miércoles, 8 de marzo de 2023

Inimputables

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Una de las consecuencias de la inmadurez social es el descenso en edad de muchos delitos, entre ellos especialmente la violencia sexual. Nos hemos acostumbrado a percibir muchos de los problemas en los que aparecen envueltos menores como cuestiones educativas, algo que se construye sobre nuestras ideas sobre la infancia, el aprendizaje, la educación, etc. Es "su" universo y sobre él se construyen las interpretaciones. Sin embargo, esta idea es hoy demasiado simple. La educación hoy es algo más que lo que se aprende en la escuela, que anteriormente era la ventana primera al mundo en nuestros reducidos y poco comunicados ámbitos. Hoy el mundo es global e intercomunicado, lo que quiere decir que solo una pequeña parte de lo que aprendemos lo hacemos en la escuela. Hoy "aprendemos" más con un teléfono que con un libro de texto. El problema, evidentemente, es que el teléfono no tiene detrás un equipo editorial preocupado por nuestra educación y futuro, sino más bien lo contrario. Es un aquí y ahora acrítico e irresponsable.

Me viene a la mente una frase que escuchábamos cuando era niño y alguien te sorprendía en algún acto poco educado: "¿Eso es lo que aprendes en el colegio?" Se confiaba entonces en el poder educativo de escuelas y colegios, centros educativos. Pero en estos días de acoso escolar es el aprendizaje de la violencia, de lo que supone ser dominador o dominado, la principal enseñanza que se realiza y que marca las vidas de las víctimas y de los depredadores, que acabarán buscando espacios en la vida en los que experimentar esa sensación de dominio, especialmente el dominio en el espacio doméstico (maltrato, violencia de género...) y en el laboral (acoso, abusos...).

En RTVE.es leemos el titular de una noticia fechada ayer, "Detenidos dos menores por una presunta agresión sexual grupal a una niña de 11 años en Badalona": 

En declaraciones al programa de 'TV3', la hermana mayor de la víctima ha explicado que la niña estaba viendo ropa de un escaparate de un centro comercial de Badalona cuando "unos seis chicos" la abordaron, uno de ellos con un cuchillo en la mano, y tras amenazarla se la llevaron a los lavabos del centro comercial.

La niña se dirigió al vigilante de seguridad, pero no le dio importancia

Una vez allí, añade la hermana de la víctima, "hicieron lo que querían con ella", sin que la menor pudiera escapar porque "tenía el cuchillo en el cuello" y sus agresores "amenazaban con matarla".

Cuando salió de los baños, precisa, la niña se dirigió a un vigilante de seguridad del recinto tratando de "articular" en palabras lo que le había sucedido, pero este la despachó contestándole, "Qué dices, vete para allá".

"No entiendo que esa sea su respuesta", ha agregado la hermana de la niña violada, quien ha añadido que la víctima está siguiendo tratamiento psicológico para tratar de "olvidar lo que ha pasado".* 

La inmadurez se nos muestra en todos los órdenes. Tendemos a pensar en que los "niños" imitan lo que hacen los mayores con esa mentalidad que establece una separación entre ambos mundos, el de la infancia y el de los adultos, pero lo cierto es que eso es una separación simbólica, que establece unas categorías culturales; lo real es que solo hay un mundo, que seas menor o adulto, eres la misma persona, actuando en cada momento con los recursos y posibilidades disponibles.

Cada día se dispone de más información, por lo que los malos ejemplos circulan antes y se convierten en nuevas posibilidades a la imaginación del que desea probar algo nuevo que le atrae. Violar a punta de cuchillo no es algo que podamos colocar fácilmente en nuestra visión de lo que es la infancia, cuando nuestra preocupación suele ser su "protección". Pero lo cierto aquí es que los hechos son los hechos y que la única infancia desprotegida ha sido esa niña de 11 años, víctima de otros menores.

La única forma de asimilar ese suceso es tratar de evitar que se destruya nuestra consideración idealizada (idílica, podríamos decir) de la infancia, algo que hemos construido para sentirnos "protectores" porque es nuestra mala conciencia social la que tratamos de preservar al "proteger" a la infancia... de los adultos. ¿Pero qué ocurre cuando hay que protegerse de ella? ¿Quién protege a aquellos que esos seis menores eligen como víctima sabedores de que pueden eludir las responsabilidades por su edad? Son la comprensión de estas responsabilidades las que determinan la madurez o inmadurez.

A la luz de los sucesos que conocemos, la infancia es hoy un rango amplio que va desde la inocencia extrema hasta perversiones crueles que se concretan en víctimas de escuelas, barrios o cualquier otro espacio por el que se muevan. Hoy algunos piden bajar el voto a los 16 años, permitir antes la conducción, etc. Parece ser que es lo único que interesa, ya sea política o económicamente, las dos dimensiones que interesan en la realidad más práctica.

