Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El ministro Jáuregui acaba de anunciar un plan para acabar con la economía sumergida. Lo ha hecho en la ciudad murciana de Alcantarilla, el lugar más apropiado. No sabemos si ha sido por asociación de ideas y se le ha escapado o si es que realmente está dispuesto a hacer algo en este sentido. Por el resto de la información que nos trasmiten se queda uno más tranquilo al ver que no va muy en serio.
Jáuregui, en una magnífica pieza oratoria, a tenor de lo reflejado por el diario 20 minutos*, dice qué se va a hacer para que "aflore la actividad económica y el empleo sumergido a la legalidad, que son situaciones anómalas y que compiten deslealmente con quienes cotizan". Se equivoca el ministro Jáuregui al señalar el carácter “anómalo” de la economía sumergida en nuestro país, el de “con IVA o sin IVA”, el de los billetes de 500 euros que nadie ve. Desgraciadamente, no quedará más que un brindis al sol. Son demasiados años con la política contraria.
La economía sumergida se produce por dos factores complementarios: el deseo de tener mayores márgenes de beneficios y la dejadez del estado. También hablan del exceso de presión. Aquí podemos, si nos place, introducir reflexiones de todos los tratadistas que han vinculado al Estado con la moralización de los malos instintos y hábitos, el orden frente al caos, etc. La economía sumergida actúa al margen, como si no existieran ni las reglas, ni el juego. La economía sumergida es ir por libre. Solo el mercado.
Pero la economía sumergida tiene una “virtud”, activa el consumo, hay más dinero circulando. Lo que no se saca a los que producen, se saca a los que consumen. Es una forma de abaratar la producción, ya que en la práctica es como una auto-bajada de impuestos. Se produce más barato y se puede vender más. Si se vende más, algo cae siempre y, sobre todo, se mantiene engrasado el sistema producción-consumo. La economía sumergida, en el fondo, es el paraíso del neoliberalismo y del primitivismo económico; es la bajada de impuestos radical. La ausencia de impuestos es tanto el origen como el futuro de la economía. Lo que hay en medio es la historia oscura del intervencionismo. Así piensan algunos.
Datos estimados de 2009 |
Las advertencias del ministro de Presidencia tienen su gracia porque tratan de aparentar dureza. Dice el ministro que "sin llegar a ninguna amnistía" con los responsables, "pero sí dando un camino para que esa actividad no cese, pero se haga dentro de la legalidad". Divertida forma de afrontar los problemas: seguid haciendo lo que hacéis, pero ¡hombre! decídmelo. La economía sumergida es economía, al fin y al cabo. El problema es cuando alcanza el tamaño que en España ha alcanzado por esa mezcla de dejadez e interés en el desinterés. El Estado necesita ahora dinero. Y la reducción actual del consumo trae la caída de la producción, y la de la producción eleve el paro dentro del círculo infernal. Con el paro, el Estado necesita más recursos y, sin embargo, tiene menos de dónde sacarlos. Hay que apretar. Entonces comienza el nuevo ciclo de las quejas: “¡con lo mal que estamos y vienes y nos aprietas!” En las épocas de crisis todo el mundo tiene razón y razones; en las de bonanza no se discute.
Datos estimados de 2010 |
Hablar de economía sumergida en España es arriesgado, especialmente para un ministro. Primero por el tamaño real. Según los especialistas**, España ronda el 20% del PIB; es el tercer país tras Grecia e Italia. Si se ponen reserva a esta cifra, deben ser al alza. Con estas cifras, no basta con ir a Alcantarilla a decir que la semana que viene (vacacional, por cierto) o la siguiente, se va a sacar una ley. Más parece una medida para que no nos saquen los colores europeos.
En segundo lugar, es poco noble y sensato meter en el mismo saco el fraude empresarial y el laboral al hablar de empleo sumergido. Una parte importante de ese empleo sumergido es el creado por las condiciones infames en que se ha mantenido una parte del empleo en España con el beneplácito político. La economía sumergida no se ha tocado cuando “España iba bien”. Una parte importante del subempleo debería considerarse no economía sumergida, sino “hundida”. Esto afecta a la inmigración, al trabajo femenino y a los estudiantes. Los tres grupos constituyen una bolsa de trabajo que ha sido constantemente maltratada. La economía sumergida se beneficia de los trabajadores que no pueden exigir demasiado y se conforman con lo que les ofrecen. No tienen muchas alternativas: o lo aceptan o que pase el siguiente.
Con la excepción de los que esconden sus empleos para compatibilizarlos con el paro de forma fraudulenta, que parece que es el que preocupa al gobierno por lo que le afecta a sus cuentas, el resto de los trabajadores que se encuentran en la economía sumergida, por definición, no están legalizados y no creo que sea por su culpa. Eso tiene consecuencias en el presente y en el futuro. Y no solo en las arcas del Estado, sino en sus vidas. Pero eso no parece importarle a nadie.
* “Jauregui (PSOE) anuncia que Plan contra la economía sumergida será aprobado en los próximos días” 20 minutos 16/04/2011 http://www.20minutos.es/noticia/1023403/0/
** “La Economía sumergida en España ronda el 20% del PIB” Expansión 14/12/2010 http://www.expansion.com/2010/12/14/economia/1292331491.html?a=b25bcd4454803cde78c91a4849f34cdf&t=1303030879
Nos hace pensar este blog. Me ha gustado mucho 'pisar charcos'. Seguiré pasando por aqui.
ResponderEliminarGracias. De eso se trata, de pensar un rato.
ResponderEliminarUn saludo,
Joaquín Aguirre