Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hay dos nuevos muertos en la Plaza de Tahrir. Dos jóvenes de quince años. Tras las manifestaciones del viernes, la sangre volvió a correr por la plaza. Los medios egipcios no acaban de afirmar que se trate de muertos por el ejército, como sí hizo Reuters. En el momento actual del proceso sería de una gran gravedad. Abrir un conflicto con el Ejército tras los incidentes del viernes en los que oficiales desafiaron la prohibición de asistir a la manifestación uniformados es crear un escenario muy complejo. La división del Ejército es una situación complicada y más si se plantea como un desafío. Los militares nunca hacen nada gratuitamente.
El papel del Ejército ha sido decisivo en la caída de Mubarak, pero eso no significa que tenga que serlo todo el tiempo. De hecho es uno de los sentimientos que muchos egipcios no se atreven a manifestar o lo hacen con timidez y cautela, sobre todo con cautela. El Ejército también sostuvo a Mubarak y la dictadura durante décadas. El temor de una contra revolución es algo que tienen en mente permanentemente. En el artículo de Nehad Selaiha que señalábamos ayer, la intelectual egipcia comentaba:
In all my life I have learnt one thing: never to argue with the military or with self-proclaimed 'true believers'. A dialogue in either case is at best futile, at worst, bloody and vengeful. While the former have military might; the latter have no fewer supporters than God Himself. How could one conduct a dialogue with people who would not even acknowledge your individual rights as a human being, a free thinker, and a free arbiter in matters of faith, gender roles and sexual identity?*
Reducir la estructura de poder militar en pleno periodo de transición tutelado no es sencillo. Tampoco lo será en el futuro cuando se haga necesario limpiar el Ejército de los restos de la época Mubarak. Pero la velocidad de la revolución egipcia es grande y eso concentra los riesgos. Sin embargo, es el sentimiento de recuperación de la dignidad el que está moviéndolos y no el cálculo. Los intentos de ralentizar la revolución por enfriamiento se ha visto frenados por la permanente presión del pueblo. La manifestación del viernes ha sido la segunda más numerosa. No bajan la guardia.
El Ejército niega la autoría de las muertes. De creerles, la otra opción es la del caos, la “opción Mabuse” [ver entrada], que ya intentó Mubarak sembrando el caos para hacer cundir el miedo. Las fuerzas de Mubarak no han podido desaparecer por arte magia. Igual que existe un pueblo que quiere su libertad, existe un viejo régimen solapado que, en esta ocasión o en otras, intentará frenar el ritmo de la revolución de los egipcios.
* Nehad Selaiha, “Tahrir Tales” Al-Aharam Weekly 7-13/04/2011 http://weekly.ahram.org.eg/2011/1042/cu1.htm
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