El aumento de los suicidios entre jóvenes, el desarrollo de enfermedades mentales, el crecimiento de la violencia en edades más tempranas y el cometer delitos cada vez más violentos empiezan a desdibujar nuestro concepto de "infancia", es decir, qué supone, que la caracteriza y, finalmente, cuáles son sus límites legales.

La descripción que la hermana de la víctima hace de la respuesta del vigilante tiene un valor simbólico: la ausencia de respuesta. El querer quitarse de encima el problema es una actitud general ante los problemas que genera este tipo de sucesos para quienes tienen que colocarlos en algún casillero y no gusta donde hay que hacerlo.

Los menores criminales son un problema precisamente por la incapacidad de colocarlos en el lugar adecuado:

[...] la familia de la niña interpuso una denuncia el pasado mes de diciembre por esta supuesta agresión sexual, tras lo cual la unidad de Menores de los Mossos abrió una investigación, por la que hasta el momento se han identificado a cinco de los supuestos autores.

La Fiscalía pidió el ingreso en un centro de régimen cerrado para los dos detenidos y finalmente uno, el que se considera más responsable, está encerrado en un centro de régimen cerrado como medida preventiva y el otro está en libertad vigilada. Los otros tres son menores de 14 años, por tanto son inimputables.*

Ante hechos como estos, cada vez más frecuentes, nos encontramos tropezando con nuestras propias defensas; aquello que debía proteger se convierte en una forma de impunidad que impulsa a vivir a tope antes de que se acabe ese privilegio que la ley concede y que te convierte en "inimputable". Desgraciadamente, no podemos ignorarlo.

No podrá ignorarlo, claro está, esa niña de 11 años que fue agredida sexualmente por los seis menores. La idea de que por ser menores no son responsables, de que la gente cambia, que cuando son adultos serán de otra manera, etc. no pesa demasiado.

Las "manadas" no surgen de la nada. Son la actualización de comportamientos practicados de una forma u otra. Uno no se convierte en "mala persona" en un instante. Tenemos cada vez más comportamientos que previsiblemente acabarán repitiéndose con distintos grados. En Diari Més Digital se nos ofrece un detalle:

La niña llegó a casa y no dijo nada de lo que había pasado, y no lo hizo hasta que a mediados de diciembre un hermano suyo explicó que en el instituto le habían dicho que circulaba un vídeo del hecho. Entonces sí que dijo todo el que había pasado y la familia fue inmediatamente a denunciarlo.**


El hecho del vídeo circulante nos ofrece una perspectiva diferente, que es ya una constante en aumento y generacional. La creación de vídeos es una patología específica que ha fundado un oscuro sistema de oferta y demanda. Esa patología es doble, la de la cámara que graba y la de la mirada de una audiencia que mira y hace circular las grabaciones, despertándose en muchos un sentido de admiración y de emulación. No es visto como "delito", sino como acto de afirmación, una especie de rito de paso, como muestra el carácter marcadamente grupal.

Desconozco si existen datos que recojan los recorridos de estos "inimputable" en el futuro. Me imagino que el sistema obliga a olvidarlos legalmente. Lo que se hace en la infancia se queda en la infancia. El problema es que la gravedad y crueldad de lo que ocurre en ese periodo sigue aumentando. Puedes acosar a dos gemelas argentinas hasta lograr que salten por una ventana, puedes violar a punta de cuchillo en un centro comercial donde los vigilantes no desean ser molestados cuando se lo intentas contar. Son las víctimas las que nos incomodan con su dolor, con sus muertes. Las que sobreviven difícilmente olvidarán lo que les ocurrió y la respuesta del sistema.

Los datos dicen que aumenta el número de víctimas entre la infancia y dan unos modelos de los violadores acosadores. Pero no podemos obviar los problemas internos, los que surgen entre menores, que crecen igualmente y proyectan hacia el futuro determinados comportamientos. Ignorarlo es comportarse como ese vigilante —al que, por cierto, dicen no poder localizar— que se sacude su responsabilidad. 


* "Detenidos dos menores por una presunta agresión sexual grupal a una niña de 11 años en Badalona" RTVE.es 7/03/2022 https://www.rtve.es/noticias/20230307/detenidos-dos-menores-identificados-otros-tres-presunta-agresion-sexual-nina-once-anos-badalona/2430377.shtml

** "Badalona: Investigan la violación de seis menores a una niña de once años en el Centro Comercial Màgic" 7/03/2023 https://www.diarimes.com/es/noticias/actualidad/2023/03/07/badalona_investigan_violacion_seis_menores_una_nina_once_anos_centro_comercial_magic_134741_1095.html

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