Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Se
cumplen en estos días los 20 años de la puesta en marcha con su aprobación de
la Ley que concentraba las medidas y definía un problema, la violencia de
género. El aniversario no solo sirve para recordar un problema, sino para poner
en evidencia lo mucho que queda y la confusión que se mantiene, parte de la
respuesta a la ley.
De poco
sirve una ley si no hay acuerdo sobre su espíritu y, sobre todo, sobre su
eficacia frente a un problema que se va desplegando conforme avanza
históricamente. Los "problemas", como otros elementos de la
naturaleza, se adaptan a su entorno, aprovechan las nuevas oportunidades. Y me
temo que nos estamos quedando atrasados respecto al "problema", que
aprovecha mejor que los demás las oportunidades.
En RTVE.es se nos recuerda cómo fue la aprobación de la Ley:
Hace 20 años, el 28 de diciembre de 2004, echaba a andar oficialmente la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Tan sólo seis días antes se había aprobado, los aplausos habían estallado en el Congreso de los Diputados sin siquiera dar tiempo al presidente de la Mesa a anunciar el resultado de la votación. Se alcanzaba un gran acuerdo en materia de igualdad y el panel luminoso se teñía de un único color, el verde: 325 'síes' y 325 votos emitidos. Las casillas del 'no' y de la abstención estaban apagadas.
Pocas votaciones han salido adelante con tal unanimidad. Esta normativa, pionera a nivel europeo y a escala mundial, marcó un antes y un después en la sociedad española. Por primera vez, se reconocía de manera explícita la violencia contra las mujeres como una violación de los derechos humanos y se establecían medidas integrales para prevenirla, proteger a las víctimas y perseguir a los agresores.*
De estas breves líneas de presentación de cómo ocurrió sorprenden varias cosas, la primera de ellas que existiera un "gran acuerdo", concepto hoy casi impensable en cualquier orden de la vida política.
La deriva política ha establecido una especie de ley de la gravedad de los conflictos cuya tendencia es a agravarse, a crecer, a acumular insultos y descalificaciones. ¿En dónde ha quedado esa capacidad de acuerdo? Me temo que aquí la culpa la tienen los teóricos de la comunicación que ha estudiado las ventajas del desacuerdo para la polarización. No es importante lo que defiendes si convencer a los votantes que jamás deben votar a los otros, seres maléficos que arrastrarán al infierno.
Los más moderados y dialogantes, pasadas unas semanas en el poder o simplemente al frente de sus partidos, se transforman en seres grotescos, parodias de políticos. Gritan y gesticulan o adoptan las poses contrarias, reclaman los objetivos de las cámaras y convocan ruedas de prensa para poder decir al mundo lo que está bien y mal. No es de extrañar que no se tenga la sensación de que se avanza sino más bien de lo contrario.
23/11/2023 |
Pero el elemento decisivo es el negacionismo surgido de los populismos de derechas, que han hecho suyo por vía negativa el destino de las mujeres. Lo hemos podido ver en la cuna del mal ejemplo, los Estados Unidos, cómo las campañas contra Kamala Harris han estado creando una línea personalizada contra ella, pero a la vez lo han hecho considerándola como un "mal ejemplo" de lo que no debería ser una mujer.
A Harris se le ha acusado, por ejemplo, de "tener gatos y no hijos", algo que se ha elevado a un nivel moral. "Tener hijos" es considerado un acto patriótico fundamentalmente contra la inmigración, que tiene una extensa "prole", lo que le permitirá conquistar el país al tener estos el derecho a voto. De esta forma, mediante un cuidadoso, medido juego retórico, se hace recaer sobre la mujer el peso del destino político de los Estados Unidos. Volvemos a los que denunció Betty Friedan a principios de los 60: las mujeres cumplen cuando se casan y tienen hijos. Lo demás es revolución, antipatriotismo.
El acuerdo que se consiguió hace 20 años, del fondo y forma del problema, hoy es prácticamente imposible, ya que se aprovecha todo para distintos objetivos parciales, como base para los enfrentamientos.
La fragmentación del espacio político ha tenido una consecuencia: las decisiones de acercamiento son rechazadas por los grupos minoritarios surgidos a izquierda y derecha. Son acusados de "traidores" en el momento en el que no se acercan a ellos y tratan de ir hacia el centro. De esta forma, solo se consiguen apoyos minoritarios para cualquier propuesta.
Las leyes contra la violencia hacia las mujeres necesitan de esa unanimidad que tuvieron hace 20 años, algo cada vez más difícil. El veneno populista se va extendiendo por la sociedad normalizando el comportamiento de los agresores a la vez que se expande la idea de las mujeres en casa.
11/06/2024 |
Hemos tratado aquí en varias ocasiones las agresiones que en mayor medida sufren las mujeres trabajadoras en diversos sectores. No hace mucho lo hicimos sobre las agresiones a las mujeres por manifestar sus opiniones profesionales sobre el cambio climático. Las redes sociales son aprovechadas por su anonimato para el insulto y la amenaza, creando así un clima desfavorable para las mujeres.
Especialmente preocupantes son los datos que se nos dan del sistema educativo. Lo que se hace o dice entre adultos, acaba de una manera u otra en las escuelas y desde allí se expande. Las noticias de agresiones sexuales en edades cada vez más bajas es una muy mala noticia. Pese al empeño en parcelarlas, lo cierto es que son avisos hacia el futuro. Lo que hay son seres humanos educados de una forma valorativa que atraviesan el sistema educativo y finalmente llegan al final de su trayecto, No disponemos de datos sobre los casos de violencia y de cuándo se manifestaron los primeros síntomas. Hemos decidido que la "infancia" es "pura", "inocente" y "olvidadiza", que lo que pasa en la infancia se queda en la infancia... y no es así. Quizá saber la realidad nos trastornara demasiado.
19/09/2024 |
La violencia contra las mujeres está teniendo un uso que no parece ayudar a cambiar mentalidades, pues de eso se trata. La violencia se percibe como un derecho "tradicional" sobre las mujeres, como la capacidad de "corregir" sus conductas desviadas o sus desajustes. Esa violencia se admite, pues trata de restaurar un "orden natural", teorizado desde religiones y políticas que hunden sus principios en ellas.
El acoso crece, como lo hacen otras formas de violencia contra ellas. Ahí están los datos. Existe una disculpa universal; ahora se denuncia más. No crece la violencia, crecen las denuncias. Podemos contentarnos con esa explicación, que sirve para justificar la inutilidad de la vigilancia y de la detección. Para que funcionen debe haber muchos acuerdos entre todos y que queden en evidencia los que no se suman, los que consideran, que hay que contenerlas para evitar que el mundo vaya a peor. El pensamiento patriarcal tiene cada vez las raíces más profundas y los pasos más largos. Se camufla y confunde entre las ideas, pero acaba saliendo en normas y hechos. Hay que denunciar los casos y forzar los acuerdos y compromisos, que se mejoren los sistemas de defensa y visibilización.
Lo que se logró hace 20 años fue doble, la ley y el acuerdo unánime. Habría que volver a esta unidad. El objetivo lo vale.
* Lucía González "Dos décadas de la Ley contra la Violencia de Género: un antes y un después con materias pendientes" RTVE.es 27/12/2024 https://www.rtve.es/noticias/20241227/dos-decadas-ley-contra-violencia-genero/16381873.shtml
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