Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Como
era previsible, Trump confirma su desprecio por las normas, por la convivencia,
por la política misma, que no le interesa más que como "poder", algo
que considera una propiedad de por vida. Su carencia de sentido democrático le
impide pensar en términos de alternancia, bien común, etc. Solo es él el centro
de la nada. Su universo es un inmenso vacío en donde solo existe Trump; los demás
son instrumentos, vías hacia un centro, él mismo.
La CNN
da noticia de un hecho alarmante: la detención de dos individuos en Pensilvania
con una camioneta cargada de papeletas falsas. Habían aparcado frente al centro
de recuento de papeletas. Iban armados y con material del grupo conspiranoico Qanon, que ha ido
creciendo en estos años y al que el propio Trump ha mostrado atención. El hecho
es preocupante porque puede haber intentos de estos grupos de ultraderecha
conspirativa para intentar colar papeletas falsas allí donde Trump pierde.
Toda la
artillería de Trump se centra en el intento de desestabilizar o parar el
recuento de papeletas para intentar argumentar el fraude o robo, según su
propia expresión y de los seguidores.
El lamentable espectáculo dado por Trump está arrastrando a los más radicales republicanos que, si le han creído en sus mentiras, ¿por qué no lo van a seguir haciendo? Les ha entrenado mentalmente para considerar fraude allí donde pierda. La proliferación de armas y los paseos de gente armada frente a los lugares de recuento es un espectáculo que va más allá de la política democrática, como otras maniobras. Es puro fascismo intimidatorio. Soslaya, además, el hecho de que esos lugares a los que acusa de "fraude" están llevados por autoridades republicanas.
De
nuevo, la pelota está en el tejado de los republicanos, que pueden perder algo
más que las elecciones de seguir así. Lo malo de las cumbres políticas cuando
son demasiado mayores es que pueden carecer de sentido de futuro al saber que
son sus últimas oportunidades.
No
tengo ninguna duda que los republicanos tendrán que pasar por una renovación.
La duda es si esa renovación se produce por el asalto del trumpismo o de las
fuerzas que le llevaron a la Casa Blanca. Recordemos que Trump se metió en el
Partido Republicano deshaciéndose de los rivales en sus primarias. Ya entonces
mostro los dientes y su instinto asesino en sus carnes. Pese a ello, los
republicanos —en su mayoría, salvo honrosas excepciones— celebraron tener un
"killer" que actuara bajo su bandera.
Ahora,
muchos se han dado cuenta de que es más que probable que pierda la presidencia
y que el problema es que arrastre al país a un brutal enfrentamiento, que puede
ser sangriento en cualquier momento, como ya ha sucedido antes con la cuestión
racial.
Esta
necesidad de que los republicanos no se dejen arrastrar es cada vez más
evidente. Trump ha entrado en la historia y saldrá de ella. Pero el Partido Republicano
es más que sus integrantes actuales, lo es por su pasado y lo debería ser de
futuro, aunque este se base en lo que hagan ahora ante Trump, al que se juzgará
históricamente de forma individual.
En la
CNN, firmado por el profesor de Derecho, Joshua A. Douglas, el artículo de
opinión titulado "GOP leaders, demand that Trump stop his outrageous
assault on America's vote now". En él leemos:
It is now time for leading Republicans, such as
Sens. Mitch McConnell and Lindsey Graham, as well as former President George W.
Bush, to speak up. They must demand that Trump cease his dangerous language
that casts doubt on the legitimacy of the election and -- unless he has real
evidence -- end his baseless lawsuits that seek only to further undermine
people's faith in the outcome.
The initial statement from McConnell on
Wednesday was way too timid. Although he agreed that election officials must
count all votes, he did not condemn Trump's incendiary rhetoric about going to
the Supreme Court to stop the count -- a claim that has no reality in law or
fact. McConnell declined to comment after Trump's inflammatory news conference
on Thursday night, in which Trump made wild, unfounded accusations of election
fraud, saying, "They're trying to steal an election, they're trying to rig
an election, and we can't let that happen." Graham, of South Carolina, even backed
Trump's lies.
Some Republicans have begun to distance themselves from Trump, but not boldly or unequivocally. Former New Jersey governor and Trump adviser Chris Christie merely said that there was "no basis" to make the argument on Tuesday night that Trump had won. Sen. Marco Rubio of Florida, without mentioning Trump by name, placidly tweeted, "The result of the presidential race will be known after every legally cast vote has been counted." Former Pennsylvania Sen. Rick Santorum said that Trump's language at Thursday's news conference was "shocking," but he did not wholly debunk Trump's unfounded conspiracy theories -- though he did at least say that the President should provide evidence of his claims.*
Este problema, controlar a Trump, está presente desde el inicio del mandado. Pero Trump se mostró pronto incontrolable, como ha demostrado incluso contra los expertos en epidemias con motivo del COVID19. Trump no admite nada ni a nadie. Ha llegado y tendrán que sacarlo de allí los enfermeros, la Policía o la Guardia Nacional, según la fase en que se encuentre.
Su estrategia una vez más es la creación del terremoto, del tsunami, de la voladura, del que pueda sacar alguna tajada. Pero esta vez no es así porque lo que hace es destruir el sistema sobre el que se asienta que, si se desmorona, se lo llevará por delante arrastrando a todos. Este es el espectáculo al que el mundo asiste atónito.
Lo hemos comentado muchas veces. ¿Cuántas veces se le han puesto líneas rojas, límites, etc. a Trump? ¿Cuántas veces se ha pensado desde el primer día que había superado lo superable? Sin embargo, se ha superado a sí mismo en cada nueva baladronada o desastre internacional. Ha destruido cualquier imagen positiva de los Estados Unidos, que se ha quedado solo, aplaudido por dictadores, y del que se alejan prudentemente los estados democráticos, incapaces de someterse a sus amenazas y forma de entender la política.
El problema ahora es quién le pone el cascabel al gato. ¿Quién asume esa responsabilidad en el Partido Republicano? Lo hemos dicho en muchas ocasiones: le llevaron a la Casa Blanca, le salvaron del "impeachment". Con ello, asumen una enorme responsabilidad que ahora nadie parece querer afrontar.
Ahora ha abierto de nuevo la caja de Pandora. Lo que parecía
que solo ocurriría frente a los inmigrantes, frente a China, frente a la Unión
Europea, Irán o Corea del Norte, todos percibidos como víctimas en diverso
grado de sus iras y despropósitos caprichosos, está sucediendo allí.
* Joshua A.
Douglas "GOP leaders, demand that Trump stop his outrageous assault on
America's vote now" CNN 6/11/2020 https://edition.cnn.com/2020/11/06/opinions/gop-leaders-condemn-trump-baseless-fraud-claims-douglas/index.html
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