Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Sobre
el planeta hay diversos sistemas de medición temporal con diferencias del año
en que nos encontramos, pero sabemos que es una cuestión de convención; nuestro
tiempo es nuestro tiempo, sea como sea el año en que empecemos a contar.
Existe
otro tipo de discrepancias más profundas, las que alteran el mundo en el que
vivimos. Ya no estamos en un año
distinto, sino en un mundo diferente, que es o se comporta de formas que nos
hacen levantar una ceja al escucharlas o leerlas.
Esto
ocurre cuando leemos el titular "Viajaron a la Antártida para
demostrar que la Tierra era plana. Se han llevado una buena sorpresa", en la sección Andro4all,
de La Vanguardia, en donde se nos explica:
La creencia de que la superficie de la Tierra es plana ha existido en diversas formas a lo largo de la historia. Sin embargo, el movimiento terraplanista moderno comenzó en el siglo XIX con Rowbotham, escritor e inventor británico, evolucionando hasta convertirse en un fenómeno contemporáneo gracias a las redes sociales y otras plataformas, como YouTube. Ahora, un grupo de terraplanistas y científicos que defienden el modelo esférico de la Tierra, se han embarcado en una expedición para demostrar, sin ningún tipo de éxito, su teoría.
El grupo participó en una expedición a la Antártida con el objetivo de observar el fenómeno del Sol de 24 horas y comprobar si este contradice su visión de que la Tierra es plana. La iniciativa, que forma parte de un proyecto llamado "El Experimento Final", fue organizada por Will Duffy, un pastor de Denver, quien reunió a ambas partes para realizar una observación conjunta en el Campamento de la Unión Glaciar, una instalación privada a poco más de 1.000 kilómetros del Polo Sur.*
Indudablemente, a lo largo de la historia las creencias han dependido del conocimiento disponible. Hemos ido cambiando conforme sabíamos más, dentro de la natural provisionalidad del saber, que es lo que mueve a la Ciencia a seguir avanzando, a depurar los errores existentes. Durante muchos siglos, eran los libros sagrados de cada cultura los que describían el mundo, su funcionamiento y su destino. Cuando llegaba un "milenio", por ejemplo, muchos aseguraron que se acabaría el mundo. La llegada del año dos mil, por ejemplo, trajo una versión técnica del desastre: los ordenadores dejarían de funcionar y el mundo se iría al traste. No pasó, afortunadamente. Lo que ocurra en el 3.000 tampoco lo veremos.
Pero lo del "terraplanismo" es otra cosa, algo que soluciona con un viaje al Polo y viendo cómo allí las contradicciones de resuelven por las evidencia. A menos que no quieras, claro.
Vivir en un mundo propio es mucho más frecuente de lo que pensamos. Elegimos un punto, una perspectiva y hacemos girar todo sobre él. Puede ser un punto físico, pero también "histórico", "moral", etc. Convirtiendo en absoluto es punto, todo empieza a girar sobre él, todo lo explica... y nos vamos separando de los demás, a la vez que buscamos a otros "compatriotas" del universo que nos hemos fabricado. Los "raros" empiezan a ser los otros, los que viven en error.
La nueva Sociedad de la Información está barriendo récords en esto de las creencias "raras". Lo que se suponía que iba ser un avance de la "ilustración", del conocimiento al alcance de todos, ha venido a significar en muchas ocasiones lo contrario. Permite un más fácil acceso a las creencias raras. ¡Cuánta razón tenía Gustave Flaubert cuando señaló que la ilustración no suponía una reducción de la estupidez, sino que conocimiento y estupidez iban siempre en paralelo! Esto ocurrió en el mundo ilustrado de los libros —¿acaso no hay libros llenos de tonterías?— y ocurre hoy en el veloz entorno digital.
La Sociedad de la información ha dado algo muy importante para el crecimiento de la estupidez: la posibilidad de agrupación. No basta con tener a mano una buena tontería, hay que compartirla, tener seguidores fieles, poder hablar de ello... ¡Y para eso las redes sociales, Internet, son perfectas! Ser terraplanista no es solo creer en que la Tierra es plana. Es formar parte de un grupo.
Elija cualquier estupidez e introdúzcala en su buscador favorito. En menos de un segundo aparecerán en sus pantallas miles de personas que la dan por buena y, si pueden, la superan. Nada une tanto como la estupidez, por eso nuestros sistemas no acaban de encontrarle el lado bueno a eso que se llama el pensamiento crítico, que tiende a ser más individualizado, que te distancia de muchos y te hace cuestionarlo. La estupidez también cuestiona, claro, pero lo hace mayormente en grupo, pues tiene unas raíces narcisistas que buscan la admiración. La estupidez privada puede convertirse en admiración compartida con un mínimo de recursos.
Algún terraplanista, sacado de su mundo, añorará aquellos tiempos en los que creía en la verdad que le arrebataron.
* Silvia Fernández "Viajaron a la Antártida para demostrar que la Tierra era plana. Se han llevado una buena sorpresa" Ciencia / Andro4all / La Vanguardia23/12/2024 https://www.lavanguardia.com/andro4all/ciencia/viajaron-a-la-antartida-para-demostrar-que-la-tierra-era-plana-se-han-llevado-una-buena-sorpresa
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