sábado, 22 de julio de 2023

Recuerdos

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Creo que se empezó a ser conscientes con el fallecimiento de Olivia Newton John. Todo el mundo lo lamentó y las redes y medios de todo el mundo nos la mostraron en su esplendor en Grease. Después hemos tenido, formando una trágica cadena a muchos otros, a Tina Turner, a Milan Kundera, a nuestro dibujante Ibáñez, a Tony Bennett... Hace unos días le dedicábamos a Kundera un recuerdo y hablábamos de la pérdida de las referencias. Hay que pensar en una trágica coincidencia o en el proceso de un sistema cultural en el que no es suficiente ser, sino que hay que mostrarse, tener una presencia mediática determinante. Da igual que no hubieras leído a Kundera, este formaba parte del entorno cultural, un rostro, un nombre, una aparición mediática.

En esta trágica lista aparecen cantantes, dibujantes, escritores... Todo ello forma ese denso espacio de la cultura entorno, un universo informativo en el que todo se mezcla. Esto funciona de una forma diferente a como lo hacía el mundo que se empezó a fraguar a lo largo del siglo XX, un mundo presidido en su primera mitad por el cine y la radio, en su segunda mitad por el poder de la Televisión y, al final, la entrada en el siglo XXI, en el mundo digital, el de las redes sociales y los multimedia, el mundo desbordado de la imagen.


Este mundo de notoriedad multimediática es diferente en su constitución y en su construcción de la fama. Los personajes que han desaparecido en estos últimos meses representan referencias en ese universo. "Grease" se convirtió en un clásico popular al que los nuevos sistemas de reproducción y difusión ha mantenido actual. Ibáñez ha mantenido su universo del cómic, creando personajes populares leídos por varias generaciones. Tina Turner se reinventó a sí misma desde los años 60 y supo convertirse en una diva querida, cambiante, capaz de participar en una película de Mad-Max y mostrarse ante nuevos públicos. Tony Bennett llevaba en el candelero desde los 50, pero fue su reinvención junto a Lady Gaga o Amy Winehouse (otra pérdida en este universo) lo que le ha permitido aparecer más allá de los límites de cantantes de jazz y crooners.


Los medios crear una realidad y un nuevo mundo de la memoria, el grupo de los desaparecidos de los que han dejado su huella personal por motivos muy diversos, por obras muy diferentes. Son "peras y manzanas", no se pueden comparar más que en el cariño del recuerdo, en la forma en que se le sigue recordando a través de redes, de reediciones, de reposiciones, y de todo el aparato de mercadotecnia que se ha realizado a su alrededor.

Los dos grandes divos de los años 50, Marilyn Monroe y James Dean, vivieron su fama en la tierra, pero esta se ha acrecentado con la posibilidad de verlos de nuevo en sus películas, de vestirse como ellos o de volver a contar su historia una y otra vez en el tiempo, contándola a cada generación de forma distinta.

Muchas veces la muerte de alguien célebre nos sorprende. Pensábamos que no están vivos, que nos habían dejado. El silencio es el equivalente a esa muerte de la ausencia de atención o de interés. Las noticias los reviven por unos momentos, en los que comprendemos que estaban lejos de nosotros, lejos de cámaras y pantallas, en un mundo fantasmal, un limbo entre el recuerdo y el olvido.


Hemos creado una cultura del tiempo y del instante, una cultura que recuerda y olvida de forma especial. Todos estos fallecimientos nos hacen pensar en los desaparecidos, en qué papel jugaron en nuestra vidas a través de canciones, de películas, de novelas, de cómics, etc. Es un universo "pop" —una cultura "pop"— que tiene sus propias reglas de formación, que funciona a golpe de recuperaciones (un fallecimiento, un premio, una reedición, una adaptación al cine o la TV...). Cualquier elemento que permita activar el recuerdo es bueno durante un tiempo. Luego el silencio en la mayoría de los casos a la espera del nuevo acontecimiento revitalizador.

No se han estudiado bien las maneras en que se forman las memorias colectivas o compartidas en este universo plástico, modulado, en continua ebullición informativa. Habría que hacerlo. Comprenderíamos mucho sobre nuestra manera de ser.

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