martes, 10 de diciembre de 2024

La ausencia del pensamiento crítico

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Dedicamos varías comidas a la semana para hablar de esto. Preocupa a los que preocupa, no nos engañemos. Hoy nos llega desde las noticias europeas recogidas por RTVE.es en su sección "Una mirada internacional". Lo hace con  el titular "Un estudio destaca la falta de espíritu crítico entre los jóvenes" y nos llega desde la RTP, del vecino Portugal:

Es el algoritmo el que elige por ellos lo que ven cada día.

Y aunque algunos son conscientes de ello, no les importa.

Otros no saben qué pensar cuando oyen hablar de ello.

Otros aún no se dan cuenta, pero les gusta.

Y el perfil más preocupante es el de los jóvenes que nunca han oído hablar de los algoritmos.

No sólo nunca habían oído hablar del algoritmo, sino que mencionaron haberlo oído en la escuela, y aquí el contexto escolar es incluso relevante para este perfil, pero estamos hablando de una escuela que todavía piensa desde la perspectiva de las tecnologías de la información del siglo pasado.

La falta de pensamiento crítico es la principal preocupación planteada en el estudio realizado por la Universidad de Lusófona en el marco del proyecto UN Digital.*

El enfoque del artículo da por descontado que es el "desconocimiento" la base del problema, que no se comprende el funcionamiento de los nuevos medios. Pero la pregunta es sí el saber cómo funcionan los algoritmos, su aprendizaje en la escuela, nos convierte en otro tipo de ciudadanos. El problema es, nos dicen, que todavía tenemos en mente el funcionamiento de los viejos medios, de los medios del siglo XX y no del XXI.

Pero la primera idea que nos surge es que "medio" ya no quiere decir lo mismo, que hemos pasado de una idea de intermediación de los medios clásicos, los que median, a uno concepto de medio diferente, la idea de medio en el que nos desarrollamos, en el que crecemos. Los nuevos medios no nos "informan", nos "dan forma". Se parecen más a la idea de "medio ambiente", un espacio de desarrollo, una especie de entorno que nos condiciona.

La diferencia no es sutil, sino abrumadora, sobre todo si tenemos en cuenta que la exposición es ya inmersión: vivimos en ellos. No accedemos a ellos, sino que son ellos los que acceden a nosotros convertidos en parte del entorno.

El final de nuestras discusiones en las comidas suele ser similar: la nuevas generaciones están aisladas por este entorno mediático que arrastra su atención conforme a esos diseños algorítmicos y les aleja cada vez más de cualquier pasado. Crean una especie de presente continuo envolvente y absoluto.

Aquí comentamos hace poco el caso televisivo del concurso en el que el joven participante no sabía qué era un "Seat Panda" y hablaba de un "sit panda", haciendo inglesa la marca de automóviles española. Era casi un chiste de no ser por lo que reflejaba de distanciamiento de la realidad.

Son muchos los que insisten en el papel de la escuela, como ocurre en el artículo portugués, pero creo que esto va más allá. De poco sirve responsabilizar a la escuela de lo que el conjunto social hace. Deberíamos pensar de otra forma y ver la potencia de lo que hemos creado sin apenas darnos cuenta y, desde luego, sin una reflexión verdaderamente crítica y consciente de lo que significa.

De lo que estamos hablando es de la falta de alternativas al más gigantesco motor creado para dirigir socialmente. Lo del "espíritu crítico" es algo que queda desbordado ante este nuevo modelo económico y político de dirección social. Si antes estudiábamos la "propaganda" en las dictaduras, esto es mucho más poderoso y eficaz y se orienta fundamentalmente al "consumo", ampliando el concepto a su máxima acepción.

La capacidad de pasar de macro modelos a la segmentación personalizada de las audiencias mediante todo tipo de técnicas de recogida de información, algo en continuo crecimiento, tiene sus efectos.

Cuando se nos dice, como en el estudio mencionado en el artículo portugués, que a muchos no les importa conocer qué les maneja, que les da igual y les gusta, hablamos de un entorna artificial naturalizado, fuera del cual ya muchos no han vivido. Es la fuerza que nos da lo que queremos porque se anticipa a lo que deseamos. Son miles de millones los que esta fuerza mueve cada día. Es lo que nos genera la ilusión de un mundo y de nosotros mismos en él.

Lo que podría despertar el sentido crítico —ciertas formas de cultura que nos hicieran autoconscientes— permanece oculto, silenciado, distante. En cambio, lo alienante nos rodea con el beneplácito institucional, que saca buen provecho de él.

Seguimos pensando en la etiqueta "jóvenes" como algo transitorio. Nada más lejos de la realidad. El tiempo perdido no se recuperará.

Hoy sacaremos a la luz en nuestra comida el artículo portugués. De nuevo discutiremos qué se podría hacer ante el rechazo que genera lo que va contra corriente. 

 

* Una mirada europea: "Un estudio destaca la falta de espíritu crítico entre los jóvenes" RTVE.es / RTP 9/12/2024 https://www.rtp.pt/noticias/pais/estudo-sublinha-que-falta-espirito-critico-aos-jovens_v1620413

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