martes, 18 de julio de 2023

El lío de la utilidad del voto

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Avanzamos afortunadamente hacia el final de la campaña. Los números reales deben estar muy apretados porque la presión crece sobre los candidatos y prácticamente todos quedan en la misma estrategia, la de la "utilidad".

La teoría del voto útil tiene un amplio historial en nuestro país. En esta estrategia se le pide al ciudadano o ciudadana que no vote lo que piensa, sino que haga una especie de carambola con su voto de tal forma que su corazón se reparta entre lo que piensa y lo que es útil. Es obvio que la idea de utilidad es variable según le vaya a cada uno. Por ejemplo, usted quiere votar a "unos", pero esos "unos" tienen pocas probabilidades, por lo que le piden que convierta su voto en útil, es decir, vote a otros que le garantizan —palabrita del niño Jesús— que van a hacer todo lo que usted tiene en mente y algo más que le va a hacer rebosar de felicidad y satisfacción cuando lo vea. Eso sí, solo lo verá si vota de forma útil. Habrá deducido ya que votar útil es no votar lo que quiere, separándose intención de voto y voto.


La estrategia electoral es desarrollar unos argumentos para que usted no vote lo que quiere sino lo que le vienen a pedir desde la periferia de su intención. Podrían pedirle directamente su voto, pero la estrategia pasa primero por la "inutilidad" de lo que usted quiere hacer.

El voto se convierte en algo complicado cuando usted tiene que conjugar sus deseos, lo que le pide su cuerpo depositar en la urna y los cálculos que debe hacer para que su voto "sirva" de algo. Nos han convencido que votar no es un acto basado en principios y valores, sino en cálculo e interés. Los partidos se han convertido en una especie de bancos que le piden sus ahorros con la promesa de que obtendrá mejores resultados que votando a la competencia. Es una consecuencia de la visión de mercado que nos rodea desde hace mucho tiempo.

Ahora todos llaman al voto útil, que no deja de ser una cierta perversión democrática en lo que tiene de incitación a votar lo que no se desea directamente. Un sistema que te empuja a votar contra tus ideas no está muy sano o tiene algún tipo de problema que nadie se atreve a diagnosticar.

Se crea una cierta negatividad democrática, es decir, lo positivo del voto (apoyar tus ideas) se transforma en la negatividad de evitar que otros puedan alcanzar el poder. Eso arrastra a la negación al proceso, que se convierte en una especie de anticipo de desastres si no se hace lo útil. Aquello de la "fiesta de la democracia" ha sido sustituido por el actual "Apocalypse Now!" Las campañas se convierten en campañas del miedo.

Lo interesante del tema es que una vez que se han obtenido los votos útiles, que serían los de aquellos que votan a otros para evitar males mayores, dejan de considerarse así y pasan a ser orgullosa propiedad del que los ha recibido. La verdad es que dentro de una urna no se distingue un voto "útil" de uno "normal", los dos son idénticos. Nadie se acuerda ya de eso que los politólogos —¡ciencia compleja, sin duda!— llaman el "trasvase", que antes se relacionaba con el Tajo y el Segura, pero que en época electoral significa que los votos de unos pasan a otros sin demasiada explicación. A veces se recurre a la utilidad, mientras que otras se usan términos como "hartazgo", "desengaño", "enfado electoral", etc. dependiendo de cómo se encuentre el electorado de cada uno. Unos que vienen (hartos de los suyos) y otros que se van (por idéntica razón), como decía la vieja canción.

El voto útil no deja de ser una frustración. Aunque ganen aquellos a los que has votado, no son aquellos a los que votarías... en circunstancia normales. ¿Pero qué son circunstancias normales en política? Un sistema en el que nunca votas lo que quieres porque todos apelan a la utilidad es, como decimos, frustrante. Y la frustración es mayor, obviamente, cuando no consigues el objetivo de "utilidad", es decir, cuando tus votados no resultan elegidos o, peor todavía, cuando han resultado elegidos pero no ves tus ideas, aquellas a las que te ofrecieron representar, por ninguna parte.

El voto útil hace, además, que no te cuenten lo propio, sino que se dediquen a criticar a ambos lados, a unos porque son los contrarios y a otros porque son los parecidos, precisamente los más inútiles para tu voto. Muchas veces la campaña se orienta a poner verde al próximo utilizando el miedo al remoto.

Durante años en España tuvimos centro llegando incluso a gobernar. Pero ahora estos centros han desaparecido y vemos sus efectos. En vez de establecer relaciones con la moderación, estas se establecen con los radicalismos a ambos extremos, lo que se convierte en una excusa de unos y otros para pedir el voto útil y así evitar la llegada de los otros peligrosos. Lo único "útil", reclaman todos, es que me voten. ¡Un lío!

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