Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Eso que
llamamos "espíritu navideño" nace de la "voluntad", se
quiere o no se quiere. Hoy, día de Navidad, se nos habla de los ataques esta
misma mañana a las infraestructuras eléctricas ucranias.
El
ataque es una forma más de guerra, no un descuido ante el calendario. Atacas donde
más daño haces, en lo físico y en lo moral. Pedir "espíritu navideño"
a la guerra es "pedirle peras al olmo", según la expresión coloquial
española.
Los
bombardeos rusos se hacen en el momento que más las interesa. Podían elegir
otro, pero eligen ese. No se trata de justificar la guerra, sino por contra
definirla como lo contrario a lo que supone ese espíritu navideño que
predicamos como "universal", pero que es el resultado del querer
específico, una muestra de la "buena voluntad". ¿La tiene Putin, la
tiene su Ejército? Evidentemente no.
Los
ataques al sector eléctrico tienen varias finalidades. La primera obviamente es
el uso del llamado "general invierno", la llegada del frío intenso y
que sin electricidad será más difícil de enfrentarse a él. El frío ha salvado
tradicionalmente a Rusia de muchos ataques e invasiones, como nos contaría
Napoleón y el ejército francés si tuvieran oportunidad. Lo hacen en su lugar
los historiadores. La inmensidad de Rusia y el frío han sido parte intensa de
su historia bélica. Nos ayuda, en cierto, sentido, la forma en que entienden el
espacio —en las guerras se gana o pierde espacio— los rusos y dónde quieren
situar los confines de su territorio.
La
segunda intención es comerle la moral a los ucranianos, hacerles ver con el
frío que no tienen posibilidades, complicarles el día a día. Esta intención
está entre lo físico y lo psicológico. La esencia de esta guerra es el
territorio, por lo que no moverse es
parte esencial. La intención de Putin es obviamente hacerse con el territorio,
por lo que cuanto más difícil sea vivir allí antes se irán las familias dejando
libre el territorio, listo para ser ocupado.
Cuando
tenga suficiente territorio ocupado y un poco en exceso, Putin se sentará a
negociar renunciando al que no necesite. Los ucranianos lo saben. Por eso
procuran no dejarle espacios que pueda ocupar.
Hay un
tercer motivo, el religioso. Ucrania "trasladó" hace un año la Navidad a las fechas europeas, alejándose de las fechas coincidentes con
Rusia. La navidad de los ucranianos se celebra hoy, como un signo, como el
resto de Europa. Los rusos, por su parte, lo harán en sus fechas tradicionales.
De esta forma, "a la rusa" no se está atacando la mañana de Navidad,
sino un día como cualquier otro. Sus soldados celebrarán la suya cuando les toque;
hoy, en cambio, lo de siempre, bombardeos como en un día cualquiera.
25/12/2023 |
Este tercer aspecto no debe desdeñarse pues tiene un fuerte componente político y cultural. Rusia ha controlado otros países a través de las autoridades ortodoxas rusas, es decir, controlándoles el clero y el calendario. Hoy parece distante, pero los enfrentamientos entre Ucrania y Rusia en el terreno religioso han sido cuestión esencial, pues la religión determina el "imperio". Se imponen lenguas, alfabetos, ritos y calendarios. Es la forma de crear el imperio, de hacer sentir que tu lugar está junto a los que son como tú. El énfasis en la lengua explica la forma rusa de trabajar. Los "rusófonos", de los que tanto se hablaba en el inicio para justificar las invasiones, no son más que la creación rusa para "normalizar" el territorio. Los rusófonos consideran que pertenecen a la cultura rusa, que donde ellos estén está Rusia. Y Rusia los invoca para invadir.
La ruptura del calendario religioso era una necesidad estratégica para Ucrania. Por el mismo motivo, lo es para Rusia la contestación bombardeando en este día en que los ucranianos se sienten europeos, compartiendo la Navidad.
Es bueno acordarse de ellos en este día de Paz... para algunos.
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