jueves, 1 de septiembre de 2011

¡Qué lío!

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
¡Qué lío! ¿Estaré soñando? Me pellizco. Pero puede que esté soñando que me pellizco y no surta ningún efecto. A lo mejor estoy dentro de un sueño de uno que sueña, dentro de otro sueño más, como en la película de Christopher Nolan. ¡Qué lío!
Primero era que  los ricos piden que les suban los impuestos, pero lo de ahora es peor. La Policía española va a manifestarse y a protestar a Bruselas* porque se siente maltratada simultáneamente por el Gobierno y los manifestantes. Hasta el momento, los planes europeos pasaban por coordinar las políticas económicas y fiscales. Ahora es la propia Policía la que pide que le den un protocolo, que es como decir que le den, pero al Gobierno español.
Que la Policía de tu país se considere maltratada por el gobierno y por los que protestan contra el gobierno, no deja ponernos en evidencia internacional. Piden que no les dirija el gobierno, pero tampoco nos queda muy claro quién quiere que lo haga ni por qué van a Bruselas. ¡No me tienten a Sarkozy o a Cameron, que enseguida nos toman la palabra! Con Merkel para las cuentas y los otros dos con el orden público, lo de la gobernanza queda resuelto.


La verdad es que algo de razón tienen los policías en “indignarse” también ellos. Hasta a los manifestantes les han dado pena en algunos momentos y han ido a darles alguna flor y un abrazo diciéndoles eso de “tíos, de verdad que lo sentimos; sois unos pringaos como nosotros, pero nosotros, al menos, no tenemos a vuestros jefes. ¡Vaya marrón!”. Eso es lo que hizo un joven que había quedado magullado tras un encuentro policial que se salió del protocolo y le tuvieron que ingresar. Al día siguiente el joven se fue a darles una flor y estrecharles las manos para decirles que lo entendía, que cumplían con su deber. Nada personal. La Policía no le aceptó la flor —estaban de servicio—, pero sí le dio la mano un agente, más que nada por no hacerle el feo después de haberle atizado. El ejemplo cundió y se repite en las manifestaciones para relajar un poco la tensión y confraternizar, que son muchas horas.
La Policía se queja de lo mismo que ellos: de estar mal pagados, que abusan de ellos con horas de trabajo interminables, que no les dejan descansar, que además va la gente y les insulta y, lo peor de todo, que sus jefes son confusos, en un sí pero no, un tú estate por allí, pero como si fueras a otra cosa. Por eso ellos se van a Bruselas a decírselo a los otros policías europeos, porque, la verdad, ¿a quién se lo van a decir aquí? Que te lleves mejor con los manifestantes que con tus jefes es bastante deprimente. Parece una novela de Jean Genet.

Marcelino Iglesias
Y luego está lo del “candidato”. Mientras los demás países tienen Gobierno, nosotros tenemos además “candidato”. Ya no sabemos quién es el que manda, porque, cuando sale un señor que se llama Marcelino Iglesias a decir a los periodistas que nunca pasa nada, al rato se han llenado las portadas de cosas que sí pasan entre el que manda en un sitio y el que manda en otro. Pero como aquí, ocurra lo que ocurra, nunca pasa nada, tampoco sabes a qué atenerte.
Hasta ahora el reparto funcionaba: uno decidía las cosas y el otro nos decía lo importante que eran para el futuro. Los periodistas señalaban los desacuerdos y el señor Iglesias los hacía desaparecer apelando a un mundo inexistente, pero que él nos explicaba porque es lo suyo. En España, los periódicos y televisiones están llenos de mundo inexistentes, pero los mundos inexistentes de Don Marcelino no llegaban a tener la consistencia necesaria para aparecer en portada, ¡y eso que se exige poco y va bien recomendado!
Con uno que dice, otro que desdice y otro que explica, ya no sé si sigo en mi sueño o en dónde estoy. Temo despertarme y encontrarme con cualquier sorpresa al descubrir que alguno de esos mundos no existe o, peor, que existen todos. Incluso que existen los mundos de Marcelino Iglesias. La oposición está también confusa y mareada, aunque tiene claro que debe ignorar a Marcelino Iglesias. Pero con los otros dos, ¿qué hacen?
El candidato, finalmente, también se enfada porque no quiere que le maltraten a los que protestan porque tienen que votar en unos días, y para eso ha dejado el Ministerio del Interior, que es a quien le toca decidir qué se hace con los que protestan. Al final nadie está contento. Bueno, solo Marcelino Iglesias porque en su mundo no pasa nada. ¡Qué mal repartido está el mundo! Los belgas sin gobierno y nosotros sobrados: con gobierno, con “candidato” que manda pero no gobierna, y con los que ya se sienten como si gobernara. ¡Uff, me agobio!
No sé cómo se van a tomar todo esto los “mercados”.

* “La Policía denuncia en Bruselas la ‘inacción’ ante el 15-M” http://politica.elpais.com/politica/2011/08/31/actualidad/1314822822_867863.html



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