Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hay
muchas cosas que la revolución de la información se ha llevado por delante,
entre ellas ese objeto material, raro, llamado "libro". Tiene su lógica,
si hacemos caso a los teóricos (a los de verdad, claro, a esos que nadie lee).
Las culturas se organizan sobre lo que les permiten la mejor transmisión del
conocimiento. En las sociedades orales eran las plazas y centros de encuentro,
los "parlamentos". En las sociedades de la escritura, los escribanos
primero y los editores después crearon la cultura con el manuscrito y el libro
como ejes, Hoy nos toca a las redes y dispositivos electrónicos, los formatos
digitales, que permiten otras distancias, otros órdenes, otro flujos y otras
formas de acceso, almacenamiento y distribución.
No hace
mucho tuve ocasión del triste espectáculo de ver el aplauso del mundo académico
a la desaparición de los libros en beneficio de la digitalización. "¡Ya
somos modernos!", repetían algunos.
La
pandemia nos permitió ver la ausencia generalizada de libros y nos permitía
dividir a la humanidad en tres: los que tienen libros y leen, los que no los
tienen y los que dicen haberlos leído sin tenerlos.
En
"Una mirada europea", la sección en la que RTVE nos recoge artículos
de interés de muy diverso tipo publicados en las webs del continente, se nos
ofrece una noticia portuguesa fechada hace un par de días. Lleva por titular "Padres
de alumnos se manifiestan en Coimbra contra los libros de texto digitales".
Es una noticia de la RTP y la inteligencia artificial nos la traduce
directamente del portugués para contarnos la protesta y negativa a que sus
hijos tengan libros digitales para su formación escolar.
Decenas de padres portaban pancartas y se
concentraron ante el colegio Martim de Freitas de Coimbra para exigir el fin
del uso exclusivo de libros de texto digitales.
Creo que es muy perjudicial para el
rendimiento escolar.
Puedo verlo en mi hijo, que se queja
constantemente de dolores de cabeza y cansancio.
Son muchas horas frente a la pantalla.
Está demostrado que es perjudicial para el
aprendizaje y nocivo para la salud de los alumnos, además del problema de la
dispersión hacia contenidos no didácticos y de mucha distracción.*
La
noticia procede de un vídeo con la noticia, que puede ser reproducido, visto y
escuchado. La IA extrae el texto del vídeo y lo convierte en un escrito doble,
en portugués primero y de ahí lo traduce al español automáticamente. Sin duda
una poderosa herramienta de trabajo.
Pero lo
que discuten los padres del colegio de Coimbra es otra cosa, como se señala en
el último párrafo de la cita. Alegan que en diversos países, países avanzados
en educación, están empezando a volver a los libros.
Creo
que a estas alturas —basta que mire a su alrededor si se encuentra en la calle
o en un transporte público o con algunos miembros de su familia— se habrá dado
cuenta de que está rodeado de personas embebidas en sus teléfonos móviles, un
objeto que le convierte en receptor de una serie de informaciones que
probablemente no deje en sus trayectos. Le multan por llevar el móvil activo en
el coche, la mejor prueba de que efectivamente es una "distracción"
de difícil control. Muchos lo llamarían "adicción", lo que viene a
decir que es más la acción que el contenido lo que le mueve. Se habrá
sorprendido más de una vez del tiempo que ha estado delante de su teléfono para
nada, por si veía algo.
Lo que
protestan los padres de Coimbra —y otros lugares del mundo— es esa parte del
fenómeno, el hecho de pasar horas con poco rendimiento y adquiriendo hábitos
que nos son precisamente "formativos" sino más bien al contrario, se
convierten en obstáculos para el aprendizaje.
Podemos
decir que en esta ya segunda generación, en muchas casas apenas hay libros, no
hay bibliotecas, como nos enseñaron las videoconferencias durante la pandemia.
Hay casas con libros en las que se puede leer y hay casas sin libros, con pantallas,
en las que no hay otra cosa que hacer que dejarse llevar, dejar pasar el
tiempo.
No nos
engañemos: no son solo los libros; es el cine, es la música, son casi todas las
formas de arte, ya que los teléfonos lo que representan es la irrupción brutal
del mercado usando técnicas de todo tipo para hacerse con usted, con su
atención, convirtiéndolo en una parte final del sistema de circulación de
información. Usted, yo, no somos más que pequeñas piezas de un gran negocio.
Para que funcione es necesario eliminar cualquier obstáculo atencional que se
inmiscuya entre usted y la información con la que se hace el negocio. El
negocio está más en la conexión —en formar parte del círculo— que en lo que se
distribuye, en los contenidos, que son otro negocio superpuesto.
La
queja de los padres es que esto haya invadido el espacio educativo mientras que
ellos tienen la lucha en su propio hogar por intentar formar a sus hijos
atencionalmente en otra dirección. No se trata del contenido, sino del
continente. Indudablemente para las editoriales es un gran ahorro el no tener
que hacer "objetos" materiales, centrarse solo en los contenidos.
Puede que abarate el "producto" final, pero es indudable que, como
las formas anteriores de acceso a la información, tiene unas diferencias
psicológicas, sociales y culturales. Ninguna forma de acceso a la información
es neutra o inicua; todas tienen alguna acción sobre la mente a la que dan
forma y sobre la sociedad en la que se mueve y produce la información.
Hemos perdido nuestra capacidad social de manejar nuestro futuro, que ha quedado en manos de los intereses. Lo bueno es lo rentable, da igual el efecto que tenga. Puede que siempre haya sido así, pero ahora el poder de hacerlo es enorme. Por eso, la protesta de los padres de alumnos del colegio de Coimbra es importante.
* "Padres de alumnos se manifiestan en
Coimbra contra los libros de texto digitales" RTVE.es / RTP 3/12/2024
https://www.rtve.es/noticias/
https://www.rtp.pt/noticias/pais/encarregados-de-educacao-em-coimbra-manifestaram-se-contra-manuais-digitais_v1619117
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