miércoles, 22 de marzo de 2023

Las fiestas de Boris

Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Las fiestas de Boris Johnson y los consecuentes intentos de evitar reconocerlas le pueden costar muy caras. Y no es al único en el panorama político inglés. Recordemos: mientras el gobierno británico exigía rígidas normas de comportamiento durante el confinamiento, el mismo gobierno se dedicaba a incumplirlas en sus propias sedes. No sabemos muy bien qué celebraban, pero el hecho es que lo hacían. Como en el caso del "Tito Berni", hay abundantes fotografías que lo prueban. ¡Cuántos estragos están haciendo esto de los móviles, el selfie y colgar en las redes, públicas o con acceso restringido para los amiguetes! ¡Vanidad de vanidades...!

En La Vanguardia, su corresponsal en Londres, Rafael Ramos, recoge los peligros a los que se ve expuesto el ex premier británico: 

Erre que erre. Dale que te pego. Más terco que una mula. Boris Johnson hace pucheros como un niño malcriado e insiste en que él no hizo nada malo en las fiestas ilegales de Downing Street durante la pandemia. Que la culpa no es suya, sino de los subordinados, que le informaron mal. Que sí, engañó al Parlamento, es cierto, pero lo hizo sin querer. Y que castigarlo sería una gran injusticia, no se lo merece. Bua, bua, bua...

El ex primer ministro, que tuvo que dimitir (más bien fue expulsado) por los coletazos del partygate, se juega su carrera política, o lo que queda de ella, con la sanción que le imponga el comité de la Cámara de los Comunes por mentir a los diputados cuando aseguró en múltiples ocasiones que en Downing Street se mantenían la distancia social y las draconianas normas de confinamiento que él había impuesto.*


Cuando se ven las fotos de los fiestorros, queda claro que de distancia social y demás prevenciones eran ignoradas. Boris dijo —en plan aquella frase de D. Trump— de qué sirve el poder si no puedes hacer lo que te dé la gana. Por eso Donald Trump está metido en un lío por sus pagos a la actriz porno, Stormy Daniels y Boris Johnson se enfrenta a cargos muy serios —en el Reino Unido "mentir" al Parlamento se considera feo, que le pueden apartar de su acta de diputado.

Hay algo compartido entre ambos políticos que, evidentemente, hicieron buenas migas cuando estaban en el poder. A los dos le encanta verse reflejados en los medios, para lo que se esfuerzan cada uno a su manera.

Los titulares de varios medios informan de cómo Trump ha reunido alrededor de su residencia a fieles seguidores, en el sentido antiguo y el moderno, dispuestos a actuar como barrera si intentan detener a su ídolo, el expresidente. A ellos no les importa lo que Trump haya hecho, lo ven de forma mesiánica. Es la paradoja hipócrita de que un mujeriego indecente (por no usar otras palabras más fuertes) se el ídolo de los grupos de la ultraderecha religiosa norteamericana. Como gesto cómplice hacia ellos, tenemos la famosa foto de Trump con la Biblia (al menos eso le dijeron).

El predicamento de Boris Johnson con sus seguidores fue circunstancial. Se impuso en una moción de censura contra la lideresa de su partido, Theresa May, pero la jugada le salió por la culata poco tiempo después. En La Razón del 1 de febrero del 2022, se nos contaba cómo le estaban esperando con el puñal preparado:

Cuando el líder de la oposición británica, el laborista Keir Starmer, pidió ayer ante la Cámara de los Comunes la dimisión del primer ministro, Boris Johnson, en la bancada del Partido Conservador muchos escuchaban en silencio, sin los habituales gritos de desacuerdo.

El debate en Westminster fue realmente tenso, ya que fueron muchos de los propios «tories» los que se mostraron críticos contra su líder. La ex «premier» Theresa May aseguró que «o bien Johnson no se había leído las reglas» que él mismo había impuesto durante el confinamiento «o bien creyó que no debía cumplirlas». Por su parte, Andrew Mitchell, otro de los pesos pesados de la formación conservadora, señaló que si bien el primer ministro había contado con su «total respaldo» durante los últimos años, había decidido retirarle ahora su confianza a la luz de las revelaciones sobre el «Partygate».**


Las víctimas del "Partygate" se siguen sumando. En las fotos con los rostros tapados que se nos mostraban hoy en TV ya aparece otro descubierto, el del primer ministro actual, que puede aparecer en la lista de afectados por las celebraciones privilegiadas.

Puede sorprender que políticos que hacen y dicen tantas tonterías (pensemos en la política sanitaria de ambos, por ejemplo), acaben afectados por un pago a una actriz porno o por celebrar fiestas sin reparo en el 10 de Downing Street. El ABC, por ejemplo, se pregunta si las investigaciones de los fiscales a Trump son "justicia o política", algo que puede sonarnos a broma.

Vemos cómo caen por todo el mundo presidentes y presidentas con una frecuencia pasmosa, cómo son sometidos a juicios y condenados en ocasiones. Puede haber política en muchos casos, claro, pero también es cierto que ellos han hecho méritos suficientes para dejar la política. Al final, te la buscan por el detalle más tonto, pero también Al Capone cayó por los impuestos. Pero no nos engañemos, no han caído por un detallito sin importancia: lo han hecho por mentir y por sentirse por encima de las leyes, por narcisismo.

 



* Rafael Ramos "Boris Johnson, inocente como un niño: “No he hecho nada”" La vanguardia 22/03/2023 https://www.lavanguardia.com/internacional/20230322/8843094/inocente-nino-he-hecho.html

** Celia Maza "Theresa May lidera el malestar “tory” contra Boris Johnson" La razón 1/02/2022 https://www.larazon.es/internacional/europa/20220201/p5vpuja6ffc2xb77azt62bar4y.html

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