Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El vidente famoso miraba aburrido el paso de la gente por delante de la caseta. Algunas señoras se paraban y cuchicheaban dentro de ese juego madrileño que consiste en ir a ver autores en las tardes primaverales del Retiro e identificarles tras los libros. «Pierde mucho al natural», se suele escuchar. Como nosotros éramos tres anónimos profesores universitarios deseosos de no llevar la contraria a nuestro editor, accedimos a firmar esa tarde nuestra obra conjunta sobre feminismo y aspectos lingüísticos y literarios. Nada para las masas, que pasaron de nosotros. Los paseantes se mantienen alejados de la caseta mientras intentan identificarnos inútilmente. No debemos parecernos a nadie y no les resultamos atractivos. Al vidente famoso si le reconocen, pero como el libro que ha escrito versa sobre Victoria de los Ángeles, dudan si se trata de alguna lucha celestial contra los diablos o una biografía de la gran soprano española, opción acertada esta última. Triste destino de un vidente cuya única producción realista se vea sumergida en la ambigüedad producida por las obras de Dan Brown y similares aclaradores de absurdas conspiraciones y reinos ocultos.
Como el vidente famoso es bastante soso y el calor y el aburrimiento nos afectaban a todos, decidí entablar conversación con él. Pero, ¿de qué se puede hablar con un vidente? Del futuro, desde luego, no. No es tan sencillo. Recordé que el vidente era argentino, aunque reside desde hace mucho tiempo entre nosotros. Y me lancé sobre el único tema que pensé podría vincularnos.
—¡Tengo una teoría! —le solté de sopetón.
El vidente no se sobresaltó, como era de esperar. Levantó una ceja exquisitamente mandándome un mensaje minimalista cuya traducción podría ser «¡Ah! ¿Sí?». Como el vidente suele ser un poco inexpresivo habitualmente, tomé su alzamiento de ceja como una invitación a explicarle mi teoría.
—Creo que haber nombrado a Maradona seleccionador nacional argentino será el comienzo del fin del mito.
El vidente levantó por segunda vez la ceja, esta vez acompañando el alzamiento con una ligera inclinación de su cabeza. Comprendí que el tema no le había interesado lo más mínimo, me imagino que porque, gracias a su don, ya lo conocía.
—Nada divide más a la gente que un seleccionador nacional… —insistí—, el fracaso no se perdona y… Pero él dirigía ya una sonrisa fría a dos señoras que nos contemplaban dubitativas y que siguieron poco después su ronda de identificación de celebridades que han escrito o les han escrito un libro. Ya saben ustedes la diferencia: los que escriben libros ponen la foto en la solapa, en el interior, y aquellos a los que se los escriben la ponen por delante, a toda portada.
Las patéticas imágenes videográficas difundidas ayer de Diego Armando Maradona pateando de mala manera la mano de un aficionado en Dubái son la confirmación de que, con un vidente cerca, no hacen falta ni cueva ni fuente ni falla del terreno para ver el futuro. Las visiones te llegan solas.
El incidente pateador de Maradona en Dubái |
Los tres años que han pasado desde que Diego fuera nombrado seleccionador han confirmado mi “teoría” y, por cierto, la de Valdano, quien afirmó que Diego Armando carecía de experiencia como entrenador de clubes. Lo mío por intuición colateral y lo suyo por sentido común y, según algunos, algo de envidia. También Pelé se manifestó en contra, como lo hizo igualmente Di Stefano. Sus rivales en el Olimpo futbolero no le fueron propicios.
«El comité ejecutivo con el pleno de sus miembros y por unanimidad ha resuelto no renovar el contrato con el señor Diego Armando Maradona en su carácter de director técnico jefe de las selecciones nacionales.»
Con este fatídico comunicado, dos años después, avalado por los 28 miembros presentes, se cerraba la aventura seleccionadora de un mito del fútbol en el país del futbol como mito. Rescisión de contrato y clausura de mito. De la gloria futbolera nacional, el mito viviente entró en picado y pasó a entrenar un equipo de los Emiratos árabes, el Al Wasl.
Las noticias de todo el mundo nos muestran hoy esa agresión por parte del entrenador argentino a un aficionado curioso que insistía en levantar la pancarta con la que Diego intentaba comunicarse con su nieto al otro lado del mundo, pancarta en dos idiomas porque el bebé debe ser también genial como su abuelo y su padre, el Kun Agüero.
Una patada de Maradona puede ser considerada por algunos como un bonito recuerdo, pero no creo que sea eso lo que el joven aficionado pateado piensa, ya que se le ve dar saltos de dolor al otro lado de la pancarta. Maradona se ha disculpado, y en su explicación nos cuenta, con unas pocas palabras, cómo se ve en este momento de su vida azarosa:
“Soy emocional, esa es mi naturaleza. Siempre fui así como jugador y como técnico. A veces, siento que soy un jugador más del Al Wasl”
Me imagino que si es eso lo que hacen sus jugadores, no ganarán para tarjetas rojas. Los mitos se olvidan o se autodestruyen quemándose a lo bonzo con sus tonterías incontroladas. El genio se justifica siempre en su “naturaleza”, condena y bendición. Al final, en el lento declinar, los recuerdos de lo bueno quedan sepultados por las tonterías que se acumulan encima. Maradona ha llegado a ser el “ídolo total”, capaz de reunir lo mejor con lo peor, lo divino con lo diabólico, “la mano de dios” con el “pie del diablo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.