Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cada
uno tenemos nuestra familia, pero hay una que compartimos todos, la gran
familia mediática. Más allá de hermanos, padres abuelos, tíos, primos, etc. con
los que tenemos lazos, todos tenemos es gran familia mediática construida
expresamente para nosotros, para todos.
Es una
familia muy selecta, aunque esté llena de impresentables. Lo importante no es
eso, sino precisamente lo contrario: nos son presentados de continuo hasta
llegar a formar con ellos esos lazos de sangre artificial necesarios para que
no les quitemos la vista de encima.
Ellos
viven por, para y de nosotros. Lo que hacen es pensando en nosotros, en nuestra
mirada y sentimientos provocados para hacernos sentir, que tiembles las manos
al teclear en el teléfono móvil sus nombres, al pulsar los enlaces que nos
llevan directamente a sus vicisitudes, a sus penas, aparentemente reales,
ficticias la mayor parte de las ocasiones.
La gran
familia mediática es un selecto grupo de personas al que muchos tratan de
incorporarse, pero al que solo algunos lo logran. Que quede claro: solo algunos
lo logran. Han de tener los suficientes méritos empáticos como para que muchos
millones de personas puedan sufrir por ellos, por su suerte, por su triste o
alegre destino. Después deben tener lazos con otros miembros acreditados, que
actúan como introductores. Los lazos empiezan con los hijos, que tendrán novios
y novias; con ex que introducirán a sus nuevas parejas, con las que todos
establecerán comparaciones.
Antes
de ocupaban de estas cosas las revistas del corazón; ahora somos todo corazón.
Pueden ocupar minutos en nuestros noticiarios tras una invasión o la cura
contra una grave enfermedad, tras unas elecciones nacionales o junto a una
final de copa. Su rango atencional ha subido como la espuma y, como decía
aquella canción, no podemos apartar los ojos de ellos. Hasta sus mascotas son
objeto de nuestra atención.
La gran
familia son el efecto de vivir en esta sociedad del aburrimiento sostenible,
una sociedad tan civilizada que arroja los libros a los contendores de papel en
su afán reciclador. Todavía me estoy recuperando de la visión del "Ubu
Rey", de Alfred Jarry, sobre el contenedor de papel, hace unos días.
¿Algún republicano mal informado? ¡Quién sabe! Es esa mezcla de civilizado
reciclado e ignorancia supina lo que hace temer por el futuro; se empieza
tirando un libro al contenedor y se acaba arrojando a los que los escriben por
el mismo camino. ¿Un nuevo contendor?
La
falta de papel cuché (como se decía antes) para salvar los bosques (una excusa
para la ignorancia) ha hecho que cierren los quioscos y que toda nuestra vida
se concentre en pantallas, ya sean de televisores, ordenadores y teléfonos. Veo
cómo se deslizan por el transporte público pendientes de los teléfonos, podrías
quemarte a lo bonzo ante ellos y te pasarían por encima. Lo raro es un libro,
pero ¿para qué? ¿Qué tienen que decirnos esos raros objetos cuyo destino en las
dictaduras es la hoguera y el contendor en las democracias?
La vida de nuestra gran familia mediática rellena ese hueco, de hecho, rellena todos los huecos menos el mental, que se agranda hasta dimensiones cósmicas. Son los "famosos", una categoría distante y próxima; realista y teatral, falsa y verdadera por el valor que les otorgamos. ¿Qué haríamos sin ellos? ¿Pensar?
Las
relaciones en esta gran familias pueden llegar a la cutrez más absoluta, como
nos promete este titular de 20 minutos: "Secuestran a la abuela del novio
de Gloria Camila y le obligan a sacar 5.000 euros"* La retórica no logra
llegar a la épica y no consigo empatizar con esa abuela del novio de una persona
que desconozco absolutamente.
Esta es
otra: unos meses de inactividad, una noticia que te pierdas, un simple despiste
pueden dar al traste con tu vida familiar. Puede que pierdas el hilo, que haya
una separación, un conflicto, algo inesperado y... ¡quedas fuera, desorientado,
con sentimiento de pérdida!
Pero la
curiosidad me puede y me adentro en el territorio de lo desconocido. Sorprendido
me encuentro con esto:
"Debo contaros una cosa. Estoy indignada con la vida, con la sociedad,
con las malas personas, y llena de impotencia", comenzó, muy seria,
la hija de Ortega Cano. "Me hallo en el hospital y viene a consecuencia de
una historia muy heavy que creo que debo contarla y hacerla viral. No es
nada mío, pero sí de alguien de los míos", relató.
Me siento solidario con ese malestar con la Humanidad al completo debido, claro está, a ese secuestro exprés de la abuela del novio y el robo de los 5.000 euros. Son cosas que no deberían pasar (coincido con ella), pero pasan.
Tras contar el incidente, señala:
"Entiendo que haya necesidades, que la vida esté jodida, pero no entiendo que no haya humanidad ni sensibilidad, que no haya una capacidad de entender lo que está bien o está mal", continuó relatando en sus stories la influencer.
Las conexiones familiares nos ligan a todos y Gloria Camila (no es fácil llegar a prescindir de los apellidos en este mundo familiar y que sepan quién eres, tu árbol genealógico) extiende su indignación convirtiéndola en "viral", tal como manifiesta. Esperemos que sirva de algo, por el bien de todos.
Frente a lo que ocurre en Irak, en Irán, en Perú, en Venezuela, en México, en fronteras y mares, con muertos, desparecidos, etc. todo esto nos podría parecer irrelevante. Pero da igual lo que nos parezca, lo importante es que los medios hacen sus huecos para todo esto gracias a la elasticidad de lo digital. Cuando había que sacar unas cosas para meter otras, no todo era tan fácil. Así, la gran familia mediática es familia numerosa por desbordamiento, por absorción de las relaciones posibles, porque no quede fuera nadie que atraiga la curiosidad de un solo lector. La red se extiende más allá de los seis grados famosos, hasta el infinito.
Los medios ya no dan noticias; las crean, que inexplicablemente, sale más barato. La reducción de corresponsalías, por ejemplo, nos muestra esta forma más barata. Para compensarlo, la introducción de material de redes sociales y cosas que la gente sube a YouTube o similares. Es el ciclo del reciclado eterno; toda va y vuelve. Así, podemos abrir un noticiario del mediodía con unas imágenes de un coche caído por un barranco en Perú o un traspiés al recoger un premio. Todo el trabajo de un año de cine, por ejemplo, eclipsado por una bofetada.
Las noticias ya no son lo que pasa y tiene transcendencia; ahora es aquello de lo que disponemos de imágenes en un mundo lleno de dispositivos de captación, de cámaras y móviles con cámara.
En este mundo de la falsa horizontalidad (no te engañes, la han diseñado los de arriba, los de siempre), huimos de lo que nos rodea para adentrarnos en lo que nos envuelve, un ligero matiz que afecta a lo diseñado para seducirnos y a lo que se nos viene encima sin preguntar. Fuera de él está la soledad, dentro el vacío compartido.
Alguien se pregunta cómo no hay un "ministerio del amor". Una buena pregunta en este mundo familiar en la que los grados llegan hasta el infinito, donde nos emocionamos con las cosas que ocurren a los que están ahí para emocionarnos.
* "Secuestran a la abuela del novio de Gloria Camila y le obligan a sacar 5.000 euros" 20 minutos 19/03/2023 https://www.20minutos.es/noticia/5111116/0/secuestran-a-la-abuela-del-novio-de-gloria-camila-y-le-obligan-a-sacar-5-000-euros-del-banco/
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