lunes, 4 de abril de 2011

Hijos buenos, hijos malos: la sucesión de Gadafi


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
The New York Times* informa sobre los posibles movimientos dentro de la familia Gadafi para resolver una situación que no les beneficia. Para los Gadafi, el objetivo es mantener el poder porque no tienen otra opción, ni política ni mental. Mientras los enviados del régimen recorren algunos países que pudieran ser proclives a un posible acuerdo político, hay movimientos paralelos de distinto jaez. Parece ser que la familia se ha dividido en dos para ofrecer al mundo dos soluciones: una mala y otra peor.

Están, por un lado, los “polis” malos de la línea dura, los hijos especializados en la represión que —como probablemente no sepan hacer otra cosa, ¡maldita especialización!— abogan por la vía militar. Ellos están seguros de ganar. Por otro lado, los hijos mediático y deportivo, Saif y Saadi (el futbolista), se ofrecen para que el primero lidere cambios “constitucionales” en el país. La familia está dividida y falta por saber si se trata de otra disputa más entre los jóvenes lobos de la camada o cuentan con el apoyo del padre.
La vocación democrática repentina de gente que tiene enfrente a todo el mundo conocido es siempre sospechosa. Se quedan en declaraciones como las de Bashar al-Assad, en Siria, que manda a los ministros a decir que hará reformas para aparecer dos días después en el parlamento para ser aplaudido por los suyos y seguir matando gente en las calles.
Los libios saben, como cualquiera que tenga sentido de la realidad, que no es posible una transición en estas condiciones y con esos agentes. Es lo que han rechazado día tras día hasta conseguirlo los tunecinos y los egipcios. La salida hacia una democracia es imposible cuando unos están acostumbrados a pensar en términos de represión. Saif al-Islam, el hijo candidato, “favorito” de Occidente durante años —puestos a elegir de entre lo malo lo aparentemente menos malo—, ha dado muestras suficientes de cuál es su talante democrático.
Los egipcios de la Plaza de Tahrir, que siguen defendiendo el sentido de su revolución en la Plaza de Tahrir, abuchearon el último viernes a los que llegaron con las banderas verdes de Gadafi y les hicieron retirarse de allí. Lo tienen claro y no quieren que, habiéndose librado ellos de un dictador, se les sumen los partidarios de otro.
Occidente puede verse tentado a tener que elegir entre lo malo y lo peor, pero eso sería convertir en inútil lo que han logrado hasta ahora lo que están allí. No es mucho, pero esencialmente ha sido poder seguir con vida y con la esperanza de poder librarse algún día del poder del dictador.
Que la alternativa a Gadafi sean sus hijos —cualquiera de ellos— nos lleva a aceptar que la salida a Mubarak tendría que haber sido el hijo de Mubarak, la salida al dictador sirio Hafez Al Asar haya sido el actual dictador sirio Bashar Al Asar, celebrada esperanza liberal en su momento, y así sucesivamente. Creo que todos estos pueblos están hartos de estos hijos de sus padres, benditas ramas que han salido a sus troncos, y sobradamente conocidos por los que han vivido bajo sus frondosas sombras de oscuridad absoluta.
Si los hijos de Gadafi se quieran matar entre ellos, como ya lo han hecho anteriormente por el control de los negocios o por situarse mejor en la sucesión, que lo hagan. Sería irónico que fueran los gobiernos del mundo los que dieran sus bendiciones a esa dinastía. Como sabemos por las películas, el poli bueno y el poli malo siempre están compinchados.

* "2 Qaddafi Sons Are Said to Offer Plan to Push Father Out" The New Yor Times 04/04/2011 http://www.nytimes.com/2011/04/04/world/africa/04libya.html?_r=1&hp

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