domingo, 3 de abril de 2011

Egipto: el objetivo es Mubarak en el banquillo


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las protestas siguen en Egipto. Unas decenas de miles de personas se manifestaron el viernes en la Plaza de Tahrir exigiendo el cumplimiento de sus reivindicaciones. La principal, el juicio del ex presidente Hosni Mubarak y su familia por corrupción y como responsable de los crímenes cometidos contra los manifestantes durante la revolución de febrero.
Los egipcios recelan de algunos indicios y temen que si se retrasan ciertas cosas y se consienten otras, la revolución puede verse frustrada en su camino, en el que les llevó a salir a la calle. El aparato de Mubarak y de su partido se extiende por la totalidad del Estado, llega hasta todos los rincones, y temen que se esté frenando el impulso de la revolución. Esta vez se han concentrado para que el Ejército y el Gobierno les escuchen.
Los principales conflictos se están dando en dos sectores importantes. El de los medios de comunicación oficiales u oficialistas, controlados todavía por el aparato de Mubarak, es crucial de cara a unas elecciones en las que la rapidez en la convocatoria no va a dejar mucho espacio para organizarse o promocionar a los nuevos candidatos que deben llegar a los puestos políticos de la sociedad egipcia. La queja de que solo los Hermanos musulmanes y el partido de Mubarak tienen una organización estable ha sido una constante desde el principio. Un sistema que permita unas elecciones democráticas tiene que garantizar la libertad de acceso a los medios y no confían mucho en ello. Los medios de comunicación son cruciales en estos momentos y tendrán un papel muy importante posteriormente, pero necesitan tiempo para poder adaptarse. Sin embargo, a su favor tienen la estructura de los micromedios cuya función ha sido determinante en la revolución. Veremos si este tipo de medios tiene su eficacia en un espacio como el egipcio, con un electorado acostumbrado a los manejos y presiones sobre sus votos.
El segundo terreno conflictivo está siendo el de las universidades. Mubarak tenía el  poder de elegir a los Rectores de las universidades públicas y estos a los decanos, por lo que sigue habiendo protestas de los alumnos destinadas a desalojar a los decanos de sus puestos de designación. El carácter juvenil de la revolución y su fuerte impacto entre los universitarios hace que este sea un campo especialmente sensible y sentido por los manifestantes. Uno de los conflictos más graves se ha dado precisamente en la Facultad de Comunicación. El régimen sabía bien qué sectores debía controlar para mantenerse en el poder.
Los egipcios están decididos a vigilar día a día su revolución, a seguir manifestándose cada viernes en la Plaza, para asegurarse que se continúa en el buen camino y que las fuerzas que suponen están tratando de frenarla no se salen con la suya. El temor a que la contrarrevolución esté en marcha y vaya renaciendo de las cenizas hace que no bajen la guardia. Por eso el tercer motivo de protesta es el decreto anti-protestas. Piensan que su objetivo no es volver a atraer el turismo, sino ir acallando las voces.
Lo que parece muy claro —y loable— es que han comprendido que si quieren tener el sistema político que desean tendrán que mantener una vigilancia permanente. Nada hay más peligroso que dejarse llevar por la comodidad política.
El juicio de Mubarak les parece un gesto importante, un punto de no retorno en el que se vea claramente que existe un distanciamiento nítido del pasado, una voluntad de cambio real. Con el juicio tendrán sentado en el banquillo para pedirle cuentas al que durante treinta años se las pidió a ellos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.