sábado, 18 de marzo de 2023

La realidad mental día a día

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Muchas veces necesitamos que nos revelen lo obvio, que nos digan cosas que sabemos pero necesitadas de un respaldo numérico, estadístico o cualquier forma aceptable de evidencia. Muchas veces, sí, lo que tenemos delante cada día se resuelve en una presentación, en un titular y la mayoría de las veces apenas nada más. Esperemos que no sea el caso, aunque las noticias que saltan a los titulares en época electoral se tapan unas a otras. El titular en cuestión nos lo ofrece RTVE.es y es el siguiente: "Un tercio de las depresiones diagnosticadas en España podría evitase con empleos estables, según un estudio del Gobierno". En el artículo se nos indica que 

Un tercio de los 510.000 casos de depresión diagnosticados en España (unos 170.000) podrían evitarse con un empleo estable, según las conclusiones del informe 'Precariedad laboral y salud mental', del Ministerio de Trabajo, el primero de estas características que lleva a cabo un Gobierno de la UE.

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha asegurado este viernes, durante la presentación del documento, que las conclusiones del mismo suponen un "mandato" para el Gobierno de España "porque no hay terapia que repare el no llegar a fin de mes". 

Entre otras cuestiones, el estudio propone avanzar en jornadas semanales de 32-35 horas, una medida que ya ha reclamado en varias ocasiones el diputado de Más País, Íñigo Errejón, que ha estado presente en el acto y quien impulsó en el Congreso la mejora de la salud mental.* 

Quizá algunos piensen que tiene su lógica que las personas que pasan años sin un empleo estable, que viven con la angustia de saber si les van a despedir al día siguiente, que no pueden organizar su vida porque no saben qué va a ser de ella, que aquellos para los que la palabra "futuro" está siempre dicha con temor, etc.  Y la tiene, pero se necesita un estudio para que la gente que no lo padece lo entienda.

Pero una cosa es enunciar los problemas, por obvios que sean, y otra resolverlos. Es más fácil y barato. Pero luego está para qué sirve esa información. Los políticos no son descubridores, sino reparadores de problemas. Un político no es un héroe por decirnos que existen problemas de "salud mental", sino por reducirlo, por crear unas condiciones que lo impidan o reduzcan.

Otro titular en la misma página de hoy en RTVE.es nos dice "Más de 45.000 personas murieron en la lista de espera del sistema de la dependencia en 2022". ¿Murieron "deprimidos" o simplemente "murieron"? Se entiende que el Ministerio de Trabajo centre en el trabajo el "problema", pero lo cierto es que el problema es más amplio. No es fácil es cierto, realizar un "mapa real" de todo aquello que nos lleve a la depresión. Pero tenemos más indicadores que apuntan todos al mismo sitio: la salud mental ajustada a la edad de cada uno, al momento existencial que vivimos. En unos momentos serán unas preocupaciones las principales en otros unas diferentes.

Si las personas de más edad tienen sus problemas, no hay menos en infancia y adolescencia, como nos revela otro estudio en RTVE.es: "Cuando el violador es un menor: ¿qué hay detrás del aumento de delitos sexuales en adolescentes y niños?". La infancia vive su problemática específica alentada por los malos ejemplos (pornografía), el acoso escolar, las crisis familiares y las  del fracaso escolar con la mayor tasa de abandonos europea.

La "salud mental" deja de ser eso que sirvió de burla a algunos diputados cuando se mencionó en el congreso por parte de Íñigo Errejón y pasa a ser una línea que cruza, de punta a punta, a la sociedad española.

El clima que vivimos no es precisamente el más adecuado para mejorar la "salud mental", entendida como un estado de ajuste a uno mismo y a la sociedad que nos rodea, la que nos sirve de entorno y en la que vivimos. No lo es en gran parte porque se incita a la controversia y la atención se llama sobre lo que distancia y enfrenta y no sobre lo que une y ampara.

Como seres sociales, necesitamos de los otros y esa necesidad es la que necesita de estabilidad para poder buscar refugio. Sin embargo, las nuevas estrategias de la comunicación política se basan en el enfrentamiento constante y —un ejemplo claro— en ese "¡matadlos!" que la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid lanzó a sus diputados y vimos aquí ayer.

El hecho de que no haya oportunidades de trabajo, el hecho de que la cualificación que se requiere sea muy baja, el que la contratación (cuando la hay) solo ofrezca esa tomadura de pelo llamada "fijo discontinuo", etc. hace que la formación se abandone y que, posteriormente, se vuelva a ella para intentar reintroducirse en el mercado laboral. Uno de los grandes negocios educativos es precisamente el que se basa en la "promesa" del empleo, algo a lo que recurren nuestras universidades como parte de su "oferta". Las mismas empresas que explotarán a sus empleados se ofrecen a las instituciones educativas para ser sus compañeras en este negocio creciente. Como contrapartida, se abandonan los estudios humanísticos por considerarlos inútiles para el sector del empleo. Así, tenemos una sociedad cada vez más del día a día, que no le importa la cultura más que como espectáculo, negocio o ambas cosas a la vez, como es frecuente.

La cultura se sustituye por una "sociedad del ocio", convertida en el caso español, en el centro de la actividad por su desdoblamiento en el turismo y en todo relacionado con el mundo de la hostelería. Durante la pandemia hemos podido ver cómo las regulaciones —se diga lo que se diga— se ajustaban a los dictados del ocio (nocturno y diurno) y del turismo, lo que trajo una y otra vez las "oleadas" de la enfermedad coincidentes con los picos turísticos. Los políticos ni supieron ni quisieron enfrentarse a las exigencias del sector, que imponía las formas de acceso más favorable al negocio, dejando de lado la salud. Pero el caso extremo lo hemos tenido en otro sector, el de las residencias de mayores, donde se concentraron las muertes. En un país envejecido, los viejos son el negocio. Las muertes en las residencias de mayores es uno de los mayores escándalos desde la llegada de la democracia. El negocio hecho con los mayores, absorbiendo sus pensiones y ahorros, tiene una serie de implicaciones que se relacionan con muchas de las cosas señaladas anteriormente.

Solo hemos recogido titulares del día. Pero esta situación se prolonga y es algo más que una estrategia electoral. El panorama español no es bueno, aunque solo se piense en la salud mental. El optimismo no posible en el entorno que entre todos se ha creado. Nos pueden mostrar estudios del problema, pero lo que necesitamos realmente son soluciones que vayan más allá del problema. Los investigadores le ponen cifras a las situaciones de la realidad; los políticos son los que deben transformar la realidad más allá de los enjuagues contables a los que nos tienen acostumbrados. 

La realidad de nuestra salud mental la vivimos cada día, lo vemos en nosotros y los demás. No es un novedad ni un descubrimiento. Es el resultado de fallos y carencias, de problemas sin solucionar. Como dice el estudio señalado, si la gente tuviera empleo estable —... y pensiones, no fuera acosada...— una parte importante del problema no existiría.

* "Un tercio de las depresiones diagnosticadas en España podría evitase con empleos estables, según un estudio del Gobierno" RTVE.es 17/03/2023 https://www.rtve.es/noticias/20230317/tercio-depresiones-diagnosticadas-espana-podria-evitase-empleos-estables/2432114.shtml

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