcos, los arquitectos edificios, etc.…, los físicos construyen “teorías”, edificios mentales mucho más complejos. Estos edificios son unas veces muy resistentes y otras se caen a la primera de cambio. Los físicos prefieren que se les caiga el observatorio a que se les hunda lo construido con lo observado. Es más fácil levantar otro edificio de ladrillos que recomponer el edificio teórico cuando aparecen grietas.
Lo presentado ayer en el laboratorio del CERN, en Suiza, es de demasiado alcance para atreverse a sacar consecuencias, entre otras cosas, porque en este momento seríamos incapaces. Es como al que le dan una noticia tremenda y se sienta a asimilarla porque presiente que su vida cambiará. Para algunos, preocupados por otras cosas, el hecho de que los neutrinos vayan a más velocidad de la permitida les parecerá un tema de radares y multas. El problema es que la velocidad de la luz es un poco más complicada que la de nuestras carreteras. Sobre su constancia y límite gira prácticamente todo el edificio teórico de nuestras teorías más avanzadas sobre la realidad.

Instalaciones del CERN
Cuando se produce una observación que contradice la teoría vigente se siguen tres pasos: 1) se comprueba que no es una anomalía de la realidad, una irrelevancia local; 2) se revisan los métodos y actos de medición, por si presentan errores que distorsionan los resultados; y 3) finalmente si no es una anomalía ni un error de medición o instrumental, no tenemos más cáscaras que modificar la teoría o enterrarla si es necesario.
Por eso, nos cuenta la prensa, los científicos que han presentado el informe con los datos obtenidos han señalado:

"No intentamos hacer ninguna interpretación teórica o fenomenológica de los resultados" […] "Después de varios meses de estudios y comprobaciones no hemos encontrado ningún efecto instrumental que pudiera explicar el resultado de las mediciones. Mientras los investigadores de Opera continúan sus estudios, también queremos tener medidas independientes para lograr un juicio definitivo."*

Se ciñen así al protocolo de actuaciones científico: revisarán todos los posibles errores que hayan podido causar las desviaciones de la teoría aceptada antes de hacer ninguna revisión de la teoría vigente, que hasta el momento siempre había sido precisa y coherente.


La Física ha sido el modelo sobre el que ha pensado siempre la Filosofía de la Ciencia o la Epistemología. Las reflexiones sobre la “validez” de la Ciencia y las formulaciones de las condiciones de los métodos, etc. se han hecho desde la Física porque es la que se ha mostrado más sólida en sus afirmaciones, por decirlo así. Sus teorías, al estar sometidas a procesos de verificación estandarizados y generales más estrictos, suelen ser más duraderas. Por eso, una observación sobre la mayor velocidad de los neutrinos respecto a la velocidad de la luz debe someterse a todo tipo de pruebas para confirmarla o desecharla.
En el otro extremo de las Ciencias, tenemos el caos teórico y observacional de nuestros economistas y expertos, que elaboran cada día una teoría circunstancial desde creencias en fundamentos altamente ideológicos. Como señalan cada vez más críticos, los presupuestos de la "eficiencia de los mercados" y otras afirmaciones por el estilo, son “creencias” a las que nos aferramos con vehemencia pero sin fundamento excesivo. En una de las obras que reseñamos en este blog, el premio Nobel de Economía, George A. Akerlof, y Robert Shiller afirmaban:

El auténtico problema […] son las opiniones convencionales que subyacen es la mayor parte de las teorías económicas. Numerosos profesionales de la macroeconomía y las finanzas  han llegado tan lejos en el alcance de sus «previsiones racionales» y «mercados eficientes» que no aciertan a comprender la dinámica fundamental que subyace en las crisis económicas. (275)**




Esta idea está hoy generalizada. El problema que se plantea es una cuestión en cadena que afecta al conjunto de los saberes. Aunque llamemos “ciencia” y “científico” a muchas cosas distintas, la capacidad de proponer modelos estables de teorías, modelos constatables o resistentes a lo que nos propone la tozuda realidad, nos hace ver que los grados son muy diferentes y así debe entenderse sin traumas psicológicos ni científicos. Debe entenderse —y no siempre se hace, aunque sea evidente— que cada campo de investigación está determinado por sus propias condiciones y objeto y, por tanto, el riesgo que asumimos con la aceptación de las teorías por etiquetarlas a todas como “científicas” es grande si esos campos, por su propia naturaleza, no admiten los mismos procesos de verificación, etc. En resumen, aunque llamemos "teorías científicas" a muchas cosas en muchos campos, no todas lo son de la misma manera y en muchos casos no es más que una maniobra retórica para ganar credibiidad. Por eso hay que avisar sobre la aceptación de teorías con un alto grado de creencia o ideología en su base, casi de moda, sobre las que se han edificado edificios teóricos y prácticos de alto riesgo. Las teorías basura también existen. Son las que se muestran incapaces de predecir los desastres que causa su aplicación. Hay teorías que tienen, como los clubes de fútbol o los cantantes, "seguidores" y algunas hasta "amigos", que se lo perdonan todo.
Pauli predijo la existencia de los neutrinos en 1930. No ha sido hasta hace 26 años que Reines y Cowan confirmaron la existencia de la partícula que Pauli. Pauli recibió en 1945 el Premio Nobel de Física por otro descubrimiento, el "principio de exclusión". Todo lleva su tiempo.
El que los físicos pidan prudencia antes de sacar consecuencias de un hecho observado que contradice la teoría vigente, debería servir de ejemplo a los que practican la imprudencia habitual de tener fe ciega en donde deberían tener duda razonable. Hacer teorías es bonito; aplicarlas arriesgado. Si los neutrinos pueden sobrepasar la velocidad de la luz, algunos listos pueden sobrepasar la velocidad de los neutrinos.

* “Revuelo a la velocidad de la luz”. El País 23/09/2011 http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Revuelo/velocidad/luz/elpepisoc/20110924elpepisoc_1/Tes
** G. A. Akerlof y R. J. Shiller (2009): Animal Spirits. Cómo influye la psicología humana en la economía. Gestión 2000, Madrid.


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